El pueblo venezolano siente justificado recelo hacia un Poder Electoral (CNE), que es uno de los instrumentos políticos más efectivos del régimen debido a su abierta parcialidad, falta de transparencia, y absoluta inacción ante reiterados abusos electoreros oficialistas.
Por otro lado, con todas las trampas, abusos y atropellos estatales está comprobado que con votaciones masivas en 2007 y 2015 se lograron importantes victorias opositoras pese al CNE y su atrabiliario “capta-huellas”.
La oposición venezolana hoy debate sobre la eventual participación del CNE en el proyectado proceso de primarias. El régimen, a través de uno de sus principales voceros políticos, dice que unas primarias forzosamente tienen que ser ejecutadas con el CNE, quizás para alimentar sospechas opositoras.
Y es muy probable que dentro de su poco escrupuloso juego político una de las estrategias del régimen sea alimentar recelos para incrementar la abstención electoral de los independientes. Eso también explica una injustificada, perversa y mezquina campaña de difamación contra los dos integrantes independientes del propio CNE.
Indudablemente que la intervención del CNE en un proceso de primarias tiene un importante efecto político dentro de la oposición, pero su verdadero impacto no es por las “capta-huellas” sino por el tema del voto en el exterior: Porque existe la percepción de que algunas tendencias opositoras tienen más ventaja electoral en primarias si se incluye el voto externo, que hoy mal puede medir el CNE.
Ese dilema opositor es similar al que enfrenta el Partido Republicano de EEUU en sus primarias: Muchos promueven a ultranza al expresidente Trump, y otros ponen como prioridad la victoria electoral en 2024, por encima de las aspiraciones personales de un candidato.
Así que cabe preguntarse: ¿para qué son las primarias? Pues para que la oposición pueda ir unida a las elecciones generales de 2024. Hoy presenciamos el nefasto resultado de las recientes elecciones en Turquía, donde un tercer candidato en discordia se llevó un 7% de los votos e impidió un triunfo de la oposición.
Los problemas reales que afrontan las oposiciones venezolanas son la falta de unidad, y la ausencia de miles o millones de votos que hoy están en el exterior, y cuya única participación posible en 2024 será con el CNE y la reapertura de los consulados en centros donde mayor cantidad de emigrados se encuentran radicados para votar.
Ante esa realidad, los distintos sectores opositores quizás deberían pensar si su verdadero tema es: ¿capta-huellas en 2023 o captar votos en 2024?
Antonio A. Herrera-Vaillant