“… la llamada Comisión Nacional de Sanidad de China hizo un anuncio de gran importancia y que en general no provocó una reacción como se esperaba: la población del país más poblado del mundo, comenzaría a decrecer antes del año 2025…”
Jorge Puigbó
Toda frase añeja, sacada del contexto, generalmente se distorsiona, pierde su intensión real y se presta a interpretaciones, cuando no erradas, simplistas y muchas de ellas se traen a colación de eventos actuales. Por ejemplo, hace doscientos años dicen que dijo Napoleón Bonaparte: “China es un gigante dormido. Dejadlo dormir porque, cuando despierte, sacudirá al mundo”, esta frase la pronuncia un militar conquistador estando a punto de invadir a Rusia, cuando le preguntan si después iría por China. Como conocemos, al corso no le fue nada bien en la guerra, simplemente porque todo tiene un límite dado por las capacidades reales, tanto económicas como militares. Han trascurrido muchos años de esa afirmación de carácter profético y en el país asiático su historia ha sido de continuos avances y retrocesos, encontrándose en estos momentos en uno de increíble desarrollo industrial y comercial, debido, no como muchos creen, a un proceso autárquico, sin intromisión extranjera, todo lo contrario, la China ha sido receptora de inmensas sumas de capital, sobre todo estadounidense y europeo, asimismo de transferencias inauditas de tecnologías de punta, de lo cual muchos países ahora se están arrepintiendo, el desarrollo que vemos no es, en ningún caso un milagro, sino un proceso largo y previsible.
Como todo evento humano, como toda creación del hombre, sobre todo en materia económica no todo es de color de rosa, ni perdurable y pudiéramos usar una imagen cuyo uso se pierde en el tiempo y hasta en la Biblia se menciona, se trata de un gigante de pies de barro y no lo afirmamos nosotros, sino que desde hace años existen predicciones hechas por expertos mundiales y basadas en elementos irrebatibles que así lo señalan. Mencionaremos algunos de ellos para tratar de explicar la situación actual.
Lo primero que señalaremos es el hándicap representado por una población decreciente. El día 2 de agosto del 2022 la llamada Comisión Nacional de Sanidad de China hizo un anuncio de gran importancia y que en general no provocó una reacción como se esperaba: la población del país más poblado del mundo, comenzaría a decrecer antes del año 2025, anunciando asimismo una serie de políticas para incentivar la fertilidad de las familias que, como sabemos estaban sometidas a la limitación en el número de hijos, solo se podía tener uno. Esta normativa fue suavizada desde el año 2015, más no así se pudieron detener sus efectos a largo plazo, los cuales se han traducido en el envejecimiento de la población y por tanto de su fuerza laboral. Desde el año 2021 a las parejas se les otorgó permiso para tener hasta tres hijos, lo cual, según Amnistía Internacional, sigue siendo una violación de los derechos sexuales y reproductivos de la población, los expertos consideran que la medida es muy tardía para detener la crisis demográfica por la que atraviesa el país y que inexorablemente producirá el decrecimiento de la población, la abolición de la política del hijo único y el permiso para poder tener dos no alcanzó su objetivo y debido a eso tuvieron que ampliar el número.
Con una cifra de 1,3 hijos por familia en los últimos años se estima que para el 2035 el 30% de la población tendrá más de sesenta años. Por otro lado, el país siempre ha tenido problemas de cohesión interna, de integración de los 56 grupos étnicos reconocidos oficialmente por el gobierno de la República Popular China y de los cuales solo mencionaremos los seis primeros con el número de sus ciudadanos: Han,1.230.117.207; Zhuang,16.178.811; Manchú,10.682.263; Hui, 9.816.802; Miao, 8.940.116 y Uigures, 8.399.393 (datos tomados de Wikipedia), esta última, de religión musulmana, muy nombrada en los últimos tiempos por ser objeto de una represión sofisticada llevada a cabo mediante la aplicación de técnicas de vigilancia constante mediante equipos de cámaras y escuchas, acompañadas de internaciones en campos de concentración llamados de “transformación mediante la educación” y de la separación de los hijos de sus padres, todo ello a pesar de que la Constitución de la República Popular de China, establece: Uno, todos los grupos étnicos en la República Popular de China son iguales. Dos, el Estado protege los derechos e intereses legítimos de los grupos étnicos y mantiene y desarrolla una relación de igualdad, unidad y asistencia mutua entre todos los grupos étnicos de China. Tres, la discriminación y la opresión de cualquier grupo étnico están prohibidas. Cosa curiosa y contradictoria es la no aplicación de la política de un solo hijo a las minorías, como consecuencia éstas han crecido.
Otros aspectos que corresponden a la población china y que llaman la atención son, el rechazo ancestral de los chinos a los extranjeros, lo cual evidentemente entorpecerá el empleo de mano extranjera cuando lo necesiten y la pérdida del equilibrio en las cifras hombre-mujer por el rechazo de las niñas a quienes desgraciadamente consideran un estorbo, sus consecuencias han sido: abortos, abandonos y asesinatos. “…La política de un solo hijo ha estado en vigencia por tres décadas. Millones de parejas chinas, desesperadas por un hijo que los apoye en la vejez, han matado a sus niñas recién nacidas. Millones más han recurrido al aborto de sexo selectivo para apagar las vidas de niñas por nacer…” (Catholic.net). Un horror.
China, con la segunda población del mundo y con una economía que ha crecido fuertemente hasta ahora, se trasformó en el mayor consumidor de combustibles fósiles del mundo, entre ellos el carbón, y arroja a la atmósfera contaminantes en cantidades que superan la de muchos países industrializados, en su descargo hay que decir que están haciendo grandes esfuerzos para cambiar y ya están produciendo más electricidad con energía solar y eólica que muchos países, aun así el pasivo ambiental que ha crecido a la par de su economía pudiera en el futuro constituirse en una rémora para el desarrollo debido a los altos costos para repararlo.
Pero, sin lugar a dudas el tema económico es el más importante en este momento, por cuanto China, segunda economía del mundo, está experimentando una evidente desaceleración tal como informan expertos analistas como la Goldman Sachs quien confirma, junto a otros lo siguiente: la baja en las exportaciones e importaciones; el menor consumo de petróleo; la desaparición de las inversiones extranjeras, por decreto presidencial los EE.UU. prohibieron las inversiones en China dirigidas a alta tecnología, quedando sujetas a aprobación; la caída de los precios de las viviendas; la quiebra de Evergrande, la mayor inmobiliaria del estado chino y el aumento del desempleo, a tal punto llega la caída que, se está expandiendo más lentamente que la economía de los EE.UU.
Agregaremos a lo anterior que, el FMI anunció el monto de su deuda y es de 66 billones de yuanes, en otras palabras, la mitad de su PIB. Todo lo anterior indica que el país asiático entró en deflación: el mercado inmobiliario se paralizó; las ventas están cayendo y los precios se desploman. «La economía china no está a punto de implosionar, pero no está volviendo a la década dorada de 2010, cuando crecía a un nivel de dos dígitos»… «La política exterior que ha impuesto el presidente chino, Xi Jinping, produjo que EE.UU. y otros países occidentales comenzaran a desacoplar sus vínculos económicos con China, lo que significa que un factor clave que antes había apoyado el rápido crecimiento de China se está debilitando«, señala a DW, Steve Tsang, director del Instituto de China en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS), con sede en Londres.
