#OPINIÓN El saqueo en la historia #5Abr

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“…Creo que, debe ser la época, porque siento la necesidad de cerrar este artículo con otra cita del libro del Pueblo de Dios, nuevamente Isaías 42:22-23: “Pero ahora no es más que un pueblo saqueado y despojado, están todos atrapados en cuevas y encerrados en cárceles. Se los saquea, y nadie los libra, se los despoja, y nadie dice: ¡Restituye(selos)!», “¿Quién de ustedes presta oído a esto y escucha atentamente con miras al futuro?”                          

Jorge Puigbó

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Hay términos que, por circunstancias diferentes los pobladores de una nación utilizan aplicándolos para definir o calificar una determinada acción aun cuando técnicamente no sea el más apropiado para ello, aun así, quizá sea el que la describe o define mejor. En este caso nos referimos al vocablo saqueo, que proviene del latín “saccus”, bolsa o talego y la cual, según el diccionario de la Real Academia tiene tres acepciones: 1. tr. Dicho de los soldados: Apoderarse violentamente de lo que hallan en un lugar, 2. tr. Entrar en una plaza o lugar robando cuanto se halla y 3. tr. Apoderarse de todo o la mayor parte de aquello que hay o se guarda en algún sitio. En España existe una expresión “entrar a saco” que no es otra cosa sino asaltar a una ciudad con una bolsa en la mano para robar lo que se pueda y llenarla. En la antigüedad existían grupos de personas, inclusive pueblos que vivían del pillaje, o sea del saqueo, de los primeros podemos señalar a los llamados piratas, bucaneros o corsarios, de los cuales Venezuela conserva ingratos recuerdos por las incursiones que devastaron pueblos enteros de nuestras costas, incluyendo pueblos de las márgenes del Orinoco, de los segundos la Historia señala entre otros a los hunos, mongoles, fenicios y a vikingos, ahora bien, también debemos recordar que saquear, ya desde el Imperio Romano, era una forma de complacer a los soldados de un ejército determinado mediante la autorización para hacerlo, era una forma de que cobraran por el trabajo realizado, una recompensa.

No queda duda de que los pueblos poseen una forma de sentir y una inteligencia colectiva, sobre todo aquellos que han tenido que sobrevivir a largas penurias y eligen vocablos interesantes en su hablar coloquial. Salvo el último significado que trae la RAE referente a la palabra saqueo que, más pareciera referirse a un robo o hurto por su cualidad de clandestinidad, el término se refiere generalmente a las acciones de los militares que tras una victoria toman las pertenencias del enemigo sin consideración alguna, así sean privadas. Es bueno señalar que en el apoderamiento, robo, hurto o saqueo de bienes utilizando una posición de superioridad o de aprovechamiento de circunstancias que faciliten el cometimiento del delito, estas constituyen siempre agravantes que magnifican las penas. 

Originariamente el pillaje o saqueo, era visto como un castigo para el enemigo vencido, las ciudades quedaban prácticamente destruidas, a fin de evitarlo, con el transcurso del tiempo se tomaron ciertas decisiones para tratar de contener, mediante reglamentación, el inicio por parte de las tropas de esas acciones, tal y como ocurrió durante el Imperio Romano, más tarde en la Edad Media el saqueo estuvo permitido sin regulaciones y así continuó hasta que, vistas las graves irregularidades que se cometían y sobre todo la destrucción de patrimonios irremplazables, el rey de Francia Enrique IV, en el año 1590  reglamentó el tiempo del saqueo de las poblaciones, a no más de 24 horas. Posteriormente, grosso modo, los acuerdos de Ginebra en 1949, establecieron como crímenes la destrucción e invasión de las propiedades privadas. Sería imposible relatar los incontables episodios de saqueos realizados a través de la Historia contra innumerables civilizaciones, muchas de las cuales no se recuperaron jamás y otras sufrieron durante años sus resultados. No obstante, merece la pena mencionar una, el terrible saqueo llevado a cabo por los ejércitos alemanes nazis del arte pictórico en manos de diferentes personas, en su mayoría judías, estimándose el mismo en unas 600.000 obras y el cual fue declarado como crimen de lesa humanidad en el año 1945 por el Tribunal Militar Internacional en la Carta de Londres. El gobierno alemán llegó a tal extremo de codicia que tenía una organización la cual se ocupaba únicamente de las piezas de arte por considerarlas como botín de guerra, la Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg del Partido Nazi. El museo del Louvre se salva debido a una acción preventiva y secreta que logró esconder las obras expuestas.  

Así como se producían estos actos ilegítimos y violentos de ejércitos contra la población civil, también se veían y se ven, saqueos realizados por la fuerza cuando ocurren grandes desastres como terremotos e inundaciones y las poblaciones quedan desprovistas de lo esencial, son situaciones extremas. Otra modalidad de saqueo se puede producir sin violencia, cuando un grupo de personas se dedica, durante un tiempo, a extraer bienes de algún lugar poco vigilado o en complicidad con los encargados de vigilarlas, poco a poco con el tiempo se llevan todo, es lo que se denomina en Derecho un hurto continuado. La ampliación o derivación del vocablo saqueo hacia la inclusión en el mismo de acciones delictuales como son las llevadas a cabo contra las arcas públicas, ha conllevado a su mayor empleo por el pueblo quien lo utiliza de esa forma. El pillaje que un grupo de personas pre validas por su condición de funcionarios ejercen contra las riquezas de una nación, no solo tipificaría un robo o hurto, sino que indudablemente es una traición a la patria al afectar a todos los ciudadanos de una nación, de allí que el castigo tenga que ser ejemplar, no hay discusión.

Cuando se investiga para escribir sobre alguna materia, muchas veces nos topamos sin esperarlo con algunas revelaciones interesantes que nos complementan la información y es así que, buscando acerca de la acción de saquear me conseguí en la Biblia Latinoamericana estos versículos muy apropiados: “¡Ay de ti, salteador que no has sido saqueado, traidor que no has sido traicionado! Cuando hayas terminado tus asaltos, te saltearán, y cuando hayas acabado con tus robos, te pillarán”. (Isaías 33), me iluminaron estas palabras y me hicieron ver que a lo mejor eso es lo que la gente siente. Creo que, debe ser la época, porque siento la necesidad de cerrar este artículo con otra cita del libro del Pueblo de Dios, nuevamente Isaías 42:22-23: “Pero ahora no es más que un pueblo saqueado y despojado, están todos atrapados en cuevas y encerrados en cárceles. Se los saquea, y nadie los libra, se los despoja, y nadie dice: ¡Restituye(selos)!», “¿Quién de ustedes presta oído a esto y escucha atentamente con miras al futuro?

Jorge Puigbó

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