#OPINIÓN Los Diarios de la Zía Nona: La Llave Maestra (Parte XXV) #28Ago

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 «Cualquiera puede pensar como un genio«.

Stephen Hawking

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 “Los buenos modales hacen más por un hombre

…que por la buena apariencia”

“Un hombre tiene derecho a pensar muchas cosas

…que no tiene derecho a decir”

“Cuando un hombre no tiene ninguna razón para

…confiar en sí mismo, confía en la suerte”

E. W. Howe.

Hay una razón por la que todos nacemos,

…pero la razón no es la misma”.

«El rápido dolor de la verdad puede desaparecer,

…pero la lenta agonía de una mentira nunca se pierde».

“Los recuerdos más felices son los momentos que terminaron

…cuando deberían haberlo hecho”.

«Disfruta las pequeñas cosas, porque un día podrías mirar atrás

…y darte cuenta que eran las grandes cosas».

«Hoy he doblado la verdad para ser amable, y no tengo remordimiento porque

…soy mucho más seguro de lo que es una especie de lo que soy de lo que es verdadero”.

Robert Brault

Prefacio: Tempestad Temperamental

Alguien me dijo alguna vez respecto a lo que significaba el arte de escribir… ¡Solo pensar en escribir me da pereza, no tanto por escribir, es más por pensar!… A veces, las razones correctas tienen consecuencias equivocadas. Pensar no solo quema más calorías que el ejercicio físico, sino que en ocasiones incinera el temperamento.  

Pensar es un arma de doble filo que debe ser ajustada. No descubrí el agua tibia al resaltarlo. Si piensas mal o poco, alimentas al lobo malo. Si exageras con el lobo bueno en lo que sea, tampoco es saludable. Incluso pensar medianamente no es algo que aliente a la estima por más egocéntrica que la autoestima mal entendida sea. Pensar, es el arte de aumentar la resiliencia contra el caos, es de los conceptos que creo adecuados pare este asunto que trata tanto del pensar como del escribir a través del recuerdo. Lo gracioso dicen los leídos, es que uno escribe mucho de lo que nunca pasó o de lo que en realidad sucedió. Es lo que el gran Gabo llamaría en su momento “realismo mágico”.

Mis padres sabían de manera autoinstruida que con el realismo mágico se enseña lo que a veces no sabes a ciencia cierta pero que, con él descifras cómo hacerle. El sentido común, el menos común de los sentidos, es el coaching de la reflexión y es el temperamento, el garante final de la calidad de pensamiento. Así llegué a pensar que, en el plano cartesiano de la vida (social, personal, y sobre todo familiar), el punto de origen (o punto inicial), son los precursores o antecesores.

Si la idea es la paz (propia, familiar, y social) y si ésta es un valor supremo, es terrible decir que justo por eso, guste o no, debe ser una paz armada. El experto Mires explica que eso lo sabían los atenienses, maestros en el arte del pensar y de la guerra. No se sabe de un ser más pacífico que Sócrates, pero cuando llegó el momento, no titubeó en alistarse en los ejércitos de su querida polis. Sócrates, sabía que, aún sin saber nada, se podía ser íntegro y la integridad es la mejor forma del buen temperamento para que sus tormentas no inunden la potencia del buen carácter y el deber ser, ni asfixien las pleamares de la esencia filosófica humana. El segundo mejor signo del buen carácter.

Inteligencias Primordiales en Primaria

Desde que recuerdo tenía un interés inusual en la noción. Las cosas debían tener alguna explicación cierta o al menos creíble. Pero lo increíble siempre vagabundeaba por allí. En ese ayer había diferencias entre mágico y realista, entre magia y realidad. Ahora van en reciprocidad. Hay tanto de mágico en la realidad como realismo en la magia. También cabe el término compensación. E incluso reversibilidad. El realismo mágico da para todo y con el todo tenemos nada. Esa igualdad desconocida que sólo si acaso puede resolverla, el creador.

También en aquél entonces la multitud leía más y pensaba mejor. Hoy la gente lee poco, y apenas piensa. Ese panorama me hacía pensar que la mayoría no sabía identificar conscientemente donde empezaba la magia y donde terminaba la realidad. No cualquiera puede. Solo aquellos que pueden se le da estatus cuántico. Seres universales aptos de orbitar en algún sitio en cierto instante, sin ir o estar en ningún lado. Heisenberg hablaba del principio de la incertidumbre. Tal vez haya algo de ello en este perfil que trato de compilar.    

Para redondear la idea en el tiempo, toda realidad para mí era mágica y desde mozo supe que escribir no era solo arte, era también, un flotador para transitar entre ambos mundos. Inicie la experiencia estando en la escuela primaria.  Y como ejemplo

«Para muestra un botón»

¡Expiar una culpa que no posees puede ser doloroso! explicó la maestra apuntando la pizarra con el borrador y la tiza en la mano y con la otra, advirtiendo de envés que ofenden quienes no están quietos nunca, como uno. Por otro lado, alargó ¡Tener culpa, pero no darse por enterado, puede ser mucho peor! La tarde afuera había perdido lustre matinal, tanto como el que jamás tuvo la educadora. El espacio del salón de escuela media, daba al bochorno del alumno su media dosis, una añadida medianía del saber. Allí, donde la esfera del deber es tan chiquilla como el dios de la cordura, todos soñábamos con aprender donde nunca aprendimos a soñar.

La obligación de la enseñanza es muy molesta como la de la no enseñanza. Todos queremos aprender, pero no advirtieron en qué forma, dónde averiguar, cómo erigir el Know How. Obligado a encontrar una salida o más bien, una razón para entender (que no aprender) sin explicar por dónde escapa el juicio correcto (que no ayuda, o muy poco), decidimos experimentar por cuenta propia.

Como era de esperarse el intento se desplomó y la maestra mirándonos fastidiados de no crear, saber ni concebir un carrizo indicó; tienen el ejemplo de cómo ser responsables y no estar al tanto de ello ¡lo dije y nadie atendió! ¡Para aprender chicos, hay que atender, y para saber atender, hay que caer, así que caigan aquí, y cállense!… La maestra estableció su punto, y puso los puntos sobre las íes, y también dejó claro los puntos suspensivos de la enseñanza, que como siempre es “para muestra un botón”, aquél que solo se digna de desabotonar el saber y nos sirve para abotonar el conocimiento.

“La muestra sin botón…”

La maestra nos pidió a los aprendices, abrocharnos bien la camisa y a las niñas, estirar la falda. No es de buen gusto irse por la vida como un paria, se nos invocaba. Todos nos sentíamos parias, pero sin saber qué es o de qué. Ser paria sonaba tan aterrador como ser irresponsable ¿Cómo ser algo que no sabes, que nadie te ha citado? ¿Cómo se hace para incorporar lo que no te enseñan y por lo general, no comprendes o no preparaste?

Robert Frost decía que las cercas hacen buenos vecinos, también escribió que la mejor salida es a través, y en dos palabras asume que lo que más importa en la vida es “seguir adelante”. Nada podría abreviar mejor las señales. De vuelta al aula, llego espantado. Necesito el inodoro. No aguanto. Ruedo sobre la braga disimulado. La maestra pasa asistencia y llama por apellido. No oigo. Me agito autómata y pido permiso para irme. Lo otorga. Lentamente voy hasta al retrete, es tarde, los calzones emiten la cándida cara de la impudicia.

Es hora de recreo. Salgo mandado al patio. Finjo un evento y me cargo el bluyín de arenas. Fue un alivio ocultar la primera meada sin redención a cielo raso. Acabó el recreo y volvimos a clase, y por supuesto, oculté el rociado, pero no el olor a orines. Llamaron a casa y pasé la pena de mi vida cuando me vi sentado en un banco de madera como en un patíbulo a esperar a mi madre, que resignada y tierna me sentó atrás del auto y dijo: <cónchale mijo hueles a pipí a cien metros, y apestas a borra de lápiz, que pena> No quedó otra que terciar y abrochar la crónica inesperada de una meada adolescente.

El recuerdo imprevisto, va y vuelve, como dibujos que saltan de la raya y no hay forma de retenerlos. Mamá va en el auto. La presiento en la visual y habilita el rumbo al nido. No obstante, surge la policlínica La Floresta, la Embajada Americana, saltamos la Francisco de Miranda y el árbol con nidos llenos y la hojarasca sobre el pretil de rostro breve subrayando el rastro del absorto.

Alrededor descubro un solar de copa y bosque de galería. Se baten en tertulia, en diligencia y pesadumbre, en antiguamente y en actualmente, también. En el bulto llevo mi tarea de castellano, matemática y ciencia demorando siempre la de moral y cívica. En el cómplice atrevimiento del aprender, soy esa entidad en ruta hacia el quizá, una contienda a la orden de día.

La apariencia es el agente de noticias que no puedes destrabar sin cargarte de lo que menos necesitas. Entonces se duda de todo, pues dicen que la incertidumbre es el pedestal superior de la ciencia, conciencia y libertad individual, Cómo podría, si no, saber de escalofrío de espalda porque adoraba la minifalda de las chicas, la cintura de la teutona, la de la piel canela y a la que presume sístoles de enjundia y abolengo. El sexo es ocurrente, pero bastante más didáctico. No culpo jamás a mis pelotas de regir el bajel. Ni a la Venus de Milo tutelar mi mano adolescente…

«Desabotonando la muestra»

La maestra desapareció. No se supo qué fue lo que enseñó ni nosotros lo que quiso decirnos. A la postre estamos satisfechos que al fin ya nunca más se enfadará con los que no le hicimos caso. El mundo no le dio bolas, a nosotros tampoco lo hará. No se puede enseñar, lo que solo se puede aprender. Eso lo asimilé a la cañona, a la Jalisco, a la brava. Estamos ahora en un país donde nadie aprende otra cosa que a “no creer” y un régimen que solo explica lo que no conviene aprender.

Solo los gallardos nos desabrochamos de los que hacen del país un atajo de descamisados que no puedan desabotonarse la muestra roja rojita. El aula vive en cada uno, pero el saber está en la calle, en el hambre, en la penuria, que superiormente, es la madre, la llave maestra, de todas las ciencias…

Marco Antonio Faillace

Notas del Autor

El Aula… !y la culpa es del Botón¡

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