Mi gran amor por mi única Patria, Venezuela, tiene su origen en lo que algunos llaman patriotismo, y sí, me siento patriota irreversiblemente, nací, crecí, me eduqué, y he trabajado cobijado en los principios y valores enseñados por un hombre que dio a mi país esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, que fue encarcelado y torturado durante oprobiosas tiranías y por sus herederos; que formó parte del Soberano Congreso Nacional y que, ininterrumpidamente, durante cuarenta y cuatro años, trabajó por el prójimo ejerciendo la insigne profesión de médico… El doctor Epifanio Antonio Pérez Pérez… ¡MI PADRE!
Éste cinco de julio de 2023, conmovido por el recuerdo de tantos y tantos venezolanos y extranjeros que han dado su vida por la libertad de esta, la llamada “Tierra de Gracia”, recurro al texto del Acta de la Declaración de Independencia de la República de Venezuela, donde los representantes de las siete provincias que la conformaba estamparon en nuestro pabellón patrio… las siete estrellas originales.
En estas próximas entregas, que espero les gusten, trataré de rendir un tributo más a aquellas palabras pronunciadas por quien entonces era el coronel…
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar, Palacios, Ponte y Blanco.”
“… ¿Cómo fomentarán el cisma los que más conocen la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, y para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición…
¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas…
¡Que los grandes proyectos deben prepararse en calma! 300 años de calma, ¿no bastan”? Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana, vacilar es perdernos!”.
Cito:
“En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación Americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía.
No queremos, sin embargo, empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado, para recuperar su estado de propiedad e independencia; olvidamos generosamente la larga serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la nación española.
Este desorden ha aumentado los males de la América, inutilizándole los recursos y reclamaciones, y autorizando la impunidad de los gobernantes de España para insultar y oprimir esta parte de la nación, dejándola sin el amparo y garantía de las leyes.
Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más numerosa, dependa y esté sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo.
Las sesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas del Escorial y de Aranjuez, y las órdenes del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española.
Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación.
América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba…
CONTINUARÁ…