La Cumbre entre la Unión Europea y líderes de América Latina, que debía ser una celebración de afecto después de ocho años de separación, concluyó este martes 18 de julio con recriminaciones por la imposibilidad de aprobar por unanimidad una declaración, siquiera tibia, sobre la invasión de Rusia a Ucrania.
El fervoroso apoyo de la Unión Europea a Ucrania chocó la posición distante o neutral de la mayoría de los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Lo que debía ser un mero detalle en una cumbre histórica para festejar lazos económicos y nuevas inversiones se convirtió en el tema dominante.
Finalmente, la sombra del presidente ruso Vladímir Putin sobrevoló la reunión de dos días porque Nicaragua se negó a sumarse a otras 59 naciones, incluidas Cuba y Venezuela, en la crítica a la guerra.
“Todos los miembros selectos están alineados menos Nicaragua”, dijo el presidente francés Emmanuel Macron. “Respeto el proceso interno de no votar contra un solo miembro”.
También hubo críticas y desilusión del lado latinoamericano.
“Lamentamos mucho la situación. Realmente, nos sorprende que haya miembros de nuestro grupo que se oponen a una resolución sobre esta guerra”, dijo el canciller chileno, Alberto van Klaveren. “Es una guerra de agresión”.
Es tradicional al cabo de estas cumbres emitir las conclusiones, y en este caso la falta del comunicado final enfrió el entusiasmo de una reunión que comenzó con palabras de afecto y compromisos entre socios de confianza de ambos lados del Atlántico.
En lugar de la clara condena de Rusia que deseaba la UE, la declaración aprobada por todos menos Nicaragua hubiera expresado “profunda preocupación por la guerra en marcha en Ucrania”.
Fue un enfrentamiento sobre un tema que la vasta mayoría de las 60 naciones presentes ya habían expresado posiciones comunes en varias votaciones en las Naciones Unidas y otros foros internacionales.
Aparte de la guerra, se destacaron otras divergencias. Mientras la UE se enfocó en nuevas iniciativas económicas y mayor cooperación para enfrentar la influencia creciente de China, varios líderes de la CELAC reiteraron centenarias recriminaciones por el colonialismo y la esclavitud.
En medio de esas distracciones, acuerdos comerciales largamente empantanados —como un gran acuerdo entre la UE y el Mercosur— registraron escasos o ningún progreso, más allá de promesas de concretarlos en los próximos meses.
Si hubo algo para destacar, fue la confianza creciente de Centro y Sudamérica, alentada por una gran inyección de fondos de China y la conciencia de que sus materias primas se volverán cada vez más cruciales a medida que la UE trata de reducir su dependencia de los recursos minerales de Beijing.
La próxima cumbre ha sido convocada para 2025 en Colombia.