Cada Viernes Santo se conmemora la muerte de Jesucristo, cuando lo hace en la cruz durante el viacrucis para salvar del pecado y dar vida eterna. Durante este día, no se celebran Eucaristías, las imágenes religiosas se ocultan o cubren con una tela morada, mientras el Sagrario permanece abierto en señal de que Jesús no está. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.
Monseñor Carlos Curiel Herrera, Obispo de la Diócesis de Carora, expresó que durante Semana Santa en el Triduo Pascual el misterio de Dios, que el misterio en la encarnación se hace plenitud en el misterio pascual, conmemorando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
El Viernes Santo se medita el viacrucis, la vía de la cruz, en el que se ve a un Jesús condenado, sufriendo, capaz de asumir todas la consecuencias por la voluntad del padre, que es vivir como hermanos, comentó Monseñor Curiel.
Desde la cruz se contempla la muerte, a Jesús clavado en la cruz, en el pecado, celebrándose con más fuerza la pasión del Señor que lo lleva a esa cruz.
“Con la mirada en la cruz contemplemos la resurrección porque en él se nos da una nueva vida, muriendo al pecado, muriendo a todo lo que atropella la dignidad de la persona, renacemos a una nueva vida en el amor de Dios que se entregó hasta el extremo por la causa del reino”, expresó el Obispo.
Curiel invitó a que desde la escuela de la cruz, se tiene que seguir luchando, asumiendo las consecuencias del maestro. Ya que la cruz es la consecuencia de la vida llevada en misericordia y compasión del señor Jesucristo. Por lo que añadió, que no se vea que ahí está el final, contemplar la cruz por amor, por entrega por misericordia y ver que detrás de la cruz hay muchas posibilidades, incluso mejores porque las da el Señor con su resurrección.
“Nuestro Señor Jesucristo con la fuerza del Espíritu Santo, nos anime a seguir caminando, alegres en la esperanza y firmes en la fe, y con nuestra vida comunicar la alegría del evangelio”.