Sigmund Freud, uno de los grandes genios de la humanidad y gran descubridor de nuestras galaxias interiores, nos entregó una formidable guía para adentrarnos en la comprensión de la heterogénea y complicada interrelación conductual del hombre. El Eros y el Tanatos , los impulsos de vida y muerte, dos nociones o conceptos fundamentales dentro de su muy completo legado científico e intelectual son instrumentos indispensables a la hora de evaluar el comportamiento de quienes asumen la transformación de la sociedad como un reto o una misión.
El Eros y el Tanatos tal y como nos los explico Freud vendrían a ser correlativos de la Afirmación y La Negación Kantiana en la medida que dan cuenta de las posiciones humanas frente a un mundo exterior que nos absorbe y nos repele con fuerzas de la misma intensidad. Freud nos explica este proceso como la confrontación entre nuestras esencias depredadoras y la capacidad de transcenderlas en función de preservarnos como seres superiores, en un nivel que los religiosos y místicos pudieran llamar espiritualidad aunque Freud la clasifique como una impulsión del sexo. Por ello se hace necesario acudir a la moralidad Kantiana para entender esta sublimación del Eros como un camino de realización espiritual.
Para abreviarnos citas y mas lucubraciones referenciales pudiéramos decir que el Idealismo, entendido como la conducta de quienes asumen que la realidad social puede transitar de lo competitivo animal a lo solidario humanista mediante la aplicación de nuevas formas organizativas., es de alguna manera la expresión política de lo espiritual o de lo sublimado según usted acuda a lo filosófico o psicológico para efectuar la equivalencia.
Así tenemos que los idealistas son personas moralmente buenas y aunque esto pareciera una afirmación de Perogrullo tengamos mucho cuidado al querer transpolar esta noción de lo moral a lo político, ya que en este caso la moral es la interacción del hombre con sus sueños en donde sus convicciones prevalecen sobre valores sociales de convivencia, mientras que lo político es un consenso dentro del cual acordamos no agredirnos ni matarnos independientemente de los sueños de cada quien.
De esta manera podemos observar paradojas sociales como por ejemplo la comparación entre un terrorista o guerrillero que asesina en nombre de un sueño que él sabe nunca verá cumplido y se conforma únicamente con ser un eslabón y la de un administrador del tesoro público que aprovecha la confianza depositada en él por el colectivo para apropiarse mezquinamente de los recursos económicos puestos bajo su responsabilidad. Puestos frente a estas dos personas indudablemente que el terrorista recibe de nuestra parte una mayor condena y repudio que el político ladrón , con todo y que el primero sea movido por un sueño y sea alguien desprendido de toda ambición materialista y el político sea un tipo mezquino que coloca sus intereses personales por encima de los intereses colectivos..
Y es que en la condena, repudio y rechazo casi visceral al terrorista está incluida la violencia con la cual se nos quiere arrebatar el derecho a pensar diferente de otros y poder vivir en paz. El terrorista que es también por lo general un idealista no puede sublimar las fuerzas que le compulsan a modificar la realidad y al fracasar este designio de su Eros, al no poder sublimarlo a un nivel espiritual, se deja absorber por el Tanatos o la fatalidad y destruye lo que no puede modificar, precisamente porque para su visión muy particular un mundo negado a sus sueños es algo inmoral que debe aniquilarse.
Muchos idealistas han conocido la Historia del Hombre quienes en nombre de sus sueños han causado innumerables muertes a un nivel que ha sido calificado de genocida. Hitler fue un idealista, implacable y sanguinario pero idealista. Su ambición de construir una Republica con una raza pura, la de los arios, de alguna manera pudiera entroncarse con el perfil dibujado por Nietzsche en El Superhombre. Dictador totalitario, vesánico arrogante, genocida inmisericorde, todo esto y mucho mas puede decirse de Hitler pero nadie le puede negar que fuera movido por una idea, por un sueño, que además de todo eso de lo cual se le acusa fue un idealista.
Lo mismo puede decirse de esa inmensa prisión que fue la Europa del este y parte de Asia durante los años del socialismo real de la Unión Soviética y sus países vecinos gobernados por títeres de Moscú. Allí se les quiso imponer un sueño, una nueva realidad organizativa al pueblo y como este idealismo era contrario al pensamiento, las costumbres y las raíces de ese pueblo, se sometió a punta de bota militar, espionaje, campos de concentración y desapariciones clandestinas. De este horror no se puede culpar a Carlos Marx ni a quienes como él solamente soñó con un mundo mejor, ni siquiera pudiera culparse a los operadores o actores de este drama, porque al fin y al cabo eran movidos por un sueño. Era El Tanatos pasando su factura a los idealistas que no pudieron entender que la vida, el Eros, es un impulso de mil caminos que se cruzan y que es imposible convertirlos en uno solo y lo que más podemos en función del futuro es dejarlos discurrir en paz y tolerancia para que nuevas generaciones vayan depurando ese destino de amor común que muchos soñamos.
Ahora tenemos un régimen que nació de una idea de salvación nacionalista, sería necio negarlo porque el pueblo así lo percibió. Un idealismo que tiene un esquema militar de ejercer el poder, un idealismo que inundó de palabras emocionadas el suelo reseco del alma de todos los humildes que padecieron y padecen veranos largos y continuados de esperas. Tenemos un idealismo que como todo idealismo se inspiro en una verdad social.
Y es que el idealismo supone un grado de conciencia colectivo que es y ha sido imposible lograr en las sociedades humanas. Por ello el idealismo político ineluctablemente se convierte en Tanatos cuando del discurso se pasa a su ejecución. En base a estas brevísimas y elementales reflexiones cuando escuchemos la frase Patria, Socialismo o Muerte, quitémosle la o, porque esta manera de pensar culmina fatalmente en la expresión Patria Socialismo y Muerte.
Sobre esta patria de miseria y muerte nos toca levantar un nuevo modelo de vida basado en el pragmatismo de la producción de riqueza y sobre esta plataforma construir nuevos sueños donde la idea sea palabra para el intercambio y no fusil para la imposición del Tanatos. Nunca más luego de estas terribles lecciones en Venezuela se deben levantar altares al socialismo marxista como esquema de ideas beneficiosas para el pueblo. Es tarea para las nuevas generaciones ponerse a dieta de romanticismos políticos y hacer del trabajo, la disciplina y la Democracia los instrumentos patrióticos que preserven la dignidad de la sociedad venezolana. Dios con nosotros.