El presidente turco Recep Tayyip Erdogan prestará juramento para su tercer mandato el sábado.
Todos los ojos están puestos en el anuncio de su nuevo gabinete: su alineación debería indicar si seguirán las políticas económicas poco ortodoxas o regresarán otras más convencionales en medio de una crisis del costo de vida.
Erdogan, de 69 años, ganó un nuevo mandato de cinco años en segunda vuelta electoral y podría extender su gobierno a un cuarto de siglo. Turquía, que se extiende a ambos lados de Europa y Asia, controla el segundo ejército más grande de la OTAN, alberga a millones de refugiados y desempeña un papel crucial en la región.
Está previsto que Erdogan preste juramento en el Parlamento, seguido de una ceremonia de inauguración en su extenso complejo palaciego. También se espera que revele a los miembros de su nuevo gabinete durante una ceremonia más tarde el sábado.
Decenas de dignatarios extranjeros viajarán para asistir a la ceremonia, incluido el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Según la agencia estatal Anadolu, otros líderes presentes incluyen a Ilham Aliyev de Azerbaiyán, Nicolás Maduro de Venezuela; Cyril Ramaphosa de Sudáfrica, Nikol Pashinyan de Armenia, Shahbaz Sharif de Pakistán y Abdul Hamid Dbeibah de Libia.
Erdogan fue reelecto en medio de una serie de desafíos internos que se avecinan, incluida una economía maltratada, la presión por la repatriación de millones de refugiados sirios y la reconstrucción después del devastador terremoto en febrero que mató a 50.000 y arrasó ciudades enteras en el sur del país.
El país está lidiando con una crisis del costo de vida alimentada por la inflación que alcanzó un asombroso 85% en octubre antes de disminuir al 44% el mes pasado. La moneda turca ha perdido más del 10% de su valor frente al dólar desde principios de año.
En el poder como primer ministro y luego como presidente desde 2003, Erdogan ya es el líder más antiguo de Turquía. Ha solidificado su gobierno a través de cambios constitucionales que transformaron la presidencia turca de un rol mayormente ceremonial a una oficina poderosa. Los críticos dicen que su segunda década en el cargo se vio empañada por un fuerte retroceso democrático, incluida la erosión de instituciones como los medios y el poder judicial y el encarcelamiento de opositores y críticos.