«No queremos bono, queremos un salario digno» es la consigna que a nivel nacional utilizan los maestros que están en la calle luchando por un sueldo que les permita más que sobrevivir. Las “medidas” anunciadas el pasado 1ro de mayo, Día del Trabajador, no fueron más que una burla para toda una sociedad que vive hundida en la precariedad y que batalla diariamente contra las adversidades. Con subir un poco el cestaticket (que no perciben todos) y dar un bono, no se solucionan los problemas.
La realidad es que se ha perdido más del 70% de nuestro PIB, PDVSA con cifras rojas, y una deuda nacional nunca antes vista. La inflación no hace más que crecer y las medidas para controlarla son meros paños de agua que funcionan de a ratos. Somos la nación más desigual de toda América Latina y tenemos a un gran porcentaje de la sociedad dentro de los índices de pobreza. Ya no hay excusa que valga. Este régimen quebró al país y todos los venezolanos lo sabemos.
En este país, históricamente, los ciudadanos se despiertan mucho antes de que salga el sol para alistar todo en casa y salir a tiempo para tomar 2 ó 3 transportes que los lleven al trabajo. El que no tiene un empleo formal -la gran mayoría-, también lo hace para salir a vender algo en la calle o prestar algún servicio que le permita ganar dinero para llevar comida a la casa. Este nunca ha sido ni será un país de flojos, por el contrario, está repleto de personas que dignifican el trabajo y que solo esperan ser tratadas con dignidad y retribuidas correctamente por su labor.
12.267,48 bolívares (498 dólares) cuestan los servicios y un mercado para 3 personas según los datos del Inflaciómetro del Observatorio de Gasto Público. 135 bolívares (poco más de 5 dólares) es el salario mínimo. ¿Cómo esperan que las familias venezolanas vivan así? Se necesitan 100 salarios mínimos solo para comer. ¿Quién puede conseguirlos? No sorprenden las protestas diarias a lo largo del todo el país por reivindicaciones salariales. Los venezolanos necesitamos que se detengan todas estas injusticias. Necesitamos que esta dura realidad cambie.
Nuestra economía volvió a experimentar una caída en el primer trimestre del año, de acuerdo al Observatorio Venezolano de Finanzas. Los precios no paran de aumentar y tampoco se toman las medidas necesarias y acertadas para reactivar la economía de forma permanente. Y lo peor es que siguen sin asumir responsabilidades por toda esta situación, buscando culpables en otras aceras, sin pena ni culpa por lo que vive el pueblo.
Poder vivir bien es un derecho humano. Lo que hacen docentes, médicos, gremios y toda LA VERDADERA CLASE OBRERA que está unida en la calle, es encomiable y digno del más grande respeto. Estoy convencido que ese cambio político que merecemos va a llegar. Protestamos para eso. Trabajamos para eso. Ese país distinto es posible, uno que priorice los derechos de los trabajadores y nos permita vivir dignamente.
Stalin González