“El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reapropiado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe ser eliminada, para que roma no vaya a la bancarrota, la gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del estado”.
“M. TULLIUS CICERON.”
Todo indica que la aspiración de convertir a Venezuela en una potencia agrícola está en etapa de prescripción debido al estancamiento en que ha estado la producción primaria durante los últimos años.
La soberanía agroalimentaria es una deuda social que viene in crescendo. Aún cuando la producción nacional es insuficiente para atender la demanda, el Gobierno mantiene entre sus premisas la exportación de materias primas agrícolas.
Algunos especialistas del área económica y productiva, han señalado que el país podría estar en capacidad de exportar cereales, café y hortalizas a terceros países, incluso es la propuesta para el intercambio comercial dentro del bloque del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Sin embargo, para el año 2014 ya los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) mostraban como las exportaciones agrícolas se habían desplomado, registrando una caída de 96,92% entre 1999 y 2012.
Presuntamente, durante el año 1999, Venezuela exportó 300 mil 412 toneladas en rubros agrícolas, mientras que, en 2012, tan sólo se vendieron 9 mil 246 toneladas. Y, los países receptores de los excedentes de la producción nacional también se redujeron pasando de 44 a 16 en los primeros 14 años del socialismo del Siglo XXI, supuestamente, según las estadísticas del INE.
Se cree que, los rubros que generaban excedentes para la exportación hoy se importan y la producción nacional de esos insumos, cubre mucho menos del 50% de la demanda nacional. Ese es el caso del arroz, el café, frutas y hortalizas.
Se asevera que, según el INE, en 1999 se exportaron 24 mil 390 toneladas de café (530.217 quintales de café), en 2012 se vendió al exterior 60,48 kilos, poco más de un quintal de café.
Algunos estiman que, en cereales las exportaciones se redujeron 57,70% en 14 años, al pasar de 61 mil 373 toneladas en el 1999 a 25 mil 957 toneladas al cierre de 2012. El país tenía excedentes de arroz que se destinaban para la exportación, pero ante la caída de la producción y el aumento de la demanda se perdieron los inventarios de reserva.
Que el país también exportaba frutas y hortalizas como plátanos, tomate y cebolla, entre otros. Y calculan que, esas ventas también se redujeron en 89,23%.
Económicamente se diagnostica que, la producción deficitaria no es el único inconveniente que desdibuja los planes de exportación, el modelo económico del país no genera incentivos para la exportación.
Los analistas consideran que las políticas desenfocadas aplicadas a la agricultura, así como la falta de capacitación asistencia técnica y supervisión de los recursos inyectados al agro fueron las causas del declive de la producción. Aunado a esto le hiperestaflación imperante en los últimos años ha coartado la capacidad de financiamiento.
A esto se suman otros factores económicos como el rezago en los precios controlados de los rubros agrícolas.
El sector agropecuario nacional ha planteado la necesidad de que se fortalezca la producción primaria para que el país pueda participar en igualdad de condiciones en el Mercosur, plaza en la que Venezuela tiene muy poco que ofrecer actualmente.
Por ejemplo, los principales proveedores de materias primas agrícolas y carne de bovino son justamente los socios de Venezuela en el Mercosur. Argentina, Brasil y Uruguay son los que complementan los deficitarios de inventarios de la producción nacional.
El sector agrícola ha planteado que antes de pensar en exportar, primero deben generarse políticas que incentiven la recuperación de la superficie de siembra perdida en los últimos años. Eso pasa por la revisión del control de precios y la inseguridad jurídica y personal en el campo.
Con esas medidas, el sector podría pensar en exportar, en el corto plazo, alimentos provenientes de cultivos de ciclos cortos, como hortalizas, frutas y tubérculos. A mediano plazo, podrían sumarse los cereales, como arroz y maíz. Para ello deberán cumplir primero con las necesidades internas.
La producción nacional de café no alcanza para cubrir las necesidades del país. El déficit se cubre con importaciones, que son las que mantienen operativas las torrefactoras durante casi todo el año.
Al cierre de 2012, la producción nacional de arroz arrojaba un déficit de 42%, pese a haber registrado un repunte de 7,79% en la cosecha.
Se decía que para el año 2012 la producción de hortalizas se vio favorecida por el clima. En rubros básicos como tomate, cebolla, pimentón y papas, se obtuvieron resultados importantes con respecto a la producción de años anteriores.
Este análisis realizado tomando como fuente una publicación de Angie Contreras, hecha en el diario “El Universal,” supuestamente data de hace 11 años atrás, y aparentemente analiza los años de mayor bonanza que tuvo la República desde su fundación, todo parece indicar que no hay estadísticas creíbles, pero si analizamos la situación creada por la pandemia y la estrepitosa caída económica del país, no debe ser difícil presumir, la actual realidad que enfrentan los productores agropecuarios de esta la llamada “Tierra de Gracia.”
Más aún si a todo lo expuesto sumamos la escasez y hasta inexistencia de los combustibles utilizados para el transporte del personal, insumos y de la cosecha. La inexistencia de imprescindibles agroquímicos utilizados para los controles fitosanitarios y de malezas. El deterioro de la vialidad, de los servicios públicos y el exterminio de la asistencia técnica.
“ERRAR ES DE HUMANOS… RECTIFICAR ES DE SABIOS.”
