Hoy se cumplen 78 años del día en que Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, una ciudad japonesa que sufrió la devastación y la muerte de más de 140.000 personas. Tres días después, otra bomba cayó sobre Nagasaki, causando otros 70.000 fallecimientos. Estos hechos marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la era nuclear.
En una ceremonia conmemorativa, a la que asistieron miles de representantes de un centenar de países, el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, hizo un llamado a los líderes mundiales para que renuncien a las armas nucleares y se comprometan con el desarme.
Matsui criticó la teoría de la disuasión nuclear, que sostiene que poseer armas nucleares previene los conflictos, y la calificó de «locura». «Los líderes de todo el mundo deben enfrentar la realidad de que las amenazas nucleares que ahora expresan ciertos formuladores de políticas revelan la locura de la teoría de la disuasión nuclear», dijo Matsui, y agregó que se «deben tomar medidas concretas de inmediato para llevarnos de un presente peligroso hacia un mundo ideal».
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, también se pronunció a favor de la desnuclearización, pero advirtió que el camino hacia ella se ha vuelto más difícil por las tensiones internacionales y las amenazas de Rusia. Kishida dijo que «es crucial revitalizar el impulso internacional hacia un mundo sin armas nucleares una vez más».
La ceremonia incluyó un minuto de silencio a las 8:15 de la mañana (Hora de Japón), la hora exacta en que el bombardero estadounidense Enola Gay lanzó la bomba de uranio y la detonó sobre la ciudad el 6 de agosto de 1945. Los asistentes también depositaron flores y oraron por las víctimas del ataque nuclear, que sigue teniendo consecuencias sanitarias y sociales para los supervivientes y sus descendientes.