La corrupción ha sido, sin lugar a dudas, una de las principales calamidades que ha afectado a nuestra nación en las últimas décadas. Y es que durante los 23 años que lleva el régimen en el poder, se ha convertido en una práctica sistemática que ha afectado gravemente la economía del país y ha sumido a la población en una profunda crisis. Transparencia Venezuela asegura que solo entre el 2002 y el 2015 se desviaron US $120.000 millones en corrupción, recursos que debieron ser invertidos en proyectos que brindarán calidad de vida a la población.
El modelo impuesto por el régimen se ha caracterizado por una política de expropiaciones, confiscaciones e irregularidades, que ha dado lugar a una gran concentración de poder y a una economía cada vez más dependiente del Estado, creando un entorno propicio para el despilfarro y mala administración, en el que funcionarios y empresarios corruptos han logrado enriquecerse a costa del erario público.
Sobran ejemplos para señalar la corrupción del régimen. Jorge Giordani, antiguo funcionario del régimen, dijo que US $25.000 millones fueron robados por empresas de maletín a través de CADIVI. Transparencia Venezuela arrojó datos sobre el caso Money Flight, en el que se detectó un desfalco de US $1.200 millones y el de Odebrecht, empresa brasileña a la que se le pagaron más de US $20.000 millones y que, pese a tan alta suma, nunca se terminaron ninguna de las obras anunciadas como el Metro de Guarenas – Guatire y la Central Hidroeléctrica Tocoma.
Las necesidades básicas de los venezolanos también han sido parte de esta trama, como el caso de PDVAL en el que podemos mencionar docenas de episodios donde la comida llegaba en estado de descomposición, como fue el caso de Puerto Cabello, en donde se hizo el hallazgo de 3 mil 257 contenedores con un total de 122 millones de kilos de alimentos en mal estado en el año 2008. Lo mismo ha ocurrido con las bolsas CLAP, en las cuales muchas veces los alimentos llegan con gorgojos o son de pésima calidad. Esto sigue ocurriendo día tras día.
Por supuesto, la corrupción también ha afectado gravemente la industria petrolera, el principal recurso económico del país. PDVSA produce hoy a un ritmo inferior a hace 50 años. Se calcula que entre 2004 y 2014 ingresaron al país más de US $1.000 millones por venta de petróleo, y ese dinero se esfumó tan pronto como entró a las arcas nacionales. Con esa cifra tan alta se pudieron mejorar las escuelas públicas, construir nuevos hospitales, impulsar la economía, y sin embargo nada de eso pasó y nadie respondió por ese dinero. La crisis que vivimos hoy no es solo por las sanciones. Los responsables son quienes se atornillan al poder para seguir enriqueciéndose.
El cambio político en el país y el regreso de la institucionalidad nacional no es un capricho al que muchos apostamos, sino una necesidad urgente que ayudará a nuestra nación a superar este terrible episodio que nos han hecho vivir. Contar con instituciones fuertes permite la vigilancia de los recursos públicos y obliga a los funcionarios públicos a rendir cuentas a la población. Es posible salir de esta pesadilla en la que nos sumergieron y por eso debemos seguir trabajando para reconstruir a Venezuela y hacer de ella un país de oportunidades y progreso social.
Stalin González