#OPINIÓN Movilización masiva de calle no es probable por ahora #27Ago

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Los jóvenes, mujeres y hombres de vanguardia que en el 2017 plenaron calles y avenidas de todo el país con el objetivo de forzar la salida de Maduro de la Presidencia de la Republica ya no están, se fueron a otros países, mudaron sus esperanzas a lares diferentes, buscando en la fuga un nuevo refugio para sus sueños.

Es tarea de politólogos, sociólogos, políticos y analistas determinar las causas concurrentes que propiciaron este deslave de ilusiones, pero el dato cierto es que en su mayoría el sector poblacional, combativo y libertario que protagonizó ese movimiento de calle que se llamo La Salida, recogió fuerzas de la desolación que produjo su fracasado intento e hizo maletas para viajar en desespero a nuevas latitudes.

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Las gigantescas marchas de los primeros meses del 2019 fueron otra cosa, allí no había rabia que alimentara el musculo de la protesta activa ni empuje épico para retar fusiles con el pecho, fue todo el país hecho dolor que salió gregario y esperanzado a respaldar la trinchera de legalidad democrática que aun tenia, en la convicción que se contaría con una intervención extranjera que nunca se produjo. Pero no hubo esa disposición para el enfrentamiento suicida que hubo en la Salida del 2017.Hubo entereza, convicción democrática, sentido de grupo, ejercicio de ciudadanía, valentía civil, pero no ímpetu para desafiar la fuerza depredadora de la opresión.

Por ello al promover presión interna de calle para sincronizarla con la presión diplomática y económica que puede realizar la plataforma de países aliados debemos estar muy claros que ella es de muy improbable éxito porque el sector ciudadano a quien se convoca ya no está en el país o en todo caso recogió velas y está inmerso en el duro trajín cotidiano de la subsistencia. Esto es clave, esencial para tomar en cuenta, para no caer en la tragedia que encarnó Gilles de Rais, famoso por sádico y no por general, quien malbarató tiempo, esfuerzo y fortuna intentando el imposible de reproducir como teatro ambulante lo que fue su participación protagónica en Orleans, bajo el mando de Juana de Arco. Igual la oposición no puede despilfarrar el poco capital político que le queda intentando reproducir momentos que ya no están en la agenda del colectivo venezolano, porque al desplomarse las motivaciones se desplomó también la expectativa, vistiéndose ambas de decepción.

A partir de este dato, simple y demoledor, es que toca a la oposición democrática encarar el reto y compromiso histórico de rescatar al país de los avernos de la miseria económica e institucional en que se encuentra. Dentro de este reto no debiera haber lugar para los cálculos grupales o partidistas, pero lamentablemente los hay, para tener éxito en este compromiso es obligatorio recuperar la confianza ciudadana respecto a las instancias políticas y para tragedia nuestra el rechazo todavía está allí como espada de Damocles, para transitar con opciones de triunfo el camino de la reconquista democrática es condición esencial, indispensable e insustituible, el que todos los partidos democráticos de oposición estén monolíticamente unidos y con una claridad de propósitos que sea entendida y compartida por el pueblo venezolano.

Ahora vamos a situaciones conocidas, unas elecciones presidenciales donde el régimen ira unido de manera compacta y está en veremos la forma como participará la oposición. Es urgente despejar las incógnitas para mantener la unidad lograda en las primarias y de esta forma reconquistar la confianza del electorado. Dios nos ilumine.

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