Andrés Bello fue un intelectual a carta cabal. Es decir, podía abordar sin dificultad cualquier tema por difícil que fuera. La juventud que le tocó vivir en su época se las ingeniaba para obtener y divulgar conocimientos. Un modo de obtener conocimientos, muy común de entonces, se fundamentaba en las tertulias. Las tertulias se hicieron necesarias porque fueron un medio de nutrir la mente con las ideas más actualizadas del momento. De modo que, la tertulia no solo fue un medio para adquirir conocimientos, sino, también, para difundirlos. En todo momento los conocimientos tienen y pierden vigencia. Esto lo sabe cualquiera que los necesite para estar y sentirse al día. Los conocimientos tienen una vida efímera, son como el periódico que al día siguiente ha envejecido. La tertulia no solo se fundamenta en un conjunto de jóvenes que se reúnen periódicamente para intercambiar ideas y nutrirse de ellas. La tertulia es un modo de invertir el tiempo provechosamente; de adquirir y de difundir ideas. La tertulia fue una poderosa fuerza para que la juventud ávida de saberes se nutriera de las ideas que afloran en el conjunto de los tertuliantes. Es además, un medio para mantener al día los conocimientos que se manejan en ella. La tertulia fue una idea genial de los jóvenes de entonces. De las ciudades recoletas que la juventud de entonces animaban para abolir el aburrimiento.
La juventud inventa la tertulia con una inversión de tiempo desconocido porque los tertuliantes fundamentaban su interés en el nutrimiento intelectual. Fue un arma juvenil muy efectiva donde se discutían acaloradamente los conocimientos más recientes del mundo intelectual. Los jóvenes exponían sus ideas, las discutían hasta asimilarlas. Por este medio activo de la tertulia se consolidaron amistades, se esgrimieron diferencias, se consolidaron los conocimientos, en una palabra, se adquirieron conocimientos. La tertulia fue un medio de consolidar los saberes. De ilustrarse, de otorgarle solidez al pensamiento. El conocimiento estuvo, en todo momento, en las tertulias. La tertulia fue un medio muy poderoso para la amistad, para la divulgación de las ideas y de los conocimientos. Para la consolidación de los ideales, para el desarrollo del pensamiento. Andrés Bello fue un gran tertuliante. Sus colegas de tertulia lo distinguían con el nombre de “el Cisne del Anauco”. Y todo porque Andrés Bello fue siempre un gran tertuliante.
Carlos Mujica