#OPINIÓN Los Diarios de la Zía Nona: La abominación de los espejos – 1 (Parte XX) #5Jun

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«Los espejos y la paternidad son abominables…

… porque lo multiplican y lo divulgan» 

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Anglo-American Cyclopaedia 

«Así combatieron los héroes, tranquilo el admirable corazón, 

…violenta la espada, resignados a matar y a morir».

«La brevedad como excelencia; mejor lograr un único verso válido que 

un soneto o un largo poema; mejor dos líneas que una extensa novela»

 «Los buenos lectores, a quienes consideraba como a unos cisnes negros… 

…aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores»

«Descubrimos (en la alta noche es inevitable) que los espejos tienen algo

…monstruoso. Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que …

…los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres»

«Yo no lo digo todo, yo no digo nada nuevo; pero tengo conciencia de este límite»

«Nadie en el mundo era capaz de acordarse de lo que publicaba un diario, porque sólo allí… 

…se escribe para el olvido, deliberadamente para el olvido» 

Borges

  • El eco de los espejos

En el espejo, a oscuras, la manecilla del reloj de pared daba las 2:15 am. Observé pensando si una vez había considerado seriamente el suicidio. Me sorprendió estar seguro que no había un alma que no lo hubiere pensado no importaba cual el grado de apego a la existencia que tuviera o no. No estaba seguro si dormía o no, o si el que veía en el espejo era un eco-reflejo de mí mismo.  

Últimamente despierto como dormido y duermo como despierto. Eso me daba la impresión con el ejemplar que reposaba sobre la mesa de noche, es decir la cama de al lado. En el espejo las cosas ya no eran las mismas que este lado de la realidad. Allá el tictac era una mesa de noche que daba la hora con tonos musicales y la cama era un navío estigio sin un demonio que te cobrara una moneda de cobre para irte al más allá. Todas las cosas daban vuelta como si orbitaran internamente en el cosmos del encéfalo, tan desconocido por el portador del cerebro como por el descubridor de las neuronas. 

La confusión era tal, que hasta estaba ordenada y por orden de quién sabe quién. En ese estado de cosas confucianas era mejor no invocar al heresiarca de la tesis o la herejía del caos para un monoteísta monótono. Es peligroso contrariar al lector que, si uno esta confuso no hablemos del que le toca bailar con el erudito políglota, que más confuso que nadie, solo a veces comprende lo que dice. Desperté tal vez en el otro lado del espejo porque con una Glock, una botella de Vodka y una novela de Otrova Gomas teniéndome en ascuas (ahora que por fin supe qué significaba “ascuas”), no podía ser cierto o era muy cierto aquél punto de cristal que aún impertérrito daba la misma hora.

En la mesa de noche que cantaba la hora estaba la imagen especular de lo que in situ pasaba, por no llamarle ensueño realidad o realidad soñadora. La cama en audio de voz, relató el drama de Francisco Bastos o el Hombre de la esquina rosada… El 24 de agosto del año 1934 Jorge Luis Borges compró un revólver, una novela que ya había leído (El misterio de la cruz egipcia, de Ellery Queen), una botella de ginebra, y, con todo eso, se fue a una habitación de un hospedaje de Adrogué. Entró al cuarto, se tiró en la cama, vestido como estaba colocó el arma en la sien y lloró. Lo hizo casi como un niño, con el corazón desgarrado y las pataletas de rigor, porque si bien no tenía coraje para vivir; mucho menos lo tenía para matarse. (Daniel Centeno. Las infamias del Cisne). 

El ensueño empezó a caerme gordo y ponerse raro, rosé, cuando me hallé solo en una esquina con una rosa rosada, y eso en criollo bueno, era darle la vuelta a la laguna del LGBTI. Me dio gracia pensar en mariconadas. Pero para la gente seria las mariconadas rodean el área prohibida del macho vernáculo (o con la culata en Berna), que es el planeta Urano o donde no llega el sol. 

Onírico curioseé, si el humor como los sueños no tienen confines, y es tan bueno aquí como en Pekín, e incluso en los bacanales de Urano donde el divino Dionisio (Baco) fertilísimo y beodo de metra tiene su bungaló para mantener las apariencias de los paparazzi que hasta en el cielo están entrometidos. A los paparazzi de los cielos, edenes, nirvanas, paraísos, Valhala, vergeles etc., los dioses olímpicos les tienen mucha tirria a los paparazzi, porque la viperina es más letal que el Rayo olímpico de Zeus, el Martillo divino de Thor o el puño verde radiactivamente humano de Hulk.

  • Copulation and Mirrors

Dormido o despierto nunca supe de cuál lado del espejo estuve en el trance. Dentro de una lógica admisible, si es que hay una en los ensueños, permanecía en el lado en que Alicia se asomaba en el espejo al vendaval de los sinsentidos. Pero no noté al sombrerero loco tomando el té o un par de gatos siameses o una reina de corazones cortando cabeza. Lo que sí miré, no con menos asombro que la niña Alice, fue un libro para ciegos, una silla de rueda para atletas y una cama para insomnes con clavos de faquir. Allí lo gorila del brete volvió con todo. Era todo un abuso contra las normas de lo verdadero. Pero el rollo es que luego de descubrir la verdad, (dijo un renombrado científico de este lado del espejo), la verdad no tiene sentido. Por algo será, me dije en plena locuacidad.

Seguí mis instintos y callé el dialogo interior, cosa que de este lado del espejo nunca pude. Nunca supe cómo. En ese lado del mundo modular el dialogo íntimo no era una anormalidad como sí en el nuestro. Sentirse libre del interlocutor daba una paz inusitada. Permitía a la imaginación ser la base de toda experiencia y no la lógica de la razón. La voluntad tenía la sartén por el mango, en ese lado del cristal. 

De pronto me encontré caminando en un pasaje para ciegos como diría Ernesto, donde el camino no tenía final, solo una obscuridad interminable, pero al mismo tiempo clara. Podías verte a ti mismo, pero no mucho más. Alcancé una plaza rodeado de contrafuertes con nombres en sus topes como si fuere una majestuosa galería del tiempo. Me llamó la atención el arbotante que decía Jurásico. Entré como Pedro por su casa, sin pedir permiso, ni cobrar doscientos cual monopolio.

En ese mundo no abominable el hombre aun no era una imagen terrenal. Los espejos solo estaban en los cristales de agua, en las superficies de las mareas y los océanos. No en la invención de abominables que se multiplicaban para destruir y no para instruir o construir un planeta mejor, sustentable, pero lo único sustentable en el lado no despierto del espejo, era la ambición y el poder, valdría decir, la ruina del mundo natural a costas de la ruina de lo in-mundo social.

Los múltiples portales en realidad eran espejos de tiempo. Aludían a lo natural y lo profano de cada época. En un espejo casi imperceptible observé nuestra tierra. Pequeña, desbaratada, liada, desunida, enrevesada. Un caleidoscopio de reveses en una sola imagen estática. El mundo oscuro y perverso de los que creen ser dueños por derecho divino de todo. Allí observé un apartado país nutriéndose de lo innecesario y absurdo. 

Seguí adelante para dar prisa al mal paso. La desazón alcanzó un tope y costó devolverse al ritmo de los espejos del más allá. Pero los espejos del más allá son los espejos de uno mismo vistos desde adentro. Un telescopio Hubble interiormente apto para ver lo que no se mira a simple vista, pues no está al alcance de la luz visible, pertenece acaso, al espectro invisible de la confianza y de la infinitud ignota de la materia oscura. Recordé a Terry Pratchett quien aseguraba que cuando la luz visible se estableció, la oscuridad la estaba esperando desde siempre.    

El libro de Otrova, el arma automática y la botella de Vodka, vaya usted a saber cómo demonio, nos miraba junto al reloj de pared marcando las 2:15 desde hacía años según el relativismo en el que manejaba la vigilia al otro lado del mirador. Las cosas extrañas no dejaban de pasar. Incluso un paralelismo grosero con el gaucho quien lo culpaban de bibliógrafo engañoso adrede y obsesivo cronológico y melindroso con la historiografía y los detalles in extremis como el memorioso de Funes. Algo peculiar que a uno le pasa con total coherencia ensoñadora, es la incoherencia de los tiempos. Bien podía pasarse el lapso en una mecedora con la abuela Carmen o con mamá molesta odiando los malos modales y la poca higiene. O venirse a pasear por las costas de margarita para bucear en los manglares en busca del mundo submarino muy parecido al mundo en el espejo en el que ahora respiraba bajo el agua con las branquias que alguna vez tuve.

Ahora los bronquios solo me daban para aguantar el aire que perdía por la impresión de los absurdos permisibles de la dimensión copular y multiplicadora de los espejos por no decir de mis pelotas. No tardó en aparecer, como suelen hacerlos los magos del sueño, una china en pelota que nunca es igual a una pelota en China. La cosa se puso mejor porque para lo carnal tenía traje hecho a la medida de los doctores de la fruición. Gozar para este servidor era leitmotiv tanto como copular incluso en sueños que es la mejor de las cópulas. Quería tropezar a la china que parecía colombiana pero cada vez que metía mano, se evaporaba en una figura excitante dentro de un vértigo de sudor.         

Parecía ser que en los espejos las féminas son más escurridizas y gozonas. Tal vez porque el Doctor Sueño daba libre albedrío ya que de lo contrario irían a la cárcel por inmoralidad pública toda la humanidad emputecida por los nuevos derroteros y la liga LGBTI que ahora tiene al sereno agarrado por la chivita para no ofenderlo y decir por las bolas, que es lo que mejor manejan las del sexo disque débil (incluida LGBTI) ¿A ver qué tanto aguantan los vernáculos de ambos lados del río, con un estrujón de pelotas sin límites?

El absurdo sin absurdo no tenía confín. Los blancos no podían ser más negros ni los negros más albinos. Entonces asomó el arbotante de los orígenes de la variación de un filántropo llamado Francisco Bastos “En 1517, el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se abatían en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas y propuso al emperador Carlos V la importación de negros que se abatieran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas. A esa curiosa variación de un filántropo debemos infinitos hechos: 

  • Los blues de Handy… 
  • El tamaño mitológico de Abraham Lincoln
  • Los quinientos mil muertos de la Guerra de Secesión
  • Los tres mil trescientos millones gastados en pensiones militares
  • La admisión del verbo linchar décimo-tercera edición del Diccionario de la Academia 
  • La culpable y magnífica existencia del atroz redentor Lazarus Morell
  • Los cuatrocientos millones de toneladas de fango dejadas al año en el Golfo de México por el río Mississippi
  • El precio de esclavo de la época y fecha, lugar, enfermedad y alias que utilizó su personaje al momento de expirar.

El espejo me miró fijo a los ojos y de pronto volví a este lado del reflejo donde la realidad era tan absurda como el tiempo del tictac que seguía marcando la misma hora… me incorporé y fui al espejo y pensé… la realidad de los sueños se multiplica al infinito como cuando enfrentas espejos uno ante el otro. La abominación de los espejos apenas comienza a multiplicarse….   

Nota del Autor:

1 Hijo de una familia acomodada, Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899 y murió en Ginebra, una de sus ciudades amadas, en 1986. Vivió, desde pequeño, rodeado de libros; y, entre 1914 y 1921, y más tarde en 1923, viajó a Europa, lo que le puso en contacto con las vanguardias del momento, a cuya estética se adhirió, especialmente al ultraísmo. En la primera mitad de esa década dirigió las revistas Prisma y Proa. Poeta, narrador y autor de ensayos personalísimos, ganó el premio Cervantes en 1980 y fue un eterno candidato al Nobel, ingresando en la ilustre nómina- de quienes, como Proust, Kafka o Joyce, no lo consiguieron. Pero, como ellos, Borges pertenece por derecho propio al patrimonio cultural de la humanidad, y así está reconocido internacionalmente.

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