La inhabilitación es un término muy presente en los noticieros del país, que llena de incógnitas el futuro inmediato, ante cualquier contienda electoral a sucederse en territorio venezolano, porque el sistema político dominante fija las acusaciones y da sentencia sobre delitos que ellos mismos tipifican, así procede un sistema autoritario donde la competencia electoral está sujeta a los intereses de quienes fungen como monarcas de la nación, escenario que no permite legalidad circunscrita a reglas de juego democráticas comunes. Lo cual no puede afectar las tácticas llevadas a cabo por los partidos de la alternativa democrática; porque aquí la realidad pasa por la mesa de negociaciones que ya tiene sus actores bien definidos.
De igual forma, el ambiente político comienza afectar de manera más sentida diferentes variables macroeconómicas, que se relacionan con la economía nacional, ello sumado a una política tributaria asfixiante la cual funge como un freno que desestimula cualquier iniciativa económica surgida en el país. Dicho círculo vicioso ya se refleja en las mediciones económicas del primer semestre del año en curso; donde se puede constatar una caída del siete por ciento cuyos efectos las ONG nacionales van contabilizando en cifras alarmantes en las categorías de hambre y desnutrición, eso en lo que se refiere a la crisis humanitaria padecida en el país, que sigue ponderando a la emigración como una realidad que no se detiene.
Por otra parte, la movilización social a lo interno del país se da como una respuesta a las carencias en servicios y remuneraciones precarias que el mayor empleador del país mantiene a sus trabajadores, porque el Estado venezolano sigue frenando la liquidez monetaria manteniendo la nómina pública en centavos de dólar por día como remuneración base. Esta realidad sobrepasa cualquier nivel de tolerancia humana, por lo que salir a respaldar candidaturas en concentraciones públicas, es una manera directa de expresar el descontento popular actual, pero el voto sigue estando en vilo mientras sean solo deseos los que alimenten candidaturas presidenciales inhabilitadas en un sistema que no responde ante teorías de costos en represión, porque los medios para preservar el poder evolucionan según como se los someta a prueba.
En resumen, el escenario en ciernes para Venezuela se ve distópicos fuera del espectro de los deseos colectivos que aspiran una victoria contundente del bien sobre el mal, donde la justicia triunfe porque los valores sociológicos así lo demandan. Siendo dicha narrativa solo un hilo de buenos deseos ante la realidad de un sistema político autoritario muy resiliente que no se circunscribe a los buenos deseo de la mayoría; porque el poder político que han aglutinado les permite imponer sus pautas, las cuales benefician a sus familias políticas quienes sí pueden vivir en el territorio nacional según sus deseos.
Finalmente, ante un panorama difícil de digerir no queda otra estrategia a seguir que no se relacione con un “reajuste de la realidad circundante” donde la ciudadanía debe entender que el poder social bien distribuido contra una camarilla circunstancial, es más efectivo si su única meta es el voto, el mismo debe ser un sufragio estratégico que responda en gran medida con las posibilidades que solo la política puede producir, porque el problema de fondo no es económico, ni ideológico y lamentablemente tampoco es jurídico. Ante lo cual las acciones con motivo dirección y sentido llevadas a cabo con base y fundamento realistas; son las que contribuirán para generar los cambios que todos esperamos.
Politólogo Eduin Adjunta
@adjunta90