El canal de Panamá, una de las principales rutas del comercio marítimo mundial, enfrenta una grave crisis por la falta de agua dulce. El cambio climático y el fenómeno de El Niño han reducido las precipitaciones en la región, lo que afecta el nivel de los lagos que alimentan la vía interoceánica.
Según el administrador del canal, Ricaurte Vásquez, el canal de Panamá tiene la desventaja de operar con agua dulce, a diferencia de otras rutas como el canal de Suez, que utilizan agua de mar. Esto implica que el canal depende de las lluvias para mantener su funcionamiento y evitar la salinización de los lagos.
La escasez de agua ha obligado al canal a restringir el calado de los buques que transitan por sus esclusas, lo que significa que pueden transportar menos carga. Esto tendrá un impacto negativo en los ingresos del canal, que se estima que perderá 200 millones de dólares en 2024. La proyección para este año es de 4.900 millones de dólares.
Vásquez advirtió que el canal debe encontrar soluciones para adaptarse a la nueva realidad y seguir siendo una ruta relevante para el comercio internacional. Entre las medidas que se están estudiando están la construcción de embalses, la desalinización del agua y el uso de tecnologías más eficientes.
El canal de Panamá es una obra de ingeniería que conecta el océano Atlántico con el océano Pacífico a través de un sistema de esclusas. Fue inaugurado en 1914 y ampliado en 2016. Por él pasa casi el 6% del comercio marítimo mundial.