¿Cuál será la mejor defensa de la soberanía e integridad de un estado invadido a la fuerza y con el apoyo mal disimulado de potencias interesadas en el posible festín futuro de repartirse el árbol caído?
Hay do formas generales de enfrentar tal desafío: Una forma pasiva y otra de acción; pero solo una permite solventar el problema en la forma debida. Un firme y decidido rechazo sin contemplaciones o cuentos de hermandad de los pueblos, ni otras monsergas que solo revelan debilidad y ”falta de tabaco en la vejiga” para afrontar la primera responsabilidad de un gobierno y sus líderes. Proteger la unidad, soberanía e integridad del Estado nacional.
Si para algo puede servir la historia –quizás una de sus pocas utilidades– pues nunca falta quien la use para limpiarse las horruras; es la de ofrecernos suficientes ejemplos sobre la acción y conductas de las grandes potencias cuando se empeñan en ampliar sus fronteras, situación que no siempre afecta a naciones pequeñas, débiles militarmente y de bajo desarrollo socio-económico, entre otras carencias. También ha sido frecuente desde tiempos remotos, intentar someter a un antagonista geopolítico. Vamos a observar tres ejemplos clásicos de cómo se ha batido el cobre por parte de los protagonistas de tres casos paradigmáticos: Adolfo Hitler, el General Charles de Gaulle y Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho.
Adolfo Hitler, un ex-cabo alemán y seis personajes más organizaron un partido que tomó el poder en Alemania, dominó Europa e intentaron adueñarse del mundo. Fue una fuerza nacida de la nada, amparada bajo la mirada alcahueta de quienes hubiesen podido evitar el descomunal desastre en que culminó la barbarie nazi.
Hitler, recién nombrado Canciller (30-1-1933) inicia la persecución a la oposición, acusados del incendio al Reichstag, sede del parlamento. Se retira de La Sociedad de las Naciones en Octubre y al morir el presidente, Mariscal Hindeburg (Agosto 1934) asume el poder total con el título de Führer, y emprende la gran escalada guerrerista. Denuncia el Tratado de Versalles (Marzo1935) y establece el Servicio Militar Obligatorio.
Nada que hacer, actos de soberanía. Amenazantes sin duda, pero legítimos.
Ni una advertencia, un “epa cuidado”. Son señales, no píldoras tranquilizantes…
Si nadie chistó, aprovechemos. Tomemos una uñita a ver que pasa…Ocupa la Renania el 7 de Marzo del 36, prosigue a marchas forzadas fortaleciendo su poder militar y dos años más tarde invade Austria y la anexa al Tercer Reich. Soberbio y envalentonado exige la región de los Sudetes en Checoslovaquia y de nuevo Francia e Inglaterra ceden en lugar de hacer el contra peso necesario. Firman la Conferencia de Munich, celebrada a gritos destemplados por Chamberlain como la salvación de la paz.
El Führer acelera sus embates y menos de seis meses después, entre el 14 y el 16 de marzo del 39, ocupa Bohemia y Moravia y desaparece Checoslovaquia.
El resto fluye veloz rumbo a la más brutal guerra conocida. Mussolini se le suma en Alianza y Hitler cubre su espalda firmando con Rusia (23-8-39) el pacto de no agresión Ribbentrop-Molotov. Diez días después (3 de Septiembre) ordena el curso del plan “gelb”. La blitzkrieg invade Polonia y la destroza en un mes.
Pudo haberse evitado…Sobran conjeturas.
Si la ocupación de la Renania hubiese encontrado una firme reacción del resto de Europa…o acaso es cierto que ya estaba escrito en las hojas del destino…
El resto lo conocemos. Sir Winston Churchill lo avizoró y consciente del horror a enfrentar prometió resistir y vencer, pero sin disfrazar ni desdibujar la fea realidad- Con la firme determinación de un león ratificó su convicción: Venceremos, será a costa de sangre, sudor y lágrimas, pero venceremos.
Veamos ahora como Francia hizo frente a la enajenación circunstancial de su soberanía.
Resuelto el conflicto de Argelia en julio de 1962, al liberar el Presidente Charles de Gaulle la colonia norteafricana y devolverle sus derechos de Estado soberano, se suceden los procesos inmediatos a la decisión en ejecución. En primer término asimilar de la mejor forma proactiva el nuevo estatus adquirido por la excolonia.
Charles de Gaulle, personificación inalterable –como debe ser un gobernante– del inoxidable orgullo patrio de Francia, sólidamente cimentado en sus logros culturales, científicos y tecnológicos de todo género, observa preocupado la presencia de bases militares, equipos y fuerzas bajo mandos oficiales extranjeros, gracias al tratado de mutua defensa, vigente luego de concluir el conflicto que destrozó media Europa y la dejaba desguarnecida frente a cualquier ambición alimentada en Rusia, que pese a sufrir el mayor peso de la barbarie nazi, pagado con el pavoroso saldo de 20 (veinte) millones de víctimas, aún tenía un enorme poderío militar, además de contar con la mejor postura geo-política, factores suficientes para alimentar ambiciones y sostener nuevas aventuras bélicas en pos de las ideas de dominación total.
Once años después la situación acusa panoramas diferentes. Europa se ha repuesto velozmente. Ideas de fuerza basadas en lo socio-económico ganan terreno con base a una iniciativa Franco-alemana, a la que se han sumado cuatro países más y si bien aún no se avizora la unión europea actual, la semilla de la comunidad del acero y el carbón germina con fuerza y colateralmente las debilidades militares se han recuperado en buena parte.
El Presidente Charles de Gaulle dispone recuperar la soberanía parcialmente enajenada por el tratado de mutua defensa y decide el 21-02-1966 que Francia asumirá el control de las fuerzas de la OTAN en su territorio y así lo comunica de inmediato. El siete de marzo el Presidente Lyndon Jhonson en su carácter de máximo factor del tratado defensivo, responde que eso debe discutirse en conjunto pues afecta toda la alianza militar, razón que obliga a todos los miembros a participar de cualquier decisión. La respuesta de París no se hace esperar. El nueve de marzo, Francia anuncia la intención formal de retirar sus fuerzas del mando militar de la OTAN y reitera que toda instalación de la Alianza en Francia debe quedar bajo autoridad militar propia o “abandonar el territorio francés”.
Los miembros de la OTAN (salvo Francia) proclaman en declaración conjunta el 18 de marzo, su apoyo invariable a la Alianza y al principio de integración militar.
De Gaulle sigue adelante, no pide explicaciones por las razones contrarias y no se molesta en explicar las propias, es irrelevante. El 31 de marzo Francia dirige un memorándum a sus aliados de la OTAN y fija el 1o de Julio para retirar sus fuerzas del mando de la Alianza, y el 1o de Abril de 1967 para que abandonen las instalaciones y cuarteles generales de la OTAN en territorio francés.
¿Qué circunstancia o evento análogo enfrentó el Gran Mariscal de Ayacucho y cuál fue su actitud?.
La independencia de las repúblicas del Sur (Virreinato español del Perú) fue más difícil de concretar que las de Venezuela y Colombia, pese a las victorias que lo hicieron posible: Junín, Pichincha, la dura escaramuza de Corpahuaico en la que el General Jacinto Lara sale airoso y la joya militar de Ayacucho. En poco más de tres horas de encarnizado combate queda destruido el poder militar español en tierras americanas. Sin embargo al amparo de la hipocresía sobrevive un Perú monárquico de procederes ambiguos y relaciones que mal disimulan ambiciones personales. Dos blancos fundamentales, el Libertador y Sucre están en la mira de quienes conspiran en la sombra, si bien aparecen por toda parte y lugar los manejos de Santander y la rabiosa envidia del General Gamarra, el doctor Olañeta, el General Santa Cruz y los seguidores y oportunistas siempre a la orden.
En semejante mar de intrigas aparece la determinación del Alto Perú. No quieren ser peruanos ni Rioplatenses, a lo que Sucre, gobernador de la región, convoca una asamblea de Diputados de las provincias altoperuanas: Cochabamba, Chuquisaca, La Paz y Potosí.
La asamblea decide por unanimidad constituir el 6 de Agosto de 1825 la República de Bolivia, en honor a Bolívar; y a la capital Chuquisaca se le da el nombre de Sucre con el que se conoce hasta hoy. Al Gran Mariscal se le otorga la Presidencia vitalicia, que acepta solo por dos años, en los que gobernó realizando una hermosa gestión de paz y avance, particularmente en la educación y la atención a la salud. Aún así, intentaron asesinarlo en dos ocasiones. Envenenarlo fracasó como también se frustró un intento de apuñalarlo. Su reacción reveló una vez más la inmensidad humana de su carácter. Perdonó a los culpables y les ayudó a salir del país con los fondos económicos necesarios.
De pronto contra la integridad territorial de la nueva república, Brasil intenta una apropiación en la provincia de Chiquitos. La actitud decidida de Sucre fue la respuesta a la que Régimen brasileño presentó enseguida las debidas excusas, el reclamo del Gran Mariscal al Gobernador brasileño, le prevenía de desocupar en el acto la provincia invadida pues si no marcharía contra él y no se contentaría con liberar la frontera, sino que penetraría el territorio que se nos declara enemigo “llevando la desolación, la muerte y el espanto para vengar nuestra patria y corresponder a la atroz guerra con la que usted nos ha amenazado”. Sucre no era solo un gran defensor del derecho sino que poseía una clara conciencia del poder que representaba.
No hay otra forma posible de enfrentar a un abusador. ¿Cómo vas a pedir acuerdos y por favor a quien te invade y apelar a sentimientos de paz y armonía cuando te están despojando a la fuerza de lo que te pertenece?
El 14 de Agosto de 1.814 Inglaterra celebra haber puesto planta por fin en tierra americana. Holanda, hoy Países Bajos, le había vendido por 3 millones de libras esterlinas, 20 mil millas cuadradas (51.800 km2) de su territorio, obtenido de Portugal no se sabe si como regalo o por una negociación no concluida. La superficie citada es la que legítimamente corresponde a la actual República de Guyana que hoy ostenta una superficie de 214.920 km2.
¿De dónde obtuvo 162.193 Km2 adicionales? : Despojados a la fuerza a nuestro territorio venezolano.
Para una idea más clara para el molde mental común que trabaja por comparaciones, es tal como si hubiesen comprado, los estados Falcón, Lara y Yaracuy y aparezcan después como también dueños de los estados Zulia, Táchira y Trujillo. Apenas 8 años después de haber obtenido de Holanda el territorio Guyanés, en el año de 1.822, traspasan las riberas del esequibo y comienza la invasión del territorio venezolano. Bolívar en el alto Perú es enterado de la situación pero acosado de problemas por resolver da paso al utopista romántico que también habitaba en su espíritu y piensa que no es problema. Al fin y al cabo, piensa, Inglaterra es una nación hermana y el incidente puede resolverse por vía diplomática. Finalmente el incidente quedó olvidado y se ha tomado posteriormente como precedente dictado por el Libertador de todas las bobería diplomáticas en que se ha envuelto Venezuela perdiendo más de 1 millón de kms2 sin recibir ni arrojar un disparo.
Para concluir cito el final del mi artículo anterior al respecto, publicado el 22 de Feb de 2021 :
“La joya del Acuerdo de Ginebra, esgrimido como tabla de salvación a la que nos aferramos intentando no perderlo todo (del ahogado, el sombrero), es una bazofia. El punto clave del acuerdo debió ser la negativa de Venezuela a reconocer la Guayana Esequiba como República Independiente dueña del territorio señalado en disputa. Debíamos solo reconocer como territorio de la nueva república, el adquirido por la compra a Holanda el 14 de agosto de 1814, único y exclusivo territorio sobre el que tenían derechos legítimos. Fue probablemente la última oportunidad del Estado Venezolano para rescatar de manera total y en la debida forma el territorio usurpado por Inglaterra con la connivencia de los hoy grandes panas rusos y del tribunal británico —burda y cruel humillación que ridiculizaría nuestros argumentos presentados mediante voces ajenas— y circunstancia que de hecho convertía en una farsa el tinglado montado por los ingleses en París, grosero toque manipulador para dar una pátina de imparcialidad al montaje cuyo final estaba predefinido desde mucho antes del inicio del juicio que lo ratificaría.
Una derrota más en negociaciones limítrofes, casos y asuntos que han disminuido en más del 50% el territorio que legítimamente correspondía al país al ser reconocido por la corona española, como república soberana e independiente. “
Pedro J. Lozada