“…La Inteligencia Artificial irrumpirá con fuerza en el terreno artístico/creativo, limitado hasta ahora al genio humano…”. Será que estamos creando nuestra Némesis…”
Jorge Puigbó
Cualquier realidad puede ser vista o analizada desde distintos planos y así se podrán obtener perspectivas diferentes para poder comprenderla mejor. La llamada Inteligencia Artificial (IA), en el fondo contiene el deseo de trasladarle a una máquina la posibilidad de pensar por nosotros, de poder hablar, de participar en el proceso de aportar ideas que hasta ahora constituía un reducto exclusivo de la mente humana. Los algoritmos de Al-Juarismi guiarán nuestras vidas. Creemos que este es el elemento esencial a tener en cuenta, lo contrario sería entrar a compartir el dominio que tenemos sobre cuestiones que afectan nuestra evolución, las cuales en el largo camino de nuestra existencia hemos ido creando apoyados en la capacidad de nuestro cerebro superior. En varias oportunidades hemos escrito acerca de temas relacionados con la IA, en un artículo de febrero de este año, Inteligencia Artificial y Robots, nos planteamos lo que se pudiera considerar como la interrogante fundamental: “… ¿Cuál es el deseo tan importante, tan necesario y vital para su subsistencia, que impulsa al hombre a cederle a una máquina no solo su capacidad para trabajar, sino que, ahora también le está traspasando su intelecto, su inteligencia, conocimiento y razonamiento?”. Desde un punto meramente filosófico la respuesta es totalmente necesaria porque desentrañaría la motivación real, el soporte de esta decisión tan grave. Antes, en agosto de 2021, habíamos citado a Ortega y Gasset, quien, en su escrito “Meditaciones de la técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía”, afirma: “…Sin la técnica el hombre no existiría ni habría existido nunca…”, es una afirmación rotunda que nos hace pensar acerca de la evolución humana, siempre buscando el descubrimiento que satisfaga su inmensa curiosidad y nuevas tecnologías, las cuales, a su vez, lo influenciarían en sus hábitos y forma de pensar. Hoy enfrentamos una verdadera revolución debido a la conjunción de diversos factores, como son el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación, el avance de la IA, el de la computación cuántica, en fin, atravesamos un período de gran desarrollo en todos los campos científicos. Deberían ser años de esperanza y de tranquilidad al ver cómo las tecnologías aportan bienestar a nuestras vidas, pero lo curioso del caso es que, al contrario, pareciera que aumentan las angustias al observar que eminentes científicos, investigadores de las universidades, dueños y altos ejecutivos de las empresas de medios de comunicación, contradicen muchos de estos avances y en algunos casos llegan a calificarlos como verdaderas amenazas y están tratando de desacelerar su uso por la gente, hasta tanto se garantice que no causarán daño alguno, un ejemplo es la carta firmada por más de mil científicos referente a la IA, o la renuncia de conspicuos dirigentes empresariales mostrando su desacuerdo.
En las últimas décadas, sobre todo desde los años cincuenta del siglo pasado, se ha podido llevar a la realidad proyectos y sueños que fueron concebidos y anunciados por mentes lúcidas capaces de imaginar ideas que en ese entonces sonaban ridículas y que grandes escritores en sus libros de ciencia ficción las expusieron convirtiéndose en verdaderos relatos de anticipación. La ciencia ficción no influencia a nadie, es un error de concepto que muchos cometen, el escritor es el que presiente el peso de las ideas novedosas concebidas por el hombre de ciencia, o el intelectual, y maravillado por lo que significarían para la humanidad se imagina su puesta su instrumentación, y anticipa un mundo en el cual ellas serían realidad.
Hoy, el desarrollo de los inventos, de la tecnología y en general de la ciencia, capaces de transformar positivamente la vida, se presenta de una forma acelerada y es que, con cada paso que se da se facilita el dar y resolver otros, son muchos los cerebros humanos que a través del mundo trabajan a diario en forma coordinada. Ahora bien, el científico que está inmerso en la resolución de algún problema fundamental no pareciera estar en capacidad de poder anticipar y tomar conciencia de las consecuencias que puedan acarrear los resultados cuando se apliquen en la práctica. Conjuntamente, factores como los intereses económicos y políticos intervienen y pueden afectar la seguridad o la fiabilidad, son incontrolables hasta ahora. Creemos que ninguna tecnología en sí misma es mala, la cuestión ética se afecta cuando hacemos mal uso de ella.
Concluimos que es crucial controlar las aplicaciones tecnológicas que puedan afectar a la Humanidad, para lo cual se necesitarían equipos multidisciplinarios, es decir, que no solo sean científicos de la materia en cuestión, sino sicólogos, sociólogos, historiadores y filósofos para que entre todos ponderen los pros y contras, sobre todo los éticos y así puedan elaborarse respuestas racionales que preserven al ser humano en todas sus dimensiones. Como muchos pensarán que esto no es importante sería conveniente dar una mirada a algunos de los pocos efectos causados que ya podemos medir, o al menos intuir. El principal afectado es el trabajo, en la industria automotriz ya se cuentan por miles los desplazados por los robots y sin haberse incorporado la IA, pero a futuro ya están hablando de millones de desplazados. Los arquitectos e ingenieros utilizan avanzados programas que los ayudan con los dibujos y cálculos, son herramientas de su trabajo, pero al integrarse a ellos la IA cualquier persona pudiera ejecutarlo y, no solo eso, sino que un solo ingeniero, o arquitecto, pudiera ejecutar el trabajo de cientos, y no hablemos de los diseñadores gráficos, la potencialidad de creación de las máquinas, debido a los niveles de acumulación de información las haría imbatibles.
Apenas comenzamos a tomar conciencia de la profundidad del daño que ciertas tecnologías mal utilizadas pudieren causarnos. Hace unos días el célebre cantante británico Sting, líder de la banda “The Pólice”, anunció, en una entrevista dada a la BBC, el inicio de una batalla que pretende defender a todos los músicos ante la proliferación de composiciones musicales elaboradas con programas de IA. Dijo textualmente: “Los cimientos de la música nos pertenecen a nosotros, los humanos…”, “Esto va a ser una batalla que todos vamos a tener que luchar durante el próximo par de años: defender el capital humano frente a la IA…”, agregó, “…quizás funcione para la música ‘dance’ electrónica…”, “…Pero en cuanto a canciones que expresen emociones… no creo que logre conmoverme…”. Esta última frase del artista es fundamental: ¿Llegará la IA a ser capaz de expresar sentimientos o emociones?
The Objective publicó un artículo firmado por Manuel Pimentel del 9 de febrero de este año, el cual dice: “… Mucho va a cambiar la industria cultural, como veremos. ¿Podrán los sistemas inteligentes pintar, componer, escribir o producir películas de animación? La respuesta es, sin duda alguna, sí. Lo harán. Y lo harán muy bien, además. Por ejemplo, causa asombro la IA MusicLM, que compone música a partir de pocas indicaciones. La calidad de sus obras, indistinguibles de las humanas, sorprenden a los músicos y expertos que han tenido acceso a sus creaciones…Que nadie se llame a engaño ni albergue falsas esperanzas. La Inteligencia Artificial irrumpirá con fuerza en el terreno artístico/creativo, limitado hasta ahora al genio humano…”. Será que estamos creando nuestra Némesis.
Jorge Puigbó