El primer ministro holandés Mark Rutte visitó al rey el sábado para entregar la renuncia de su coalición de cuatro partidos y encaminar al país profundamente dividido a una elección general en los próximos meses.
El rey Guillermo-Alejandro, de vacaciones en Grecia con su familia, regresó para reunirse con Rutte, quien fue a palacio en su camioneta Saab.
El espinoso problema de frenar la inmigración que desconcierta a los países europeos desde hace años fue el factor que provocó la caída del gobierno de Rutte el viernes por la noche y puso de manifiesto las profundas diferencias ideológicas de los cuatro partidos integrantes de la coalición.
Ahora se prevé que será el tema dominante de la campaña electoral.
“Somos el partido que puede garantizar una mayoría para frenar significativamente el ingreso de solicitantes de asilo”, dijo Geert Wilders, dirigente del antiinmigrante Partido por la Libertad, quien apoyó la primera coalición minoritaria de Rutte hace 13 años, pero que finalmente la derribó.
Los partidos opositores de izquierda quieren centrar la elección en otros problemas que, según ellos, Rutte no supo afrontar debidamente: el cambio climático, la crónica escasez de viviendas y el futuro del multimillonario sector agrícola.
La dirigente del Partido Socialista, Lilian Marijnissen, dijo a la emisora NOS que la caída del gobierno de Rutte era una “buena noticia para Holanda. Creo que todos sentían que este gabinete estaba terminado. Han creado más problemas de los que han resuelto”.
La coalición de Rutte continuará en el poder como gobierno interino hasta que se forme una nueva coalición, pero no aprobará leyes importantes.
“Dados los retos de estos tiempos, una guerra en este continente, una crisis política no beneficia a nadie”, tuiteó Sigrid Kaag, dirigente del partido centrista y europeísta D66.