Se presume que el 22 de octubre la oposición organizada de Venezuela votará para determinar quién entre 14 candidatos obtiene el mayor número de votos.
No es posible anticipar cuántos votos se emitirán. Hasta el momento poco más de 40,000 entre unos siete millones de venezolanos en el exterior se han inscrito para participar, lo cual crea cierta incertidumbre sobre lo que harán los emigrados en las elecciones generales de 2024.
En todo caso, cualquiera que sea el total de votos, será una excelente muestra – superior a cualquier encuesta – que sin duda tendrá su efecto en las candidaturas para los comicios pautados para el 2024.
Con 14 personas en el ruedo sería ideal que quien triunfe obtenga una ventaja bien diferenciada sobre su más cercano competidor/a. Pero es más probable que la votación se atomice, como ocurrió el pasado domingo en las elecciones de Guatemala, donde los dos delanteros sacaron apenas 15,3% y 12% respectivamente. Pero allá existe una segunda vuelta.
Por tal motivo no será tanto el triunfo personal de quién obtenga el mayor número de votos, sino que toda la población podrá observar y evaluar el comportamiento de los concursantes y el espíritu con que participan durante toda la competición.
Por eso, para que todo este ejercicio tenga verdadero impacto político positivo de cara al 2024 y no se convierta en un mero concurso de simpatía entre 14 personas, lo fundamental es que tenga un verdadero efecto unificador del amplio sentimiento democrático y libertario del pueblo venezolano, frente a la autocracia totalitaria de un régimen fracasado en casi todos los frentes.
En tal sentido, lo más sensato que plantean ciertos aspirantes es que se reúnan pronto todos los candidatos para adoptar ciertas reglas del juego – especie de pacto de no agresión – que promuevan mensajes positivos hacia el futuro y minimicen las descalificaciones y la radicalización de las diferencias.
Al mismo tiempo, luce aconsejable que suscriban alguna fórmula de compromiso de apoyo conjunto a la candidatura que resulte ganadora en los comicios primarios. Con ello se podrá avanzar con fuerza hacia los retos del 2024, y reducir el impacto de cualquier tercer intervención en las generales.
Las próximas primarias son para formar una coalición y armonizar todas las distintas tendencias opositoras, no para obtener premios personales. Si se vuelve un vulgar atajaperros o especie de Miss Venezuela – como desea el régimen – corremos el grave riesgo de que alguien se alce con la “corona” de 2023 y fracase luego en 2024, arrastrándonos a todos en su derrota.
Antonio A. Herrera-Vaillant