En torno a mi vida las viejas hélices de los molinos siguen dando vueltas y vueltas, mostrándome a ratos la bella y vieja hermosura de la aurora y en otros el pesado y largo bostezo del sueño que quedó sin terminar, envuelto en la rara belleza del crepúsculo, que esta tarde se me antoja largo, brillante como siempre, que se va y regresa agobiado y cansado como las aspas de aquel oxidado y viejo molino…
¡Oh bella vida!
Confieso ser dueña de mi tiempo, sigo laborando, tengo mi casa, mis plantas y mis cosas para ser feliz, simplifico mi vida, me mantengo de buen ánimo, camino de madrugada con mis perros, hablo con mis ausentes cada día, la aurora se muestra espléndida ante mis ojos, leo, escribo y me ocupo de mis cosas sin perder el tiempo en personas ni en cosas baladíes, disfruto de todo lo sencillo que encuentro en el camino, vivo intensamente cada hora, recordando siempre que hoy puede ser el último día…
¡Oh bella vida!
Las noches se hacen largas, se agigantan las raíces que crecen como si el tiempo de la vida fuera eterno. Así sentimos sobre el corazón los asomados a la vida, siempre entretenidos en albergar futuros, en poner crepúsculo a cada rincón oscuro, una melodía aquí, otra más allá, recibir de la gente amable esa palabra dulce que llega como mango de hilacha al corazón, aceptar todo con agradecimiento, con una sonrisa y la fe siempre puesta sobre el confuso marco de la esperanza…
¡Oh bella vida!
Día de la Madre, día de ausencias, para muchas nada que celebrar. Solo tengo una rosita que me dejaron los ausentes y que duerme seca en las páginas de mi libro “Cien años de soledad” ¿De qué vivo? del ayer alegre, del indeciso hoy y del mañana de esperanza. Las horas pasan largas como un camino sin fin. Entre la paciencia del tiempo arrugado transcurren mis días .Ya no hay niños correteando por la casa ni hay esa alegría tan de ellos que estuvo presente en todo. Hoy se repiten los adioses como una puerta vieja que cruje ante el tiempo que la oxida y deteriora.
¡Oh bella vida!
Feliz día de la Madre para las que tienen sus hijos alrededor atentos, respetuosos, contentos y cariñosos, a las que los tenemos lejos, no queda otra esperanza que la seguir, sonreír y como las gaviotas continuar volando, esperando anhelantes la visita de los hijos que traerán luz y alegrías al hogar dulce hogar, no nos queda otra que continuar viviendo entre las rachas torrenciales del silencio, llevando en el corazón cada una, con su jerarquía de MADRE el orden de todas las soledades…
Feliz DÍA de la MADRE para ellas que son capaces de cualquier sacrificio antes que dejar sus hijos como barco a la deriva…
Amanda
