#OPINIÓN El Valle inquietante y el doppelganger #19Jun

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Los extraordinarios avances en la tecnología digital, robótica y animación 3D, no dejan de sorprendernos día a día. Hoy me voy a referir a la hipótesis del Valle Inquietante, (Incunny Valley, en inglés), que he conocido gracias a las páginas del The New York Times. Afirma que cuando las réplicas antropomórficas se acercan en exceso a la apariencia y comportamiento de un ser humano real, causan una respuesta de rechazo entre los observadores humanos. Las consecuencias éticas, psicológicas y filosóficas de este fenómeno son inmensas.

 El término fue acuñado por el profesor japonés experto en robótica Masahiro Mori en el año 1970, pero parece que existe un antecedente en el concepto de Ernst Jentsch de la identidad inquietante en un ensayo de 1906, titulado «En la psicología de lo inquietante» (“On the Psychology of the Uncanny”).​ El efecto inquietante del concepto de Jentsch fue introducido, en el campo psicoanalítico, por Sigmund Freud en un ensayo de 1919 titulado «Das Unheimliche», traducido a veces como «Lo ominoso» o «Lo siniestro», aunque también tiene como traducción «Lo misterioso».

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La hipótesis original del japonés Morí declara que cuando la apariencia de un robot es más humana, la respuesta emocional de un observador humano al robot se irá haciendo cada vez más positiva y empática, hasta cruzar un punto a partir del cual la respuesta se vuelve una fuerte repugnancia. Sin embargo, cuando la apariencia del robot continúa convirtiéndose menos distinguible de la de un ser humano, la respuesta emocional se vuelve positiva una vez más y se va aproximando a niveles de empatía como los que se dan entre humanos. 

Al mirar un robot «inquietante» se produce un miedo innato a la muerte y entonces se activa un mecanismo de defensa basada en la cultura, para hacer frente a la inevitabilidad de la muerte. Los androides parcialmente desmontados juegan en los temores subconscientes de reducción, reemplazo y aniquilación que llevamos al ámbito humano: Un mecanismo con un aspecto humano y un interior mecánico, actúa en nuestro miedo subconsciente afirmando que todos nosotros somos, también, sistemas mecánicos sin alma. Los androides en variados estados de mutilación, decapitación o desmembramiento, producen una reminiscencia a un campo de batalla a posteriori de un conflicto y, por ello, el mirar esos estados de mutilación nos produce un recuerdo de nuestra mortalidad.

Dado que la mayoría de los androides son copias de gente real, son doppelganger, es el vocablo alemán usado para referirse al mito del doble. Se dice que todos tenemos en el mundo un doble que es exactamente igual a nosotros y a la vez, en esencia, es la antítesis absoluta. y a veces provocan miedo a ser reemplazados por ellos en el trabajo, en una relación, etcétera. La torpeza de los movimientos de un androide podría ser molesta debido a que nos provoca miedo a sufrir pérdida de control corporal.

En la era digital abundan -en forma de cibergemelos, bots (programas informáticos que imitan nuestro comportamiento) y clonos mentales. El mito del doppelgänger juega con nuestro miedo a lo desconocido y lo incognoscible. En la era moderna hemos adaptado el mismo mito a la tecnología. La magia viene de otro mundo y es ahí donde se crean nuestros doppelgängers digitales.  La noción del doppelgänger se escapó, sin mucho esfuerzo, de las páginas de los mitos y leyendas para aposentarse en el mundo igualmente intangible de lo digital.

El séptimo arte nos ofrece gran cantidad expresiones de este curioso fenómeno del Valle Inquietante: las cintas Blade runner, basada en una novela de Philip K. Dick; El hombre bicentenario, una creación de Isaac Asimov; Inteligencia Artificial, de Steven Spielberg. Hace décadas que se viene moldeando y fortaleciendo como un término muy cinéfilo, siendo por supuesto obsesión de Alfred Hitchcock con varias de sus películas, principalmente «Vertigo», además de otros tantos íconos del séptimo arte. Es usual encontrar Doppelgängers en los trabajos de David Lynch, en varios de los thrillers clásicos de Roman Polanski o algunas de las películas mejor consideradas de la historia como «Persona» de Igmar Bergman y «Solaris» de Takovsky. Otro ejemplo, quizás el menos conocido de todos los que hemos expuesto, es la adaptación casi directa de la novela del novelista ruso Fedor Dostoyevsky realizada en 2013. «El Doble» es una comedia negra protagonizada por Jesse Eisenberg y Mia Wasikowska, sobre un joven que ve su vida usurpada abiertamente por un doble exacto que incluso llega a ser contratado en su mismo lugar de trabajo. Fue la segunda película dirigida por el brillante comediante inglés Richard Ayoade (Moss de «IT Crowd»). 

En la literatura universal resalta el extraño caso del doctor Jekill y el señor Hyde», escrito por Robert Louis Stevenson es una versión de la historia del doppelgänger. Quizás uno de los mejores para darnos el sabor de lo que estamos hablando sea el extraordinario escritor Edgar Allan Poe, quien en su cuento «William Wilson» nos ofrece uno de los más claros ejemplos de un doppelgänger, con el protagonista descubriendo, poco a poco, algo raro, empezando por la llegada a su colegio de un alumno que sin ser pariente mío llevaba mi mismo nombre y apellido; un circunstancia poco destacable porque pese a mi ascendencia noble, el mío era uno de esos apellidos comunes que, desde tiempos inmemoriales, parecen haber pasado a ser propiedad de la plebe. Mi tocayo había nacido el diecinueve de enero de 1813 y esta es una coincidencia bastante notable, pues se trata precisamente del día de mi natalicio. ¡El mismo nombre! ¡La misma figura! ¡El mismo día de llegada a la academia! ¡Y después su obstinada e insensata imitación de mi manera de caminar, mi voz, mis costumbres y actitudes! En Rayuela, novela del escritor argentino Julio Cortázar, el protagonista llama irónicamente a un personaje su Doppelgänger debido a una curiosa simetría que se establece entre ellos en varios aspectos de su vida. En la novela El hombre duplicado de José Saramago, el protagonista Tertuliano Máximo Alfonso descubre a los 38 años que en su ciudad vive un individuo exactamente igual a él al que no le une ningún vínculo de sangre.

Psicológicamente esto puede ser un evento catastrófico. Nuestra necesidad de singularidad es tan fuerte que puede afectar nuestro bienestar. La leyenda dice que tenemos siete doppelgangers en algún lugar del mundo. Una teoría cosmológica reciente de la mecánica cuántica, la paradoja cuántica del “gato de Schrödinger”, afirma que existen universos paralelos donde viven otras personas idénticas a nosotros. 

Amable lector: ¿Cuántos doppelgangers ha encontrado usted en su vida? Existe twinstrangers.com, un sitio web para encontrar a tus gemelos extraños. Le deseo mucho éxito en esta búsqueda verdaderamente alucinante.

Luis Eduardo Cortés Riera 

[email protected]

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