Viendo el debate Sánchez-Feijoo y pensando mucho en Venezuela: El debate político es rudo y su principal efecto es resaltar diferencias y comportamientos entre candidatos. Allá la palabra insistente fue “mentiroso”. Pero aquello fue en democracia.
En Venezuela no existe democracia y sí una taimada tiranía en la que las guerras avisadas no matan soldados. Por eso es prioritario crear reglas del juego para que las primarias sirvan de amplia medición para competir minimizando efectos colaterales, y sin revelar estrategias posibles.
Pero una característica lamentable del subdesarrollo parece ser una inmadurez política en la que florecen los deseos que no preñan, y el pensamiento mágico.
En Venezuela esa trivialidad se viene intensificando pues por donde se mire – tanto en el régimen como en la oposición – se observan petulancia, mezquindad, puerilidad, superficialidad, juicios aventurados, histeria y caricaturizaciones.
En el complicado tema de las relaciones internacionales: Por un lado hay un régimen que insiste en subordinarse intelectualmente a una dictadura cubana que malvive gracias al cada vez más disminuido subsidio venezolano, y en bailar con las causas y tiranías más atroces y sin futuro.
Por el otro, está una oposición que considera a la comunidad internacional como factor decisivo para sus estrategias, pero al mismo tiempo interviene temerariamente en políticas partidistas de países cuya ayuda considera esencial.
Aún dentro de una mayoría que considera a EE.UU un aliado fundamental para una futura democratización hay quienes se lanzan por posicionarse con las políticas de Trump – o de Biden, según el caso – olvidando que necesitamos de todos los apoyos efectivos que se puedan generar.
Infantilismo, imprudencia e ingenuidad – sobre todo a sabiendas que aquellos están en plena campaña electoral, y que el tema venezolano será una mera pelotica de ping-pong, absolutamente desechable por ambas partes cuando se decida nuestra propia situación en 2024.
Venezuela necesita madurez política a gritos y si para algo servirán las primarias – salga sapo o salga rana – es para que la ciudadanía compruebe quienes se comportan con responsabilidad, prudencia y madurez – y cuáles se siguen aferrando al populismo, al bochinche, los dimes y diretes, los chismes, y las acusaciones sin pruebas a que nos tiene acostumbrados el propio régimen.
Lo esencial es poner de acuerdo a todas las fuerzas emocionalmente adultas sobre las prioridades del momento. En democracia los debates serán reveladores; pero ante una dictadura los preacuerdos son vitales.
Antonio A. Herrera-Vaillant