Tomemos como ejemplo la producción de café…
Desde Abisinia, al norte de Kaffa, en Etiopia, de donde es originaría, el café partió a conquistar el planeta…
¡Venciendo todo tipo de dificultades!
Llegó a Venezuela por el año 1730 y las primeras plantas fueron sembradas en las márgenes del Rio Orinoco por misioneros franciscanos liderados por el Padre Gumilla y, desde allá, conquistó al resto del país, especialmente, a las zonas montañosas. Durante casi cuatro siglos soportó y venció estoicamente a la Guerra de Independencia, a montoneras, a luchas fratricidas, dictaduras; a asaltantes e incendiarios de caseríos, pueblos y sabanas, como lo fue Ezequiel Zamora.
Para el año 1.886, el bien llamado “Oro Verde” … el café, tomó el Tricolor patrio y lo enarboló en la cúspide del mundo, cuando a la Finca Covalonga, situada en los Valles del estado Aragua, se le otorgó el reconocimiento de producir “El Mejor Café del Mundo”. Para aquellos años el país exportaba 1.800.000 sacos/60 k. O sea, 2.347.826 q.q. de café, puesto que un quintal equivale a un saco de 46 kilos.
Así mismo, los caficultores venezolanos superaron la recesión económica mundial de 1930 y a la avasallante aparición del combustible más contaminante del mundo… el petróleo. Sortearon, soportaron y superaron sequías e inviernos despiadados; al ataque de plagas como la Roya y la Broca pero, lo que no pudieron confrontar exitosamente fue la implementación de las políticas agrícolas y económicas desfasadas, ineficientes e ineficaces, con las cuales “presuntamente” se han violado los “Derechos Humanos” de decenas de miles de humildes familias que sobrevivían, dignamente, con la “Remuneración al Trabajo” logrado en los cafetales que son el jardín de sus ranchos; donde habitan entre paredes de bahareque, cocina con fogón de leña, piso de tierra, sin energía eléctrica y… ¡sin letrinas!
Para el año 1998, las estadísticas del extinto “Fondo Nacional del Café” cuantificaban que en el país se producían 1.550.000 quintales de café. Se consumían 950.000 q.q. y, se exportaban 600.000 q.q./año.
Actualmente, no habiendo estadísticas confiables, según declaraciones de miembros del Sindicato Nacional de Café Venezuela, podemos “presumir” que Venezuela no llega a producir 150.000 q.q./año. Se ha dicho que, según cifras del I.N.E. para el año 2.012 se importaron 933.125 quintales de café; lo que hizo suponer que para aquella fecha hubo una producción de aproximadamente cuatrocientos mil quintales; ante un consumo de aproximadamente 1.285.000 q.q./año. Estimado con el aumento de la población y aplicado a los 950.000 q.q. que consumíamos para 1998.
Esta debacle, ocasionada por los precios viles impuestos al café, a nivel de productor, abarca los ámbitos:
Ecológico: El café es un cultivo ecológico y conservacionista protector de suelos y generador de agua dulce. A los caficultores, cuyo hábitat natural se encuentra en las nacientes de agua dulce, en 36 cuencas hidrográficas y 79 subcuencas; se les denominaba:
“Guardianes gratuitos del ambiente”
La situación actual ha hecho, de ellos, los principales depredadores del ambiente. Talan y queman montañas para la siembra de subsistencia, maíz y caraotas, para tener con qué “mitigar” el hambre.
Social: Es el único rubro donde, en su producción, trabajan los integrantes de las familias; desde los niños hasta los ancianos. Quienes eran ejemplo mundial de una clase social prospera que para el año 1.999 contabilizaban a aproximadamente 85.000 familias, ahora, se calcula que están viviendo en la mayor de las pobrezas no más de 10.000 familias; el resto ha cambiado de cultivo o migrado a los cordones de miseria de pueblos y ciudades donde son víctimas o se integran a la delincuencia o, a las drogas o peor aún, se han integrado a la diáspora que desmiembra a las familias. Hay quien dice que en 3 años se puede recuperar la producción nacional de café, sin explicar de dónde va a salir la mano de obra necesaria para su cultivo.
Económico: la caficultura como generadora de economías encadenantes; la industria metal mecánica, farmacológica, licorera, cosmetológica, alimentos para animales, peptinas, etc., generaba 24.500.000 de jornales de trabajo/año; en Perú elaboran un mouse con la pulpa de café, para combatir la desnutrición infantil con su alto contenido de proteínas; era bastión económico fundamental para miles de caseríos y pueblos venezolanos.
Cultural: la cultura es un derecho constitucional y el café es parte de la cultura venezolana, en su producción y en su consumo.
Y por último el ámbito Turístico: Las zonas cafetaleras constituyen un emporio turístico por su exuberante y natural belleza; están siendo explotadas, mundialmente, por esa industria sin chimenea. En Venezuela están siendo destruidas de manera inmisericorde.
Pero, este desastre ha sido denunciado hasta en partes médicos; como el de la Dra. Fátima Cabrita quien, en 2.002, denunció públicamente, los suicidios de los caficultores por no poder honrar sus deudas; como consecuencia de los precios impuestos por el Ejecutivo Nacional; porque no cubrían los costos de producción, mucho menos las necesidades básicas de una familia.
La gravísima situación que enfrentan las familias caficultoras, tan sólo, son una muestra de la catástrofe impuesta al sistema productivo venezolano. Las importaciones venezolanas de café han crecido exponencialmente y vendemos el petróleo a precios preferenciales, lo regalan o, simplemente se lo roban.
¡Circo… sin pan!
En la medida que se quiere convencer a los ingenuos, se publicita una producción de café y una calidad inexistente, mientras se hacen saraos con el sufrimiento de los caficultores venezolanos, donde participan algunos acólitos afectos al sistema político-económico impuesto, hay productores de Sanare, entre ellos unas damas, que están siendo juzgados por haber protestado por los incumplimientos de los acuerdos efectuados, referentes a los precios que le hubiesen permitido subsistir con la dignidad que les otorga el artículo 23-3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
¡La justicia impoluta es el camino de la paz!
Maximiliano Pérez Apóstol