Los presidentes sudamericanos lograron acordar una declaración en la que se comprometieron a diseñar una hoja de ruta para supervisar una mayor integración regional, al término de una cumbre celebrada el martes en Brasilia en la que Nicolás Maduro se robó la atención y de nuevo generó discrepancias.
En el documento, que fue una expresión de buenas intenciones, los mandatarios reconocieron la importancia de mantener un diálogo regular para impulsar la colaboración y proyectar la voz de la región en el mundo.
El encuentro fue convocado y encabezado por el presidente de Brasil Luiz Inácio “Lula” Da Silva, quien apuesta por retomar el liderazgo en la región luego de su vuelta al poder por tercera vez a principios de año.
Asistieron además los presidentes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Uruguay, Surinam y Venezuela. Por parte de Perú acudió Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros.
El documento fue sellado tras varias horas de debate y luego de que varios mandatarios hicieran públicos sus cuestionamientos en contra de Maduro, sobre cuyo gobierno pesan múltiples denuncias de violaciones a los derechos humanos.
Maduro no quiso entrar a fondo en ese debate y al término del encuentro dijo a los periodistas que primó “un diálogo respetuoso, tolerante, de unión en la diversidad”.
El presidente uruguayo, el derechista Luis Lacalle Pou, había criticado previamente al gobierno del venezolano en un mensaje que transmitió en su cuenta de Instagram durante el plenario de jefes de Estado. Sostuvo que en Venezuela hay muchos grupos “tratando de mediar para que haya una democracia plena, por los derechos humanos, para que no haya presos políticos”.
El mensaje fue difundido cuando tenía lugar el debate a puerta cerrada de los mandatarios en el Palacio Itamaraty.
Lacalle Pou también cuestionó que la cumbre fuera antecedida la víspera por un encuentro bilateral entre Brasil y Venezuela en el que Lula se mostró totalmente a favor de Maduro, calificando de “absurdo” que algunos gobiernos no le reconozcan como el presidente debidamente elegido por su pueblo.
La misma postura crítica expresó el chileno Gabriel Boric, quien aunque se alegró de que Venezuela retornara a las instancias multilaterales, subrayó que eso no significa “hacer la vista gorda” frente a las denuncias de violaciones a los derechos humanos.
Al respecto, el dirigente izquierdista chileno dijo que manifestó su discrepancia con lo señalado por Lula luego de su encuentro con Maduro acerca de que los cuestionamientos al gobierno venezolano son “una construcción narrativa”.