En un mundo cada vez más complejo y agitado, el trabajo de la política cobra más relevancia, por lo que es crucial recordar cuál es su papel en la sociedad. Es a través de la política que podemos abordar los problemas que aquejan a nuestras naciones y alcanzar acuerdos que promuevan el bienestar de todos. A través de ella podemos lograr entendimientos entre diversas perspectivas e ideas para construir consensos.
Ejercer la política se convierte, entonces, en una práctica desprendida que persigue el bien colectivo. Priorizar el bienestar social por encima de los intereses personales o partidistas, es el principal valor que se debe tener en ello. Trabajar por y para los principios de justicia, igualdad y respeto, es lo que hará efectivo este ejercicio, donde el centro y el protagonismo lo deben tener los ciudadanos.
El trabajo político en Venezuela estos últimos años ha sido un reto permanente que ha enfrentado todo tipo de adversidades. Inmersos en una emergencia humanitaria compleja y con un régimen represivo, la política nacional se ha deteriorado significativamente y ha generado una crisis de representatividad. Los ciudadanos desconfían y se sienten desconectados de la política y un grupo importante ha visto mermar la esperanza de que, a través de esta práctica, se pueda cambiar la realidad que vivimos.
Estos años de ejercicio político han hecho mella en nuestras bases y nuestro sistema. Para algunos, la política pasó a ser la búsqueda del poder a toda costa y la necesidad imperiosa de imponer su voluntad a todos. Los debates con respeto a las diferencias y con miras a construir una mejor sociedad quedaron en el mundo de las ideas, mientras que en la realidad priva una suerte de lucha constante por ver quien sale mejor parado.
Pareciera que el servicio y el compromiso inherente a esta vocación sufrió -al igual que todo nuestro sistema social- una profunda crisis de valores y ética. La política es la ciencia más cercana a la humanidad, sus virtudes y defectos no son ajenos a nuestro ideario colectivo y sin embargo, es ahí en donde consigue a sus principales detractores. Casi dos décadas después estamos en un escenario donde reinan los discursos antipolítica, donde algunos se hacen eco de esta tendenciosa situación sin medir las consecuencias que tendrá en un futuro inmediato a nuestro ya golpeado sistema político. Todo está contaminado con el germen de la desconfianza y la desesperanza, y la política no escapa de esto.
Pero no todo está perdido. En nuestro sistema también existen hombres y mujeres que cada día dan todo de sí en los barrios, caseríos, pueblos y ciudades de este país, haciendo las cosas diferentes para bien, porque no han perdido la fe, están comprometidos con su gente y creen que un país con futuro y prosperidad está ahí, esperando por ser rescatado y reconstruido. Ellos escogieron el ejercicio de la política como la herramienta para lograr ese sueño.
Para que triunfe ese tan anhelado sueño que compartimos la gran mayoría de los venezolanos, el de tener un país mejor, uno con oportunidades, es imprescindible que nos esforcemos a diario por hacer lo que es mejor para todos. El ejercicio político debe estar plagado de tolerancia y respeto a las opiniones diferentes, porque la reconstrucción de Venezuela es un desafío que requiere el trabajo de todos los venezolanos por igual.
Stalin González