#OPINIÓN Visión Ciudadana: La legalidad como parte esencial de la legitimidad política #11May

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Cuando Juan Guaidó asumió la Presidencia de la República con el carácter de encargado, lo hizo por un mandato constitucional ya que en enero de 2019 se vencía el periodo presidencial que se generó en las elecciones legítimas de 2012, ganadas dudosamente por Nicolás Maduro. Es conveniente recordar lo que a muchos se les ha olvidado: de qué modo Guaidó llegó a ocupar tal cargo de una manera inmaculada desde el punto de vista legal y político.

Las elecciones presidenciales de 2018 presentaron irregularidades que la hacían nulas, inexistentes para poder generar efectos jurídicos y políticos. Aparte de anomalías tal como la irregular clausura de partidos políticos y la ilegal inhabilitación y hasta detención de políticos de oposición, estaba maculada por un vicio insalvable, pues fue convocada por un remedo de instancia legal: la Asamblea Nacional Constituyente, sacada de un sombrero de mago por el oficialismo. En enero de 2019, según la Constitución, se produjo una falta absoluta en el cargo de Presidente de la República, pues no había Presidente legalmente designado y por tanto debía ser asumida en forma interina por el Presidente de la Asamblea Nacional quien era Juan Guaidó, hasta tanto se convocaran y realizaran unas elecciones conforme a la ley 

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Para ese momento era prácticamente un desconocido, un joven fresco que asistió a encargarse de la Presidencia de la Asamblea con su hija en brazos y posteriormente se juramentó como Presidente de la República con el apoyo de multitudes que se concentraron en plazas, calles y avenidas de todas las ciudades del país.

Se trazó una ruta para darle vigencia a la Constitución de la República y por tres años se mantuvo este Gobierno Interino como símbolo, como último reducto democrático del país. Ello permitió que se aglutinaron los partidos políticos bajo una bandera de lucha y de trabajo y a nivel internacional se consolidaron apoyos que reconocieron la ilegitimidad del régimen madurista nacido de elecciones al margen de la legalidad. Hubo errores, muchos errores, sobre todo el de convertir al Gobierno Interino en escenario de pugnas interpartidistas y no responder con claridad y firmeza a denuncias sobre corrupción en el manejo de empresas venezolanas en el extranjero. Denuncias en su mayoría sin fundamento o exageradas pero que tuvieron eco enorme en la opinión pública venezolana, sin embargo, no lograron manchar la imagen que esa opinión pública tenía de Guaidò 

Con todo y eso Juan Guaidó aguantó la presión y con buen talante continuó representando al país democrático en escenarios internacionales, con hidalguía, de manera comedida, sin histrionismos y con alto sentido de responsabilidad. A pesar de ello la plataforma partidista sin asomar razones valederas sino excusas inspiradas en intereses perversamente egoístas, disolvió el gobierno interino y por ende quedó Guaidó desamparado pues aquella vestimenta institucional que obstaculizaba la acción perversa del oficialismo y sus secuaces del Poder Judicial, despareció.  Ese manto que era burla de algunos lacayos del gobierno, sí lo protegía pues de su suerte estaba pendiente la opinión internacional y la prueba de que ello fue así, es que apenas se produjo la eliminación de ese abrigo protector se desataron las fieras de la represión ilegal del gobierno, hasta el punto de que tuvo que irse del país, como tantos otros venezolanos para formar parte de la diáspora que sufrimos. 

No obstante, a pesar de dar cuenta de tales objeciones seguimos apoyando el proceso de primarias y la acción partidista dirigida a su realización. Como parte de este apoyo nos hemos distinguido por hacer advertencias y alertas respecto al desempeño de la oposición democrática. En esta oportunidad queremos señalar que la idea del gobierno interino ha quedado en la mente del venezolano, bajo la cual nos cobijamos todos, incluidas aquellas fuerzas partidistas con sus postulaciones y candidatos. No podemos pensar que el interinato fue algo del pasado pues lo que representa son los más altos valores democráticos y la esperanza de la gente de bien de este país. 

Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez

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