#OPINIÓN Freeman, Wolfman y Clayman #5Jul

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«La dignidad no consiste en tener honores,
sino en merecerlos».
Aristóteles

Aunque en la imagen están Moe, Larry y Curly los tres chiflados, representando un trío de gendarmes, esta epístola no se trata de ellos; sino de tres investigadores que por aspirar y esperar que sean correctos se les ha creído por error que son diferentes a Séptimo Masquer el coronel psicópata. Son tres funcionarios: Freeman, Wolfman y Clayman a quienes la gente sensata y decente de la institución no los concibe encajando cuales monos voladores del psicópata, pero la evidencia empírica los desalienta, los sacude y los hace despertar sin otro remedio que aceptar la realidad. En efecto, estos tres son monos voladores del coronel Masquer, sus tenientes, sus coautores en los delitos institucionales. Por eso de “dime con quién andas y te diré quién eres”, refrán que manifiesta que generalmente se juzga de la conducta y propiedades de un sujeto por la que tengan las compañías y personas con quienes se junte.

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¿Por qué estos tres personajes se mantienen al lado de Séptimo Masquer el coronel psicópata? Se sabe que en sus roles de desempeño persisten graves conflictos entre ellos, aunque en “apariencia” no los tienen con su anti líder el militar nunca más ascendido, el coronel psicópata. Pero ciertamente si los tienen porque Masquer quiere más y más dólares, pues su insana codicia no tiene contención. Si hay celos profesionales entre FWC o son rivalidades por las cuotas en las extorsiones que cobran a diario en la institución, es un asunto que discurriremos aquí. ¿Serán dilemas éticos?

Freeman es el delfín del psicópata Masquer, que podría ser el sucesor designado o probable, pero en cuestiones de talento humano en los países subdesarrollados poco se respetan estas posiciones circunstanciales y cualquier súbito cambio en el capricho político puede desfigurar los ascensos, porque es que en la institución no se guardan puestos salvo el del propio licántropo, que le fue otorgado por apadrinamiento en el delito de manos del general Sméagol el hijo de migrantes italianos y hasta ahora el general Besarás conocido como “cinco para las doce” se lo ha garantizado. En todo caso en psicología el delfín o los delfines suelen ser personas inteligentes, a las que les gusta estar en el foco de atención, también son extrovertidos y lideran los juegos con sus amigos de forma casi natural. Aprenden rápido y disfrutan con actividades artísticas que les hagan destacar, como el teatro, el baile o el canto, pero en el caso del delfín de la institución Freeman prefiere las armas y es el terror de las jovencitas usuarias, las acosa hasta vencerles su resistencia moral y ante la presencia jerárquica y para no ver ilusorias sus aspiraciones terminan por ceder con el pundonor derrotado.

Sabemos de muy buena fuente que por su porte y estatura el coronel psicópata está extasiado y tiene el “corazón partío” por Freeman, – así como lo tiene por el enano Chuchín su mayordomo -. ¿Paradójico verdad? Es que séptimo Masquer es un promiscuo. No obstante ser Freeman un elemento colocado por Maurén el co-gobierno corrupto, Masquer lo ha conservado como su segundo a bordo. Pero oído al tambor Freeman, de los psicópatas nunca hay que confiarse, pues son traicioneros. Recordemos que Séptimo Masquer es bisexual y disfruta de ambos mundos, aunque en estos momentos luego que Chabela lo abandonó en cuestiones de amores pero no en asuntos de negocios sucios, el anciano militar anda con una jovencita que podría ser su nieta y como todo pavosaurio ahora se viste como un adolescente para sugestionar a la chiquilla a la que ha obnubilado con lo dólares de las extorsiones. Este viejo ridículo Séptimo Masquer está usando la tendencia “scumbro” que solo puede pagar con los dólares que se mete al bolsillo producto de muchos delitos y de la venta de títulos valores estafa que es el giro criminal que le reporta ganancias extremas. Pero aún no ha encontrado Masquer un suplemento narcisista que enroque a Chabela, que ahora es una mujer ajena.

Siempre es tiempo para evaluar nuestras vidas, y en el caso de Chabela como dijimos en otra epístola, ella ha reordenando sus sentimientos y ahora es favorecida con un amor puro, el de su “frao”, un amor que no nació en la corrupción, notándose feliz con su contemporáneo y fortachón investigador penal, quien la lleva y la busca al trabajo rodeándose ambos de una aura luminosa que pareciera evocar el tema “el amor es azul” de Paul Mauriat. En el reciente directorio Chabela “quizá” se muestra desatenta al «blá blá» de Séptimo Masquer, y claramente se le nota muy despegada sentimentalmente de este trastornado. Ella estaba en cuerpo presente pero lejana en pensamiento, seguramente hastiada de las peroratas de siempre de Séptimo Masquer, que para ufanarse y regodearse en su circunstancial momento de poder, se luce con su tartamudez excelsa; por lo que en reiteradas oportunidades Chabela solo toma su cartera y se retira irreverente de la mesa oval. Es un incipiente avance de desapego de Chabela que está enrutando y eso le deseamos que logre el “contacto cero” con el depredador social, el psicópata Séptimo Masquer. Pero la sed de poder y la avaricia se lo hace cuesta arriba y la ralentiza.

Freeman puede ser muy noble cuando se lo propone, y hay noticias que algo “non santo” está ocurriendo, que lo ha obligado a bajar la guardia y que lo está haciendo poner sus barbas en remojo, cuando en el recién directorio no quiso hacer protagonismo y ni siquiera habló, sino que se ocultó entre Chuchín y Sussana, fuera de la mirada cercana del coronel felón. Dice el funcionario que nos alerta: Creemos conocer un poco al delfín Freeman, quien al parecer experimenta un miedo moral hacia su propio universo mental interior, que trata de anestesiar y extirpar de su experiencia interna, que bajo el influjo extremadamente pernicioso y superior en bajezas, sadismo y en maldades del coronel psicópata, por ser un delincuente experimentado y apoyado desde arriba en complicidad jerárquica; el resultado es la reducción progresiva de su identidad, empobreciendo y distorsionando lo que cree que es, además de sentirse perseguido continuamente por su propia sombra que lucha para hacerse oír ante la conciencia, camuflándose en forma de ansiedad, miedo, vergüenza, culpa o tristeza. Así anda Freeman…¿Acaso Freeman, consideras que Masquer es más hombre que tú? ¿Por qué te le sobajas y les rindes pleitesía?

El caso de Wolfman es realmente triste, porque pareciera que sus palabras fueran de otra conciencia y no de la suya, tal vez de un alma satánica, pues al tratarse de un cristiano evangélico que dice sentirse en paz delinquiendo para Séptimo Masquer, es lacerante para su propia alma y para las huestes celestiales, porque Jacob no se comporta como un humano redimido por la sangre del Cordero. Jamás oído alguno estimaría escuchar de los labios de un declarado “siervo de Dios” argüir que no quiere enterarse de lo que ya está enterado y de lo que es partícipe, porque goza de los beneficios ilícitos de un Grupo Estructurado de Delincuencia Organizada GEDO y que su “conciencia” lo procesa como algo que le genera paz espiritual. ¡Vaya conciencia! Esto es verdaderamente oscuro. Wolfman o el “hijo de lobos” a quien también se le conoce como Jacob o el lobo negro es una decepción para el mundo espiritual del verdadero Dios, del Dios uno y trino. Al menos que Jacob, esté haciendo alianzas con la falsa deidad que adora el “palero” su compañero de fórmula el asistente virtual que estaba a su lado en el reciente directorio. Porque desde la espiritualidad cristiana no digerimos inteligiblemente la construcción gramatical “me siento en paz al trabajar para el coronel psicópata”. Causa pena ajena ver al «hijo de lobos», con la cabeza gacha rindiéndole pleitesía a un criminal, cuando está llamado a capturar criminales. ¿Acaso Jacob, consideras que Masquer es más hombre que tú? ¿Por qué te le sobajas y les rindes pleitesía?

El coronel satánico le ha arrebatado otra alma a Dios. Satanás también trata de engañarnos en cuanto a lo que está bien y lo que está mal, y de persuadirnos de que no existe el pecado en lo que hacemos contrario a los preceptos divinos. Por eso, de la boca de Jacob, el “hijo de lobos” salió la blasfemante borricada: “me siento en paz con ser un mono delincuente del coronel psicópata”. “No os engañéis”, enseñó el apóstol Pablo. “Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:7–8).

Nos referimos ahora a Clayman, conocido como el Petreras; un funcionario cuya ocupación de adlátere de Séptimo Masquer en un primer juzgamiento o visto al descuido no resulta congruente con sus antecedentes, al menos que sus aquilatadas credenciales sean un fraude como el título de doctor del coronel psicópata. Por tratarse Clayman de un hombre curtido en el desempeño de tareas más dignificantes al parecer, según nos refieren sus vecinos y algunos compañeros, no cuadra su presencia en ese antro, pero está allí y no precisamente haciendo contrainteligencia, sino delinquiendo también. Entonces decidimos meterle la lupa a la actuación de Clayman. Se trata de un jubilado que está consciente totalmente de su papel de cómplice y alcahueta del coronel psicópata. Que tiene de buena fuente que la institución es un organismo que le sirve de fachada a una red criminal, a un GEDO. Pues se le ha dicho, se le ha advertido, lo ha leído, se le ha documentado, lo está viviendo; pero el Petreras lo disfruta y no lo sufre e insiste en quedarse en la institución haciéndose el huevón. Llenándose los bolsillos cometiendo los mismos delitos que en sus “desconocimientos acomodaticios” les permiten a este trío de “santos pecadores” de quedarse con grandes sumas de dinero provenientes de las extorsiones y otros delitos que se cometen en la institución. ¿Acaso Clayman, consideras que Masquer es más hombre que tú? ¿Por qué te le sobajas y les rindes pleitesía?

¿Pero qué aglutina a Freeman, a Wolfman y a Clayman en torno al coronel psicópata? Sabemos que FWC, es un equipo que lastimosamente se convirtió en una banda cuando sus integrantes sometieron sus voluntades al control y a la manipulación de Séptimo Masquer el coronel psicópata. Por lo menos ellos FWC – tratan de manejarse como equipo o como las cabezas visibles de la franquicia en la región subordinados a Masquer, pero sin la sinergia elemental que les sirva de ariete para tributar más y más según la avaricia de su Jefe el psicópata militar, y ahora mismo cada cual está tirando para su lado y les resbalan o les importan un pito las jerarquías y antigüedades entre sí, porque lo que priva es el negocio individual que cada uno tiene montado y sus agallas están cada vez más infladas. Y por otra parte Séptimo Masquer exige su royalty, el cual reclama que debe ser superior a las tributaciones que está recibiendo actualmente; porque deben ser ingentes cantidades de dinero negro lo que les corresponde pagar a FWC al coronel por dejarlos participar de las ganancias en el hallazgo del mega negocio que resulta de los mega delitos que oculta la fachada de la institución.

En estas instituciones en las que los funcionarios no quieren irse ni abandonar sus negocios ilícitos de ganancias corruptas, al ser delincuentes de otro nivel, en su enmascaramiento deben “aguantarse y calarse” los desparpajos anti éticos y servir de cómplices aquiescentes de la máxima autoridad del ente, si quieren continuar llenándose groseramente los bolsillos con dinero manchado; al lado de tipejos inmorales como Séptimo Masquer el coronel psicópata.

La verdad es que estos tres funcionarios no están chiflados y pueden marcar la diferencia para adecentar la institución; si deciden dignificar sus nombres y quitar el hollín que enrarece el prestigio de este organismo del estado, porque al parecer aún hay hálitos de honor en ellos y algunos compañeros testifican que sí experimentan culpas y remordimientos. Porque aun cuando están participando de los crímenes y aprovechándose de los frutos indebidos junto al psicópata, ellos no son psicópatas y se han desenvuelto con honor en otras empresas y en otras tareas que se les han encomendado, pues tienen una carrera profesional diametralmente opuesta a la reflejada en los expedientes deshonrosos por los cuales a Séptimo Masquer se le negó el ascenso a general. El grupo FWC puede colocarle los ganchos al coronel psicópata y dignificarse ante sí mismo, ante la opinión pública que sabe de esta podredumbre y principalmente ante los ojos de Dios.

«Existen dos tipos de orgullo, el bueno y el malo. El “orgullo bueno” representa nuestra dignidad y nuestro amor propio. El “orgullo malo”, es un pecado mortal de superioridad que apesta a presunción y arrogancia».
John C. Maxwell

Crisanto Gregorio León

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