#OPINIÓN Lo público es de todos #31Mar

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Ante las recientes acciones ejecutadas por parte de las instituciones coercitivas del Estado venezolano, se ve pertinente preguntarse si un sistema de antivalores conoce de corrupción y la puede tipificar como algo no aceptado, porque quienes hoy son exhibidos como los grandes asaltantes del erario público fueron hasta hace poco, miembros de una nomenclatura que usa los bienes y riquezas de la nación según sus caprichos. Y las redes sociales sirven de escenario para proyectar una narrativa que solo favorece en lo inmediato las teorías conspirativas con amplios libretos; nada cercanos a la tarea pendiente que solo la ciudadanía bien organizada es capaz de emprender.

De igual forma, estos hilos convertidos en largometrajes semi-ficticios sólo pueden surgir en un país donde reina la indiferencia por lo público porque la vida privada se ve como algo superior a toda realidad, desatendiendo la cosa pública y dejando baldío el único espacio que pertenece a todos los individuos por igual, donde nadie está exonerado de responsabilidades. En el mundo civilizado si algo funciona mal deben activarse mecanismos de presión que visibilicen dicha demanda; ello dado que lo social sólo funciona y se transforma con el accionar civil, lo contrario es favorecer el status quo que domina en lo político.

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Por tal motivo, la tarea queda para las instituciones que ejercen un rol de cambio en el sistema, quienes deben promover mecanismos y acciones que afecten el espacio donde todos hacemos vecindad como ciudadanos. La participación debe convertirse en un valor que mitigue las ideas sobre la supervivencia del más apto, dado que dicha sentencia coloca al Pranato como el modelo a seguir, dándole como premisa a las nuevas generaciones el ser sumiso ante lo no correcto; planteamiento absurdo que no permite la evolución social porque los individuos son quienes con su accionar construyen desde lo real el futuro con el que sueñan.

En resumen, sí existe un desequilibrio en las cúpulas creadas por el poder constituido, se requiere de un tejido robusto que pueda capitalizar dicha circunstancia, y tal constructo no es posible si todos apuestan por un individualismo que se exhibe como ejemplo a seguir en las redes sociales donde se prioriza la vida privada, cuyo éxito se manifiesta en una felicidad traducida en indiferencia a los temas públicos porque sencillamente el voto es una pérdida de tiempo, sin valor real ante lo privado; dicha narrativa debe ser afectada por las instituciones y comenzar a dar catequesis ciudadana a una sociedad que se rehúsa a ser despreciada.  

Finalmente, la transición democrática tan anhelada por los venezolanos, hoy se hace una demanda totalmente válida porque el robo a la nación no solo se puede expresarse en cifras, también se ve manifestado en el deterioro al tejido social, el cual, permanece resquebrajado sin posibilidad de afectación ante la vejación de los poderosos, por ello un evento que en el terreno político pueda motorizar a un segmento de la población; es un buen indicio del potencial renovador que aún reside en el territorio, el cual se hará manifiesto en su totalidad cuando la participación ciudadana aplaste a su carcelero con su voto.

Eduin Adjunta

@adjunta90

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