#OPINIÓN Del Guaire al Turbio: La sed de la juventud #12Jul

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Los ancianos pierden la sensación de sed, dicen que esta ausencia puede empezar más o menos a los 60 años y hay que tener cuidado, porque su consecuencia es la deshidratación. Viejo que se siente mal, sin fuerzas, empiece por tomarse un vaso de agua.

La sed es de la juventud. Se comprende, es la época del esfuerzo, de la acción, para ser y crecer. Es el momento de formarse para una profesión y elegir un destino. Se gastan energías físicas y espirituales para todo esto, el agua es la fuente de éstas, por lo que es natural que se agote y el cuerpo la reclame con la sed. Los ancianos no tenemos sed, aunque todavía necesitamos el precioso líquido para vivir, pero el cuerpo confundido ante la pasividad, no lo reclama. Es la hora de la ayuda, de que alguien, atento, nos procure el vaso de agua. Es la hora dejarse servir.

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La juventud es independiente, vibrante, activa. Tiene sed no sólo de agua, sino de aventuras, de descubrimientos, de ir más allá del límite, porque no le gustan las fronteras, siente que le coartan la libertad. Siempre quiere alcanzar metas difíciles. Quizás estoy hablando de lo que la juventud debería ser y no lo que es realmente en el mundo de hoy. Al menos hay una gran parte que está como achantada. Le falta la sed de la juventud.

Nuestro mundo actual está acosado por lo negativo. Ideologías y filosofías extrañas a través de las cuales se busca justificar e implantar el mal, como la ideología de género, la legalización del aborto, de la eutanasia y otras tantas aberraciones de inspiración demoníaca, que buscan destruir la humanidad en lugar de salvarla y ennoblecerla. Las generaciones mayores estamos derrotadas, en las nuevas está nuestra esperanza.

La juventud debe tener sed de heroísmo, porque es lo que necesitamos, héroes y santos. Decía san Josemaría Escrivá: Un secreto.Un secreto a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. -Dios quiere un puñado de hombres “suyos” en cada actividad humana. -Después… “pax Christi in regno Christi” -La paz de Cristo en el reino de Cristo. (Camino, 301).

Lo decía en su primer libro al comienzo de la década de los años 30 del siglo pasado y después de 90 años seguimos igual. No avanzamos, retrocedemos. Nuestra juventud es menos heroica, mientras que debería marchar valiente hacia el sacrificio. Afortunadamente no faltan ejemplos que señalamos como modelos a seguir para aquellos que se entregan a la derrota sin luchar.

Uno, que debe llenarnos de orgullo a los venezolanos, es el de María Corina Machado. Luchadora política incansable, insobornable y que no se deja intimidar. Tiene años luchando contra este régimen inicuo que no ha escatimado formas de atacarla, hasta físicas, con el fin de hacerla renunciar de su campaña por una Venezuela libre y mejor. María Corina no puede salir del país, tuvo que renunciar a la amorosa compañía de sus hijos y ponerlos fuera por temor a represalias contra ellos. A María Corina le cierran totalmente o le estrechan todas las vías de acceso a sus reuniones públicas, que cada vez son más masivas. El pueblo está respondiendo a su valiente llamado. Le impiden el encuentro en un salón de hotel, lo hace en las calles y éstas se desbordan. Nada, ni nadie logra que esta valiosa mujer no dé su mitin cuando lo quiere dar. Cobarde ante ese arrollador éxito, el gobierno acaba de inhabilitarla por 15 años para cargos públicos, sabe que en una elección presidencial arrasará.

María Corina Machado corre un gran peligro. Ha sido, es y será atacada por todos los costados. Si no abiertamente, por los secuaces del régimen: los colectivos y sus fanáticos, que ya se han manifestado, contra algún otro candidato de la oposición, para las elecciones primarias de escogencia del candidato a la presidencia de la república. Parece que ella está dispuesta a todo, hasta perder la vida, por lograr el cambio del país hacia la libertad, la justicia, la paz y el progreso. Si el pueblo de Venezuela no reacciona ante este último atropello contra la recia dirigente política, es porque tiene el alma muerta. Todos debemos apoyarla, defenderla e incorporarnos a su gesta.

¡María Corina a la presidencia de la República! Es nuestra única esperanza, objeto de fervientes oraciones por su integridad física y espiritual. Que siga llena de esa sed de heroísmo; esa sed que es la sed de la juventud.

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