En sus años juveniles, cuando aún no era el consagrado escritor, el barquisimetano Salvador Garmendia (11/06/1928 – 13/5/2013) se ganaba la vida con lo que escribía y hablaba por la radio. Al igual que otros llegó a concebir guiones para radioteatros, radionovelas y adaptaciones de clásicos de la literatura.
Su acceso a la radio ocurre en 1945 en su Barquisimeto natal cuando tenía 17 años de edad y daba sus primeros pasos en la literatura. Al año siguiente publica la novela “El parque” con los auspicios del Instituto Mosquera Suárez ubicado en la esquina de la calle 30 con carrera 17. También prologa el libro Canto Inicial de su paisano Rafael Cadenas.
El que luego sería un talentoso y famoso narrador formaba parte del Grupo Alas el cual también integraban Alí Lameda y Rafael Cadenas, entre otros. Además acudía a las tertulias culturales del Instituto Mosquera Suárez dirigido por Casta J. Riera Camacho quien se convierte en su mecenas.
En ese tiempo en la capital larense existían dos estaciones de radio propiedad de los hermanos Amílcar y Rafael Ángel Segura, a saber: Barquisimeto y Radiodifusora Occidental. En ambas daban amplia divulgación a las expresiones culturales y artísticas, entre estas los radioteatros.
Entonces Casta J. Riera tenía por Radio Barquisimeto su espacio Panorama Cultural Venezolano donde se daban cita los valores intelectuales y noveles escritores larenses. Es en el mismo donde Garmendia da sus pasos iniciales radio estimulado por esta valiosa mujer proveniente de Churuguara, estado Falcón.
El locutor y guionista
Garmendia crece con el oído pegado a la radio, desde la década de los años 30, cuando llega a la ciudad lo que se considera la mayor revolución tecnológica de la primera mitad del siglo XX. Adquirir un receptor era un privilegio de pocos. El mismo se coloca en la sala de la vivienda donde la familia se reúne diariamente a su alrededor para escuchar sus programas.
El barquisimetano, nacido en el sector de Altagracia, es el creador de la novela urbana venezolana, en la cual resaltan sus dotes para la minuciosa descripción al igual que Homero en La Ilíada como si se estuviera ante un televisor. Una condición del buen escritor radial
En 1948 cuando se encontraba en Caracas Garmendia se hace del certificado de locutor tras presentar el examen que aprueba satisfactoriamente en la exigente prueba escrita y oral. En esos tiempos son muy pocos los que se graduaban de locutor.
Así dejaba atrás su labor empírica en la radio al estar autorizado para hacer uso regular del micrófono aunque su labor la amplía y complementa con la de escritor, Fue esa una manera de ganarse la vida durante 22 años.
A esas labores se dedicó durante los diez años de la dictadura perezjimenista cuando impera la censura de prensa que silencia no solo a los periodistas sino también a los escritores. Entonces es mejor acogerse a lo dicho por el peta Rafael Cadenas: “Me refugio en la paz del silencio” Ello para evitarse el acoso, detención, tortura y cárcel de la dictadura.
Adaptaciones y radionovelas
El trabajo de adaptación de obras literarias para la radio no es una tarea fácil. El mismo exige conocimiento, dedicación y habilidad de quien lo hace. Se trata de darle vida sonora a un texto tomado de la palabra impresa. Ello requiere de la estética acústica de la radio. Esa actividad conlleva riesgos como el desnaturalizar y perder la identidad de la obra. Su realización consiste en dividir el libro en varias partes y convertir las narraciones en diálogos con oraciones cortas para imprimirle la forma de un medio cuyo discurso es la palabra oral y el sonido sea música o efectos. La consumación de un guión literario más el libreto técnico.
Garmendia se dedicó intensamente a los radioteatros con adaptaciones de clásicos de la literatura, entre estos textos los del ruso Fedor Dostoisvki. Una de las emisoras por las cuales transmitió sus guiones es Radio Tropical de Caracas. Un trabajo que disfruta y para el que estaba debidamente preparado por su conocimiento de la narrativa de otros países cuyas lecturas inicia durante la adolescencia estimulado por su hermano Herman Garmendia cuando por varios años guarda cama afectado por una tuberculosis.
Además escribe también radionovelas para Radio Rumbos y Continente en Caracas y Ondas del Lago en Maracaibo. En esa época en la radio caraqueña ese formato domina la escena cuando Radio rumbos contrata los servicios del cubano Arquímedes Rivero, La emisora de la familia Serrano llega a transmitir hasta cinco horas diarias de esos programas tanto en la mañana como en la tarde para competir con la televisión. Fue así como a partir de 1952, con los dos bloques de dramáticos, se apodera del primer lugar de sintonía. Esos espacios son escuchados en Barquisimeto donde la estación caraqueña entraba nítidamente.
Esta labor en la radio como locutor y guionista la desempeña hasta el año 1957 cuando asume la dirección de Cultura de la ULA. Son 22 años de intensa y creativa actividad en el medio de la radio al cual no es indiferente y que valora sin prejuicios.
Un trabajo de guionista que actualmente tiene una amplia demanda en la radio europea, sobre todo la española donde han rescatado los programas ficcionales mediante el radioteatro. Una forma de reinventar el género y el medio como lo plantea Eva Comas Arnal. Faceta de su vida que recordamos al cumplirse este 13 de mayo diez años de consumarse la etapa de su fallecimiento.
Con Salvador Garmendia se cumple lo que a mediados del siglo pasado se decía en Perú: “Los poetas viven de lo que escriben para la radio”. El oficio de guionista que en la radio venezolana ha desaparecido, una expresión de su estancamiento.
Freddy Torrealba Z.