Las narrativas elaboradas en los cenáculos de la dictadura, se escriben atendiendo solamente a los intereses de quienes se aferran al despropósito de permanecer al frente de los poderes, aun a sabiendas de que están cometiendo las peores barbaridades en perjuicio de la gente, por la que supuestamente tal como dicen en sus discursos mentirosos, “estar muy preocupados”.
La tragedia que padece Venezuela, por donde la miremos, es la consecuencia de la aplicación de planes mal elaborados, pero también de la corrupción galopante, tantas veces denunciada y más que demostrada ante los ojos de la ciudadanía del país, que está al tanto de esos espectaculares robos de los que ha sido víctima el tesoro público de los venezolanos. La crisis de los servicios públicos, en general, es el resultado de tales latrocinios, como tantas veces lo hemos comentado, no hay agua potable porque se roboraron el dinero destinado a la ejecución de muchos proyectos, lo mismo pasó con las obras de infraestructura para el ferrocarril, el metro, autopistas, puentes y plantas termoeléctricas. Pero los habilidosos e inescrupulosos asesores de la caricatura de “la revolución del socialismo del siglo XXI”, se encargan de montar su arsenal publicitario para presentar otra cara de la moneda, lavándose las manos de tales pecadillos.
Cuando vemos y oímos a supuestos lideres de la oposición desgañitarse pidiendo que le levanten las sanciones a Maduro y sus compinches, apelando a argumentos baladíes, no dejamos de experimentar vergüenza ante tales procedimientos! Lo primero que salta de nuestro análisis, escuchando la tesis esgrimida por tales defensores de los sancionados, es la pregunta para tratar de comprender o entender a qué tipo de sanciones se refieren. Porque una cosa son las sanciones personalizadas aplicadas a los narcotraficantes relacionados con el cartel de los soles, a los que han cometido crímenes de lesa humanidad, a los que están involucrados en las estafas que se han consumado para desvalijarle al Estado venezolano miles de millones de dólares, y otra cosa son las supuestas sanciones a Venezuela. ¿Cuáles son esas supuestas sanciones al país?
Es patético contemplar la conducta sibilina y rastrera de algunos personajes que hacen el deplorable papel de defensores de la dictadura madurista, cuando afanosamente hacen la tarea, con el avieso fin confundir a personalidades a las que acuden en los escenarios internacionales, para llevar su cuento de que “en Venezuela no hay gasolina por culpa de las sanciones del imperio”. Creen que pueden ocultar la verdadera causa de ese problema que radica en la destrucción de una de las empresas petroleras que mayor prestigio alcanzó en el mundo de los hidrocarburos como fue PDVSA. También retuercen la verdadera historia, recitando la gran mentira de que el pueblo no tiene luz, ni agua potable ni comida por “culpa de las sanciones”.
La verdad de las causas de esas calamidades está en la ineficiencia, en los regalos que se hacen a los amigotes del régimen y en el asalto de los dineros que se presupuestaron, por ejemplo, para edificar los nuevos puentes sobre el Lago de Maracaibo y sobre el río Orinoco. La falsedad palabreada de que “no hay comida ni medicamentos dentro del país por culpa de las sanciones”, se estrella contra la otra minúscula Venezuela, que supuestamente se arregló, representada por un ínfimo porcentaje de personas que pueden disfrutar de la galería de bodegones en los que se expenden las más variadas exquisiteces que ingresan por los puertos y aeropuertos del país sin mayores inconvenientes.
La verdad se impondrá siempre y para que esa máxima se cumpla, ¡tenemos que desenmascarar a los mensajeros de la dictadura!