La Revolución socialista que vino con la bandera de ayudar a los pobres, los ha conducido a vivir en un país sin agua, sin luz eléctrica, sin gas doméstico, sin educación para los hijos y sin salud para los enfermos.
Una de las razones del acentuado deterioro en la calidad de vida de los venezolanos bajo el régimen del socialismo del siglo XXI, es la pésima gestión de los servicios públicos.
Buena parte de la población no cuenta con un servicio de agua medianamente satisfactorio. No tenemos agua, es un clamor que escuchamos en muchos barrios y urbanizaciones. Nada hay más importante que asegurar agua potable a todos los ciudadanos, especialmente a los niños que, por falta de agua potable, padecen toda suerte de enfermedades.
Todavía recuerdo que, al comenzar la pandemia del Coronavirus, un eminente médico venezolano nos recomendaba lavarnos las manos con mucha frecuencia con agua y jabón. Mientras lo escuchaba pensaba para mis adentros, ¿Cuántos venezolanos no tienen acceso al agua y mucho menos al jabón?.
Otro servicio público fundamental es la energía eléctrica, tanto para uso doméstico como para uso industrial. El pésimo servicio de luz eléctrica que recibimos los venezolanos es otra causa del deterioro de la calidad de la vida. Hay muchos compatriotas, muchísimos, que viven diariamente la tragedia de no tener agua y tampoco luz eléctrica. Eso, en un país consentido por Dios y por la naturaleza que nos dotó generosamente de agua y de energía.
Dos servicios públicos de capital importancia son la salud y la educación. Ambos parecen haber sido abandonados por el gobierno. La educación no puede estar en peores condiciones. Las escuelas cayéndose. Los maestros mal pagados. Los niños desnutridos. Las universidades en el último estado. Y en cuanto a la salud, enfermarse en Venezuela se ha convertido en un lujo al cual solo tienen acceso los ricos o muy ricos.
La Revolución socialista que vino con la bandera de ayudar a los pobres, los ha conducido a vivir en un país sin agua, sin luz eléctrica, sin gas doméstico, sin educación para los hijos y sin salud para los enfermos. A todo eso tenemos que agregar la crisis en el terreno de las comunicaciones. Los teléfonos son un desastre mayúsculo y el servicio de internet debe ser el peor de todos los países de la región.
Todo esto pone en evidencia la necesidad del cambio. El gobierno luce agotado. Después de un cuarto de siglo en el poder no tiene aliento para enfrentar su principal tarea que es trabajar por el bienestar y la felicidad de los ciudadanos.
Tenemos que hacer todo lo posible por contribuir a lograr el cambio político en las elecciones presidenciales del próximo año.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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