La educadora y emprendedora venezolana Ximena Montilla ha iniciado un proyecto para difundir la historia y el sabor de la arepa, un alimento de origen precolombino hecho a base de masa de maíz, en la ciudad sueca de Umeå. Bajo el lema «Arepas for peace«, Montilla busca compartir su cultura y su idioma con los habitantes de esta localidad nórdica, donde reside desde hace dos años.
Montilla, autora del libro «Soy la arepa«, es especialista en crianza bilingüe y multicultural, y fundadora de Clases Listas, una plataforma online para enseñar español como lengua afectiva. Según explica, la lengua afectiva es aquella que nos conecta con nuestros recuerdos, emociones y sensaciones, y que forma parte de nuestra identidad. En su caso, el español es su lengua afectiva, y la arepa es uno de sus símbolos más representativos.
«La arepa es un alimento que existió antes de la llegada de los conquistadores españoles a América», dice Montilla, citando fuentes históricas que documentan su consumo por parte de diversos pueblos indígenas en lo que hoy son Colombia y Venezuela. «Es un alimento que se ha adaptado a los tiempos y a los gustos de cada región, y que tiene muchas variedades y formas de preparación».
Montilla ha organizado talleres y degustaciones de arepas en Umeå, donde ha contado con el apoyo de la asociación cultural Latinamerikagrupperna y el restaurante La Casa Latina. Su objetivo es crear un espacio de encuentro e intercambio entre las diferentes culturas que conviven en esta ciudad, y promover el diálogo y la paz a través de la gastronomía y el idioma.
«Quiero mostrar que la arepa no es solo un pan de maíz, sino que es una forma de expresar nuestra cultura y nuestra historia», afirma Montilla. «También quiero enseñar el español como una lengua viva, que se puede aprender de manera divertida y significativa, y que nos permite comunicarnos con millones de personas en el mundo».
Montilla espera seguir ampliando su proyecto y llegar a más lugares de Suecia y Europa, donde hay una creciente demanda de productos latinoamericanos y de aprendizaje del español. «Los hispanohablantes que emigramos llevamos con nosotros una gran herramienta que es el español», dice Montilla. «Es un valor añadido que no ocupa espacio en nuestra maleta y que podemos compartir con los demás».