Trabajo de www.talcualdigital.com
Hoy los venezolanos vuelven a percibir como sus principales problemas a la inflación y a la crisis económica. En 2022 ocurrió lo que estudiosos de la opinión pública llamaron «la euforia colectiva», cuando la economía creció de manera significativa luego de que el país saliera del ciclo recesivo en el que estuvo durante seis años.
Pero el país pasó de la euforia al frenazo. En la etapa del «Venezuela se arregló» hubo mejoras debido a la apertura económica luego de la pandemia del covid-19, a la liberación de facto de los controles y al proceso de dolarización. Pero con todo ello hubo una «sobredimensión de las expectativas», las cuales se golpearon contra la pared de la poca inversión en el país, la incertidumbre en la gestión de las políticas públicas, las sanciones, la pérdida de cuota en el mercado petrolero, la venta de crudo con altos descuentos, el deterioro de la refinación, la acumulación de deuda, la poca inversión y la fuga de talentos.
En la primera parte de 2023 la actividad económica volvió a desacelerarse, quedando evidenciado en la caída de las ventas y del consumo. Esta situación generó el cierre de muchos negocios que nacieron entre finales de 2021 y 2022.
De acuerdo a cifras dadas a conocer por Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, 79,6% de la población dijo tener una perspectiva negativa de la situación del país. «La sensación de Venezuela se arregló se ha ido», acotó en el foro Perspectivas 2023: Cuando el futuro se convierte en ilusión, organizado por la consultora Ecoanalítica.
La encuestadora Datanálisis señaló que para 76,5% de los venezolanos la inflación es el principal problema del país; seguido de la corrupción con 43,7% y la crisis económica con 26,5%. «Por primera vez en la historia de nuestras encuestas, la corrupción se coloca en el segundo lugar», señaló Luis Vicente León, director de Datanálisis.
Durante el mismo foro, el economista destacó que 2023 marca un cambio de tendencia hacia lo negativo sobre la situación país, luego que entre 2021 y 2022 se alcanzara una mejora en esta percepción a niveles cercanos a 2013 cuando Nicolás Maduro ganó la presidencia. Los resultados de la medición reflejan que en abril de este año, 77,8% de los encuestados señaló tener una percepción negativa del país.
A continuación lo que explican varios economistas del por qué vuelve a frenarse la economía en Venezuela, y lo que muy bien sabe la administración de Maduro y calla:
1. Rebrote de la inflación
«Otra vez el precio toma fuerza y las ventas empiezan a caer, otra vez», dijo Alexander Cabrera, director de la consultora Atenas Group. Cifras de la consultora señalan que para abril los precios de los bienes repuntaron 1,6%, a pesar de algunas bajas en los tres primeros meses de 2023.
Esta situación trajo una consecuencia inevitable: la caída del consumo. De acuerdo con la data de la consultora, en mayo se reflejó una baja de 2,4% y en abril de 1,5%.
«Cerramos mayo con una caída del consumo del 2,4%, siendo las dos canastas que más pesan la de alimentos básicos con una baja de 6% y en proteínas de 9%. Cómo ya saben los incrementos de precios traen caídas en ventas de unidades. Nada nuevo que contar», afirmó Cabrera.
Esto coincide con cifras dadas por Ecoanalítica en su foro Perspectivas 2023. Los resultados de su índice de ventas comerciales señalan una caída de 17,5% en enero en el área metropolitana de Caracas y de 4,6% en mayo.
«La población venezolana destina casi 60% de sus ingresos a la compra de comida, seguido de un más de 10% a medicina y menos de 10% al pago de la gasolina. Con poca capacidad de consumo, no hay espacio para el lujo», dijo Graciela Urdaneta, economista senior de Ecoanalítica.
Este rebrote de la inflación es consecuencia de la misma política que se ha ejecutado en las dos últimas décadas, pero más aún, es consecuencia de los controles de precio y de cambio que tanto daño hicieron a la economía. Pero también a un menor gasto público que ha sido aplicado en detrimento de los salarios de los trabajadores.
«La sostenibilidad fiscal sigue siendo un problema en Venezuela», apuntó Pedro Palma, director de la consultora Ecoanalítca, también presente en el foro.
Para Sary Levy, presidenta de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y Sociales, la adopción de un conjunto de políticas sumamente negativas como los exorbitantes encajes legales al sector bancario, impidieron la intermediación financiera, y el sector productivo se encuentra en una situación en la que no cuenta con financiamiento.
«Y todo bajo el argumento de que esto es prioritario para bajar la inflación y la depreciación de la moneda, pero sabemos perfectamente que la raíz de este flagelo está en el déficit fiscal estructural y su monetización a través del BCV», dijo en el foro organizado por Analítica ¿Por qué es contraproducente la política económica actual?.
Señaló que para tapar ese hueco fiscal, hay un incremento de los impuestos que está consumiendo a las pocas empresas que quedan dentro de la formalidad y, recordó que los estímulos están para que el comercio se ubique dentro de ese sector informal, lo que hace que la base tributaria sea menor y se incrementa la presión para ese sector productivo formal que queda».
«Hay un conjunto de políticas que dicen atender problemas, pero lo que hace es profundizar problemas y que son generadoras de pobreza», afirmó Levy.
La inflación en dólares (que tanto debate generó en años pasados), «ya está clara que existe y es muy marcada», acotó Asdrúbal Oliveros en el foro de Ecoanalítica. Dijo que en la medida en que se amplía la dolarización de las transacciones en la economía, tiene un largo efecto acumulado.
«Para comprar lo que comprabas en enero de 2019 con 100 dólares en Venezuela, hoy necesitas más de 400 dólares». señaló.
2. Política de contención salarial pública
La administración de Maduro mantiene una política de bajar gastos principalmente con la política salarial. Desde hace un poco más de un año no aumenta el salario mínimo y continúa con la entrega de bonos, lo cual le permite pagar de acuerdo a sus disponibilidades. Entre tanto, la inflación sigue subiendo aunque no en la misma proporción de años anteriores.
Debido a la devaluación del bolívar, la brecha entre el salario del sector privado y del sector público se amplía cada vez más. Pese a que las empresas privadas no incrementasen su gasto en nómina excesivamente, la indexación de los sueldos al dólar genera cierta estabilidad, aunque perdió 5% de poder de compra debido a la variación de precios en dólares.
De acuerdo con un estudio del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) para el cierre del primer trimestre de 2023, el salario promedio que paga a los trabajadores de empresas privadas en el área de comercio y servicios se encuentra en $141,2 mensuales. Mientras que el Estado mantiene sus Bs 130 de sueldo mínimo desde marzo de 2022, que se contrajo de $30 a tan solo $5 debido a la devaluación del bolívar en los últimos meses.
3. Alto inventario, baja producción
Entre los factores que inciden negativamente en la competitividad y productividad de la manufactura nacional, destacan la baja demanda, la falta de financiamiento, los excesivos tributos fiscales y parafiscales, la competencia con productos importados y la precariedad en los servicios públicos. De acuerdo a los resultados de la Encuesta de Coyuntura Industrial correspondiente al primer trimestre de 2023 presentados por Conindustria, el uso de la capacidad instalada de los establecimientos industriales fue de 31,2%, registrando un descenso frente al 39,9% obtenido durante el período octubre-diciembre 2022. Ello se tradujo en la contracción del volumen de producción en 1,5%, al compararlo con similar periodo de 2022.
Los comercios y las industrias cuentan con un alto inventario, pero debido a la caída del consumo no hay una salida importante de los productos. Si este indicador de elevara significativamente, la industria estuviera en serios aprietos.
Luigi Pisella, presidente de Conindustria, destacó que «un elemento adicional, tiene que ver con los llamados ilícitos», en particular los referidos a los productos falsificados dentro o fuera del país, así como el contrabando, es decir, productos que ingresan sin pagar impuestos y sin cumplir con la normativa sanitaria y permisología a la cual están sometidos los bienes de consumo fabricados en el territorio nacional, ocasionando un serio daño a las arcas públicas, a la salud de la población y a la industria venezolana.
La flexibilización de impuestos aduaneros que ha permitido inundar al país de productos importados, la alta presión tributaria y el poco acceso al financiamiento bancario son otros de los factores que afectan al sector industrial.
Por su parte, Asdrúbal Oliveros recalcó que las empresas enfrentan lo que calificó como «el triángulo de la muerte»: costos crecientes, más competencia informal y de las importaciones, y un consumidor con bajos recursos.
«El problema es que somos una economía estabilizada en el foso. No crecemos lo suficiente y el mercado no da para todo. Las empresas que mejor se adapten son las que van a sobrevivir», apuntó el director de Ecoanalítica.
4. Bloqueo al crédito y otras trabas financieras
El economista José Toro Hardy destacó que actualmente Venezuela tiene una amenaza muy grande y es el nivel brutal de endeudamiento, la cual no es posible pagarla en las actuales circunstancias. Venezuela además no puede acceder a los mercados internacionales para emitir deuda debido a las sanciones financieras de Estados Unidos, el cual ha puesto como condición para flexibilizar las medidas, si hay cambios políticos significativos y respeto a los derechos humanos por parte de la administración de Maduro.
Esa falta de financiamiento externo impide que se puedan acometer grandes proyectos de infraestructura en el país, que por demás son grandes generadores de empleo.
«Creo que es hora de ver cómo Venezuela transforma esta deuda en una oportunidad, como la de ejecutar un mecanismo para negociar deuda por inversión. Pero por supuesto para llegar a un acuerdo con acreedores también se requiere mejorar su economía y producción petrolera. Además, los últimos 20 años han sido terribles para los inversionistas porque no ha habido seguridad jurídica», recalcó Toro Hardy en el foro de Analítica.
Y es que el dólar es cada vez más la moneda de mayor uso en Venezuela con 70% de todas las operaciones. Le sigue el Zelle y otras plataformas similares con 14,8%; las tarjetas con 7,8%; las billeteras electrónicas con 4,5% y las transferencias con 2,8%; de acuerdo a cifras de Ecoanalítica.
Del total de las transacciones en el sistema, las correspondientes a bolívares son menos de la mitad con 47,3% versus 42,3% en dólares, 5% en pesos colombianos (específicamente en el estado Táchira y parte de Zulia), y el euro con 3,7%.
Señaló Asdrúbal Oliveros que en el país hay $4.825 millones circulando solamente en efectivo, es decir, muy por encima de la liquidez en bolívares, que equivale a unos $1.200 millones.
Con respecto a los pagos por rubros, la dolarización también tiene su cuota de mercado: 89,8% en compras de electrodomésticos, 81,6% en electrónicos, 71% en repuestos, 64% en ropa y calzado, 51% en alimentos, 46% en cuidado personal y 41% en servicios de salud.
La administración de Maduro y sus asesores, varios de ellos ecuatorianos, no han podido recobrar la confianza de la población en el bolívar, su moneda nacional; mientras que cada vez más son los venezolanos que prefieren obtener ingresos en divisas.
6. Precariedad de los servicios públicos
Sin servicios públicos como electricidad y agua se hace más cuesta arriba poder producir en Venezuela y en cualquier otro país.
Desde hace una década se evidencia la precariedad de los servicios públicos, lo que ha generado serios problemas económicos, pero también sociales y asistenciales.
Por ejemplo, el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos preguntó a los usuarios en su última encuesta de percepción ciudadana, sobre cómo fue el funcionamiento de la electricidad en el último trimestre y 43,2% dijo que fue negativo debido a las fallas y apagones ocurridos en el período.
7. Problemas con ingresos por corrupción de Pdvsa
A la debacle de la industria petrolera nacional debido a años de desinversión, se suma la pérdida de recursos producto de la corrupción e irregularidades. La última trama develada por las propias autoridades venezolanas en marzo pasado, se convirtió en la guinda de una serie de casos que ocurrieron en Pdvsa en estas dos décadas.
«No conozco país alguno que haya caído tanto, es decir, en 75% en tan corto tiempo. Pasamos de ser un país con un alto producto per capital por habitante en América Latina, a competir con Honduras y con Haití en bajo nivel de productividad. Venezuela es una nación cuya deuda pasó de 27.000 millones de dólares en el año 1999 a 120.000 millones de dólares en la actualidad, según cifras del Banco Mundial y cuya industria petrolera fue destruida de una manera brutal. Hoy deberíamos estar produciendo 6 millones de barriles diarios pero estamos en los 700.000″, acotó José Toro Hardy.
Recalcó que las refinerías, los oleoductos y la situación de la infraestructura petrolera en general está en un estado deplorable y que las inversiones foráneas serían las únicas capaz de recuperarlas, lo cual «generaría un efecto multiplicador muy alto en otros sectores como el metalmecánico, químico, construcción, entre otros».
Francisco Monaldi, experto petrolero y profesor en la Universidad de Rice en Estados Unidos, afirmó en el evento de Ecoanalítica que técnicamente se puede recuperar el sector. «Venezuela podría producir más de 3 millones de barriles diarios en seis u ocho años, solo si obtiene inversión extranjera, se abre un marco fiscal progresivo, se reducen los costos y las emisiones.
No obstante, aclara que el cualquier caso, «en el futuro el petróleo venezolano no alcanza para recuperar la economía venezolana».
8. Caída precios del petróleo
En el segundo semestre de 2022 hubo un frenazo, reiteró Graciela Urdaneta de Ecoanalítica, debido a la caída de los precios del petróleo en el mercado internacional y en consecuencia del ingreso petrolero. Por lo que en 2023 «llegó un golpe de realidad».
Francisco Monaldi destacó que el precio promedio mensual del petróleo venezolano es de 62 dólares el barril (crudo Merey), pero sin contar los descuentos financieros. A esto se suma que la producción de Pdvsa no aumentará significativamente en el resto de 2023, y aunque se flexibilizaran aún más los acuerdos con la empresa norteamericana Chevron, las cifras tocarían un techo de 850.000 b/d.
Pdvsa se puso como meta producir 1 millón de b/d en el año 2022, luego se pospuso para agosto de 2023, lo que evidencia la imposibilidad de la industria de incrementar los barriles.
«Este es un modelo que exhibe menosprecio por la libertad individual y por su capacitación. La pregunta es si la política actual es contraproducente para qué. Insisto en que en este modelo la dinámica económica es instrumental al modelo político ideológico y por lo tanto los objetivos económicos que conocemos como los tradicionales dejan de ser, es decir, ya no es el crecimiento, no es la diversificación, no es la productividad, no es la competitividad de las cadenas productivas, estos no han sido los objetivos en estas dos décadas. Todo lo contrario, lo que henos observado es la minimización del sector privado y el uso desmedido de los recursos de la nación», acotó Levy.
Afirma que «la perversidad de la dinámica que se impuso» generó un debilitamiento institucional que redujo los estímulos para la inversión, y como ejemplo, el haber violentado los derechos de propiedad privada, las regulaciones y controles desmedidos.
Asdrúbal Oliveros recuerda que la economía venezolana es «altamente volátil» y es desigual en cada uno de los sectores e incluso regiones del país. Las previsiones de Ecoanalítica señalan que el PIB venezolano crecerá 3,4% en 2023, luego de haber experimentado una variación de 7,6% en 2022. Pero más relevante es la estimación de crecimiento del PIB no petrolero el cual cerrará en 3,1% tras haber aumentado 8% el pasado año.
Aunque en 2023 se proyecta un mayor crecimiento comparado con el primer semestre del año, estará concentrado en la región central y en sectores específicos, como alimentos, salud y servicios.
«El gobierno enfrenta un serio dilema entre un mayor crecimiento, aumentar el gasto y ganar elecciones, en contraste con mayor inflación, restricción del gasto y tener que quemar más divisas», dijo.
10. Falta de instituciones fuertes e independientes
La independencia del Banco Central de Venezuela (BCV) para dejar de financiar el gasto público y restablecer el crédito bancario, es la principal medida a ejecutar en cualquier programa de estabilización macroeconómica. El uso de los recursos del ente emisor como parte del presupuesto de la Nación fue la mayor causa de la hiperinflación y aún sigue siendo el motivo de la pérdida de valor del bolívar.
«Se empezó con el famoso millardito de las reservas internacionales y puso fin a la autonomía del BCV; el despido del 50% del personal de la industria petrolera trajo la ´Pdvsa roja rojita´; el ´enróllemos su decisión bien enrolladita´ de Hugo Chávez al TSJ y; las leyes habilitantes que generó el famoso ´¡exprópiese, exprópiese!´. Es decir, el adiós a la independencia de los Poderes que aún continúa», afirmó José Toro Hardy.
11. Fallas en la disponibilidad del combustible
Pocos sectores de la economía de un país puede avanzar si hay escasez de combustible. El agrícola es uno de ellos, seguido del industrial. Durante los últimos meses se ha observado fallas persistentes en la distribución de gasolina y diésel, y en las últimas semanas se incrementaron las largas colas de vehículos en las estaciones de servicio, debido a una nueva crisis de combustible tras la paralización de varias unidades en las refinerías venezolanas.
Uno de los ejemplos de la afectación de la escasez de gasolina es la difícil decisión de varios productores de Táchira, Mérida y Trujillo que tuvieron que botar su cosecha de cientos de kilos de tomates, por la dificultad de transportarlas para su distribución.
12. Bajas reservas internacionales y falta de un fondo de emergencia
Las reservas internacionales del BCV tienen más de una década sin recuperarse. El uso de los gobiernos chavistas de estos recursos para financiar el gasto público y alimentar fondos paralelos al presupuesto, que fueron gastados sin contraloría ni rendición de cuentas, hizo que el país no contara con un fondo de estabilización económica o de emergencia para paliar al menos la crisis asistencial.
Los recursos del Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM) del BCV fueron utilizados casi que en su totalidad (de $7.111 millones que llegó a tener en 2001 ahora cuenta con tan sólo $3 millones); mientras que el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) gastó $132.000 millones sin haber generado un impacto notable en la calidad de vida de los venezolanos.
Hoy las mermadas reservas del BCV ($9.960 millones) siguen siendo utilizadas para financiar gasto público, pero también para estabilizar un mercado cambiario que no deja de ser totalmente volátil.
A juicio de Pedro Palma, no hay posibilidades de que el tipo de cambio se pueda sostener, recordando lo que advirtió hace 10 años del que el «tsunami cambiario» acabaría de hundir a la economía venezolana. Y así pasó.
«Es muy poco probable que se pueda mantener la estabilidad cambiaria», reiteró el director de Ecoanalítica quien destacó que las previsiones para el cierre de 2023 es que el precio del dólar sea de 61,23 bolívares, es decir, Bs 34,22 más que la de este miércoles 14 de junio.