“…Innumerables son los casos en los cuales por diferentes razones las personas se convencen de las palabras mentirosas que pronuncia un supuesto “iluminado” y se dejan arrastrar hasta el abismo…”
Jorge Puigbó
«¡Qué fácil es hacer que las personas crean en una mentira, y que difícil es deshacer ese trabajo!», frase muy conocida y utilizada del célebre escritor Mark Twain. Es una cuestión reiterada que, cuando tratamos de demostrar a otra persona que esta siendo engañada, generalmente terminamos enemistados, debido, quizá, a una reacción natural que algo tiene que ver con la vergüenza sentida por este sujeto al darse cuenta de su error y su amor propio se siente herido. Lo curioso del caso es que, si observamos bien, la mayoría de las personas que reaccionan de esta forma no tienen un pelo de tontos, por lo que habría de considerarse otras razones para poder explicar o entender su apoyo ciego a ciertas creencias o regímenes políticos. Todos estamos expuestos a las ofertas y manipulaciones de un estafador y al final cuando perdemos, la experiencia solo sirve, si nos ayuda a ser más cautos, reflexivos e informados. Los charlatanes, magos, prestidigitadores, brujos, a través de la historia han utilizado la ilusión, el engaño de los sentidos, la argucia de las palabras, de los ademanes, para imponer y convencer a las personas que la realidad que ofertan es la verdad, los trucos no son otra cosa según el DRAE, sino un “ardid o trampa que se utiliza para el logro de un fin”.
David Seht Kotkin, conocido como David Copperfield, revolucionó la magia moderna, creando unas ilusiones tan perfectas que lograron convencer a muchos de sus poderes. Algunos recordamos a Uri Geller el famoso mentalista israelí que doblaba cucharas con el poder de su mente y quien fuera desenmascarado en 1973, por el ilusionista James Randi, en un programa de Jhony Carson. Toda ilusión creada, inocente o no, del tipo que sea, manipula al intelecto y constituye la razón de este artículo. La mentira a lo largo de la Historia ha sido generadora de conflictos, creadora de la incertidumbre y propiciadora de la descreencia, dice el salmo 120-2 de la Biblia: ¡Líbrame Señor, de los labios mentirosos y de la lengua traicionera! Mentira y engaño son indivisibles, con diversas formas creativas y diferentes intensidades, su uso está extendido y cada vez más, afecta a la conducción de las masas, cuyos líderes oficiantes parecen haberla entronizado en sus manuales para el ejercicio de la política. Podemos decir que ningún mago le gana a ciertos políticos, por ejemplo, a Adolf Hitler, creador de espejismos, logró arrastrar a toda una nación detrás de una gran ilusión: el sueño ario. En ese delirio lo acompaño un genio de la manipulación de masas: Joseph Goebbels, creador de una propaganda política efectista y efectiva, controló a los medios de comunicación y la impuso; utilizó el gigantismo para impresionar y apabullar a la población, inmensos escenarios con descomunales carteles y figuras, Juegos Olímpicos como nunca se habían visto, todo era magnificado para inducir una ilusión y vender una ideología. Hoy, esta imaginería continúa siendo usada por todos los regímenes autocráticos.
Es indispensable, para comprender, comparar algunos casos de notables estafadores no políticos, los cuales valiéndose del poder de convencimiento, la necesidad de quien los oye, la ambición que siempre existe, lograron convertir a la mentira en una mercancía que se vendió muy bien, lo lograron en todas las épocas y con éxitos variables: Gregor MacGregor, británico nacido en Escocia, el primero que señalamos, con una historia digna de un libreto cinematográfico, nos afecta a los venezolanos por haber adquirido nuestra nacionalidad. Fue un comandante distinguido por sus acciones militares en nuestra guerra de independencia, obtuvo el grado de general de división. Como militar se comportó con gran valor y eficacia en las batallas que participó. Se casó con Josefa Aristeguieta y Lovera, dama caraqueña, aseguran algunos, emparentada con Bolívar. Hacia 1820 se nombra Príncipe de Poyaís, un país imaginario situado en la Costa de Mosquitos en Centro América y comienza a organizar un fraude gigantesco con la venta de tierras en ese territorio, emitió bonos que colocó en el mercado londinense para financiar la empresa y logró enviar al falso país unos 250 escoceses muriendo en la aventura las dos terceras partes. “… Las tácticas funcionaron tal como había anticipado, e incluso resultaron más exitosas de los esperado. No solo recibió US$287.000 directamente, sino que los bonos por Poyais llegaron a valer US$1,87 millones, US$3.600 millones de hoy… (“El hombre que engañó a cientos de escoceses para colonizar un rincón desolado de Honduras”, María Konnikova, BBC, 8 febrero 2016). MacGregor, continuó con sus estafas en Francia, Inglaterra y Escocia y luego de la muerte de su esposa regresa a Venezuela donde obtiene su pensión militar y la nacionalidad, muere en 1845, siendo muy considerado por la sociedad. Como es imposible mencionar “in extenso” cada uno de los cientos de defraudadores que han existido a través de los tiempos, solo mencionaremos a algunos de ellos:
–Baldomera Larra Wetoret (1833-1915), llamada “La madre de los Pobres” fue una española que creó un negocio que llamó Caja de Imposiciones, se calcula que llegó a recaudar 22 millones de reales aplicando el primer fraude piramidal de la Historia, afectó a unas cincuenta mil personas. Quebró en 1876 y fue enjuiciada.
–Víctor Lusting, hábil defraudador del siglo veinte, vendió la Torre Eiffel en dos oportunidades y tuvo la osadía de haber estafado a Al Capone. Fue condenado y murió en la prisión de Alcatraz en 1947 a los 57 años.
– Carlo Ponzi, italiano, en 1903 llegó a los Estados Unidos. Creó lo que conocemos como el fraude de la pirámide o esquema Ponzi. Enjuiciado en 1920 y deportado a Italia. Murió en Brasil en 1949.
–Bernard Madoff, en 1960, este hombre utilizando nuevamente un esquema de pirámide crea un fondo de inversiones que durante unos veinte años logro adquirir unos 64.800 millones de dólares, monto nunca igualado en la historia. Condenado en el 2009 a 150 años de prisión, murió en el 2021.
Además de los que buscan solo el lucro, hay estafadores cuyo objetivo pareciera dirigido principalmente al espíritu, a lo religioso, sin dejar de lado lo pecuniario, uno de ellos era de Devon, Inglaterra, se dedicaba a ayudar a su padre como plomero, su nombre Cyril Henry Hoskins, fue el escritor creador de un personaje, un supuesto monje lama el cual nunca salió de Inglaterra y a quien llamó Lobsang Rampa, constituyéndose, según “The Conversation”, en el mayor fraude editorial del siglo. Nos engañó a casi todos los que leímos sus libros, pero esa mentira no produjo tanto daño y dolor como el logrado por el falso profeta norteamericano Jim Jones quien en la década de los 50 fundó el “Templo del Pueblo”, una ideología mezcla de un socialismo puro con enseñanzas de la Biblia y mucho esoterismo. En 1975 se mudó a Guyana buscando el paraíso socialista lo cual terminó en el “mayor suicidio colectivo de la historia”. Según la prensa, 918 personas perdieron la vida aquel 18 de noviembre de 1978 siguiendo a un maligno ilusionista. Innumerables son los casos en los cuales, por diferentes razones, las personas se convencen de las palabras mentirosas que pronuncia un supuesto “iluminado” y se dejan arrastrar hasta el abismo. (Seguiremos con el tema).
Jorge Puigbó