Ha concluido la Semana Santa que conmemora, la pasión muerte y resurrección de Jesucristo y sus siete últimas palabras por siglos se continúan reinterpretado, y en la Venezuela destruida, por una delincuencia militar-civil organizada, no podemos invocar: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». (Lucas, 23: 34). Porque el «por ahora» de Chávez obnubilo a un pueblo, sin lugar a dudas molesto, sin pensar el costo de una clase resentida en el poder, que como argumento para su reivindicación «Cuba es el mar de la felicidad». Hacia allá va Venezuela» y la Fuerza Armada sería el vehículo, asegurando lealtades con el corrompido “Plan Bolívar 2000” jurando “Socialismo Patria o muerte” para ello, Chávez proclamó que «Ser rico es malo, es inhumano. Así lo digo y condeno a los ricos” para ello «PDVSA es roja, rojita» y así la otrora y reconocida empresa petrolera del país, sería presa para vender primero, un liderazgo político más digno de los carnavales del Brasil que cualquier otra cosa, regalando sus ganancias y comprando conciencias internas, que permitirían un descomunal atraco, divulgado por el propio chavismo, más con ánimo de venganzas e impunidades a otros, que sanciones privativas de libertad y confisca miento de bienes mal habido, a unos delincuentes incomparables con los clasificados como comunes. Basta con citar, como para el año 2011, ”1,9 millardos de dólares perdió PDVSA en negocio de alimentos” y como siempre, un escándalo tapa otro escándalo. De Venezuela la rica, cantó el poeta colombiano Jorge Zalamea…la riquísima, la mil veces rica —inesperado centro de musicalia, sede de la más audaz arquitectura, lonja de artistas, mecenas estrellado (¡oh antifaz, oh irrisión!)—, de Venezuela humeante de petróleo, humeante de pan, azul de hierro, lívida de hambruna, centelleante de brillantes, mate de malaria, han venido millones de pobres venezolanos y los millares de sombras que toman aquí, entre nosotros, vacaciones de los penales, presidios, cárceles, penitenciarías y bóvedas, en que pagan el planteamiento de un pleito: ¡el vuestro, el nuestro!»
Aquella Venezuela rica no tiene hierro, gas o petróleo para encender sus estufas, tampoco electricidad con el sarcasmo del chavismo decir: ¡Exprópiese! Fue el grito para desmantelar el aparato productivo nacional y «Águila no caza mosca» el desprecio al liderazgo político de María Corina Machado, mucho antes, que cierta oposición se corrompiera, mientras el ciudadano común, aún espera el informe que conoció la denuncia de Juan Guaido, sobre los diputados CLAP” una sola muestra, de la podredumbre dirigencial del país.
Al fallecer Chávez, la administración pública quedó sin frenos. De nada valdrían los 15 tribunales y una corte especial para conocer los casos de corrupción, combatirla era escupir así mismo, imponiéndose Maduro: efectivamente después de ello, el diluvio, no se vislumbra una luz en el túnel y en su propia boca pide “Restéense ya porque el peo está armado”, respondió Maduro a quienes cantaban “si se prende el peo, con Maduro me resteo”
¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». Es lo menos que podemos ahora decir, en la hora menguada de la República…
Jorge Ramos Guerra