Venezuela necesita con urgencia ser liberada de los infinitos males que la acechan. Ya ha sido suficiente. En algo más de dos décadas ha sucedido lo que parecía imposible. El régimen actual desde los primeros años empantanó toda la vida pública y, en consecuencia, desprestigió a la izquierda decente y democrática que entonces existía y hoy tiene al país en hilachas.
Sabemos de los problemas internos que el régimen tiene en su seno. Cada día son más los que temen profundamente el precio que tendrán que pagar quienes han sido protagonistas, activos o pasivos, del más terrible fracaso de que tenga memoria el continente americano y uno de los mayores de todo el planeta. Todos pueden tener la seguridad de que no habrá retaliaciones indebidas cuando lleguemos al final. Pero habrá justicia que no podrá confundirse con venganza.
Entre muchas otras cosas, tenemos la obligación de reivindicar unos cincuenta años previos a este desastre que en este tiempo se han desnaturalizado por completo. Debemos hacerlo pensando en las nuevas generaciones que no tuvieron oportunidad de vivirlos, pero que merecen conocer la historia contemporánea sin dobleces. Deberán entender que el cáncer venezolano, que ya ha destruido órganos vitales de la nación, debe ser extirpado de manera resuelta y definitiva.
El régimen se ha despedido de todo sentimiento de decencia. Nosotros debemos tener siempre presente que la fuerza del alma depende de la firmeza. Mantenernos fieles a nosotros mismos es indispensable. Tiene que existir una relación clara entre nuestros objetivos y nuestros actos. Debemos evitar que la lucha que estamos planteando se convierta en una simple rutina, los ánimos pueden decaer.
También es necesario tener claro que ninguna “negociación”, como las que conocemos, garantiza la libertad plena y la vigencia del estado democrático. Recordar siempre que el mejor gobierno es el que gobierna menos. Pueden tener la seguridad de que los derrotaremos y se arrepentirán demasiado tarde. Deberían de tratar que este pueblo que tanto sufre no se convierta en su peor y eterno enemigo.
Repitiendo cosas dichas en varias oportunidades combato a este régimen porque ha empobrecido a millones de compatriotas, hoy en la miseria. De alguna manera tiene la responsabilidad máxima en la migración de más de siete millones. Todo bajo una administración civil y militar incompetente y cara. El país no puede permitir que esto continúe. Ya basta de manosear torpemente la realidad sin tratar de cambiarla
También hemos repetido hasta el cansancio que este país tiene ideas, planes y proyectos concretos para salir adelante. También tiene los recursos humanos necesarios para alcanzar las metas. En esto debemos concentrarnos, sin descuidar, por supuesto, lo relativo al tema electoral, pero sin dejar que eso nos arrope.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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