«La hipocresía es el colmo de todas las maldades».
Molière
Recuerdo el caso de Aida, una joven que salía del banco retirando una alta suma de dinero y afuera la esperó un atracador que con violencia le quiso arrancar de las manos el bolso donde traía los billetes. Pero Aida, sostuvo con gran fuerza su bolso impidiendo que el ladrón pudiera evadirse con lo que creía un fácil botín. Entonces Aida se aferró a su bolso y a su dinero, mientras el atracador la insultaba y le gritaba vulgaridades, Aida recibía puntapiés del bandido quien le increpaba en voz alta “suelta el bolso maldita”, ya deja de hacer escenas, estoy cansado de ser tu marido, ya no te aguanto más, arreglemos este problema aquí porque yo no seguiré viviendo contigo porque no te soporto. Así el antisocial con su discurso y sus dichos confundía al público haciendo creer que la víctima Aida era su pareja y que quienes presenciaban el despojo creyeran que era una pelea entre marido y mujer, pero no un atraco. Y ocurrió aquí lo que en psicología conocemos como efecto espectador. Nadie socorrió a Aida. Porque el hampón engañó al público haciéndole creer que se trataba de un asunto personal, cuando en realidad era un asunto criminal de alta calificación en el que está interesado la jurisdicción penal.
Tal cual el caso de Aida, así mismo procede Séptimo el coronel psicópata. Él es el corrupto y delincuente, es quien tiene las riendas de la institución, por lo que puede y hace corrupción porque tiene las llaves del edificio y entra y sale a gusto, es el conserje camuflado de honrado, es quien criminalmente se hace de ingentes sumas de dólares en extorsiones y la venta de documentos; pero se las ingenia para confundir a la gente, a la audiencia desprevenida que le cree a él y no a sus víctimas. Porque este psicópata experimentado, también es un delincuente experimentado y sabe cómo desviar la atención sobre sí, para que los espectadores aparten la atención sobre el verdadero corrupto y criminal que son él Marión y su barragana etílica Isabel y coloquen los ojos sobre quienes son inocentes y los tengan como culpables. De modo que a quienes lo ponen al descubierto, el coronel les inventa pecados y crímenes para aparecer él como un dechado de virtudes.
Los generales que han fungido como superiores del doctor fraude, han sido también sus cómplices y coautores en sus actos delictivos. Así “cinco para las doce” le echa mentol a los ojos de la opinión pública, cuando finge increparlo para que los demás crean que lo está regañando sobre todos los delitos que los medios describen provenientes de él, que también son vox populi y sobre sus trastornos de la personalidad, además de los síndromes que le aquejan, Séptimo el coronel psicópata responde: “Es que me tienen envidia, yo soy un angelito; todo cuanto dicen de mi es falso, se trata de gente a quien sorprendí en corrupción y sus dichos son meramente venganzas, pero de eso nada hay de verdad”. Y entonces su superior “cinco para las doce”, que sabe que la defensa que esgrime Séptimo el coronel psicópata es falsa y rebuscada, encuentra en esos argumentos la justificación idónea para que ambos continúen el saqueo y la criminalidad, prosiguiendo con la rienda suelta a sus enriquecimientos ilícitos y delictivos a costa de la imagen y el prestigio ahora perdido de la institución. Así dice el coronel psicópata: “Es un asunto personal que tienen en mi contra general, todo cuanto reflejan los medios es falso”. Y ambos se carcajean al saberse pestilencias en el ejercicio de cargos públicos, por ser unos conchudos, caraduras, sinvergüenzas. Y vemos en el doctor fraude al hampón que despojó a Aida de su bolso lleno de dinero y que se las arregló en un acto de histrionismo para que vieran a Aida como el problema. De tal forma que Séptimo el coronel psicópata cual mañoso delincuente traslada sus actos de corrupción y criminalidad, a los hombros de gente inocente, a espectadores ingenuos que haciendo un trabajo honesto, tienen la franqueza por amor a su nación, de señalar la indecencia y la podredumbre que por corrupción y criminalidad hay en la institución que jefatura el coronel psicópata. Y así, “cinco para las doce” acomodaticiamente sabiendo que el coronel es falaz y un mitómano, prefiere creer lo que le conviene creer para justificar en el cargo al doctor fraude, porque recibe semanalmente las cuotas en miles de dólares, de dinero sucio o dinero negro, que la criminalidad y la corrupción de la red del sargento de tropa homologado hasta coronel, pone en sus manos personalmente cada vez que lo visita en sus viajecitos al distrito. Y como si se tratase de un trabalenguas, Séptimo el coronel psicópata le dice a Isabel su suplemento narcisista y coautora de sus delitos: No importa que estemos descubiertos Isabel, lo que importa es lo que la corrupción nos reporta diariamente.El general está compradísimo y tenemos impunidad criminal. Nos estamos llenando Isabel, son altas las ganancias por la corrupción y los beneficios netos superan las expectativas. Pero se olvidan de sus almas y del juicio de Dios.
Séptimo el coronel psicópata es más falso que una escalera de anime, un degenerado que además no goza de ninguna credibilidad, pues sus dichos y argumentaciones están fundamentados en la corrupción. ¿Cómo puede creérsele a un hombre corrupto?. Si sus palabras son corruptas y sus acciones aún más corruptas. De modo que sólo corrupción y mentiras pueden brotar de su boca. Sólo un corrupto puede secundar a otro corrupto, pero no porque le crea, porque en realidad no le da credibilidad en su fuero interno, sino porque ambos tienen negocios delictuales recíprocos y son socios en entramados de corrupción en común.
El desacreditado psicópata este coronel Séptimo, siempre tergiversa los hechos respecto de la inocencia de los demás y no concede a nadie el beneficio de la duda, pero para él exige una credibilidad que no tiene retorno, que sólo fundamenta en su condición de “autoridad circunstancial” o de militar que por sus expedientes de mal comportamiento se le impidió graduarse de general. Entonces estas dos razones que esgrime son artificiales y engañosas, porque todos saben que su situación se debe al amiguismo delincuencial alcahueta. De modo que sus dichos y discursos están fundamentados en pilares tan corrompidos y con bases podridas que tampoco tienen crédito. El doctor fraude quiere o exige para sí que le crean porque sí, porque es él y se trata de él, que eso debe serle suficiente al resto de la gente; que respecto de él se tenga no solo buena fe, sino que se tome como buena y honrada su palabra, pero respecto de los actos y la palabra de las demás personas que lo denuncian o lo exponen, o de sus víctimas o de quienes lo dejan en evidencia, para ellas aplica el aforismo maquiavélico de “piensa mal y acertarás”. Y sabemos que cuánto más honrado es un hombre más le cuesta sospechar que los otros no lo sean. Y bajo este cristal podemos colegir que dada la deshonra del coronel psicópata, es un hombre al que le es fácil sospechar y señalar dolosamente por maldad que los otros no son honrados y virtuosos. Porque es su arma de ataque desacreditar a los demás, para pavonearse como un hombre sin mácula delincuencial, cuando todo es al revés. Este coronel psicópata es un canalla y peor lacra que el hampón aquel que despojó a Aida de su bolso.
En un sistema corrupto Séptimo el coronel psicópata nada como pez en el agua, “él se las sabe de todas todas”. Se sabe todos los trucos, todos los vericuetos delincuenciales, todas las argumentaciones para burlarse de todos en sus rostros, porque él corrompió el sistema y lo usa para lucrarse criminalmente. Se trata de un infame delincuente escondido tras un uniforme al amparo de muchos delincuentes como él. Todo el recorrido de cualquier exposición que hace, de cualquier discurso que esgrime está consustanciado con la mentira y por tanto su discurso y sus alegatos no tienen correspondencia con la verdad. En todo cuanto dice esconde su criminalidad.
En tal sentido, Séptimo el licántropo coronel psicópata como la bestia que es, para salvarse, para exonerarse de responsabilidad penal o para refrescar su imagen ante sinvergüenzas como él o ante gente desprevenida que no conoce su personalidad; actúa como el hampón que asaltó a Aida y difama a sus víctimas y a sus presas, dice de ellas cuántas mentiras pueden ocurrírseles y desvirtúa o tergiversa la verdad y la cuerda de jalabolas que lo acompañan como mierdas amaestradas, sus monos voladores , sabiendo que es un hombre falso que pronuncia falsedades e iniquidades, que sacrifica a inocentes y a gente decente para mantenerse en el cargo cometiendo delitos; y máxime si tienen montada su propia corrupción, preferirán también fingir que le creen sabiendo que es un criminal de siete suelas.
¡Vergación, de donde salió esta plasta psicópata!
«Si quieres conocer la personalidad de un hombre, mira a sus amigos».
Proverbio japonés
Crisanto Gregorio León