Palabras de José Ángel Ocanto en la presentación de María Corina Machado.
Acto realizado en la sede del partido Vente Venezuela. Barquisimeto.
Viernes, 16 de junio de 2023
Imposibilitada de salir del país, y hostigada con brutal saña en el territorio nacional. No puede ocupar butaca alguna en ningún tipo de transporte aéreo público o privado. Mandada a agredir físicamente por grupos oficialistas. Desconocida su condición de diputada, pese a haber salido favorecida, en 2010, con la votación más alta en la historia del parlamento nacional. Conatel ha prohibido la pronunciación de su nombre, a menos que sea para ofenderla, en las televisoras y radios del país. Perseguida en desplantes ridículos de alcabalas improvisadas, en sus rutas de campaña, para exigirle la cédula de identidad y formar embudos que saboteen su paso. Hotel donde se anuncie un acto con su presencia, como ocurrió con el Príncipe, es cerrado, apelando a cualquier alegre excusa. En los restaurantes donde come, por muy popular que sea, se sirve como postre la clausura del Seniat.
Dejan sin electricidad, caso Carora, la fase del área donde la esperaba un pueblo recargado de energía con su convocatoria, sin importar que con ese caprichoso corte afectaban al hospital. Señalada por alguien como una figura política sin futuro, porque exhibe el defecto de ser honesta. Se fabrican encuestas mediante las cuales se inventan contendores, así la pantomima resulte cómica. Desfigurado aún más, de urgencia, el CNE, en una postrera y a todas luces pancada de ahogado.
Por encima de toda esa sucesión de dificultades, María Corina Machado sigue aferrada a su sueño, realizable, de construir una sociedad de oportunidades, revestida de seguridad y libertad. Y examinado con rigor, no asistimos a la irrupción de un fenómeno electoral. No hemos tropezado con una rareza política, circunstancial. Es el fruto de veinte años de desvelos, constancia y pulcritud. Es la gloria que le sonríe, al cabo de una jornada dura, exigente, desigual, sembrada maliciosamente de atajos y vilezas, enarbolando, ella, con fervor y naturalidad admirables, una entrega de sacrificio al nivel del heroísmo, movida por su enorme y contagiante pasión venezolana.
Maria Corina es, en síntesis, la inspiradora de una palpitante promesa de redención, a la medida justa de un reclamo que no aguanta más.
José Ángel Ocanto