#OPINIÓN Coronel, el perro psicópata #29Mar

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Peligroso y traicionero el perro que se acerca sin ladrar,
porque nos ataca y nos muerde de pronto
y desprevenidos, confiados e inocentes creíamos que era manso.
Crisanto Gregorio León

Solo a los fines de mordacidad, el epígrafe es titulado “coronel el perro psicópata”, pero no podemos hablar de perros psicópatas. Rotundamente no. Porque no podemos aplicar una tipología que viene de la psicología humana, a un animal. La psicopatía se puede definir como un tipo de personalidad y también como un trastorno de personalidad. Pero que en el desarrollo de este epígrafe el lector ha de entender lo que se desea significar mordazmente. Lo que sí podemos explicar es la licantropía como un trastorno mental en que el enfermo se cree transformado en lobo e imita su comportamiento. Aunque definitivamente el coronel psicópata es un perro, una mierda, un desagradable y experimentado engendro satánico.

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Ta, ta, ta, ta, ta. En la mesa oval el coronel corrupto se sacia en salivar y en dar el espectáculo, de transformación “de humano a perro”, mientras también se le pegan los platinos. Al recorrido de mis epístolas explico la licantropía de este militar, la caracterización psiquiátrica que el coronel hace de convertirse en un canino lleno de furia y de mal de rabia; de asumir las apariencias de un perro o de un lobo, por el cual este militar se transfigura en un animal demoníaco, que satisface la perversión de su trastornada personalidad en verse agresivo ante sus presas, mostrando los dientes, moviendo la jeta y distorsionando las manos semejando garras; para infundir temor desquiciadamente y por cuyas fantasmagorías mentales, el doctor fraude está convencido que de hecho es un salvaje chacal o un Licaón, que asume posición de ataque para devorar a las presas indefensas e inocentes, o destruir a quienes lo llenan de terror porque asustado y cagado los ve también como sus depredadores naturales, ante la posibilidad de quedar desnudo, descubierto o expuesto en su mundo de corrupción. Entonces, sintiéndose a salvo en sus escenarios o apoyado por sus monos voladores o monos jalabolas, emprende la arremetida licantrópica en contra de los usuarios externos o internos en este su caso, porque es un degenerado, un infeliz, un malviviente, tóxico. De modo que él mismo se transfigura a voluntad en su propio perro guardián dispuesto a la embestida. Ah, pero como todo psicópata es un perro traicionero, porque por lo general al estar solo con su presa inicia y hace su histrionismo a espaldas de las víctimas y se les va acercando lentamente cual depredador hasta hostigarlas lateralmente al girar y colocárseles de frente, para lograr el efecto sorpresa y dejar a sus presas congeladas, pasmadas, como consecuencia de la inmovilidad tónica que les produce la mayorías de las veces. Aunque como malandro y patotero sabe que está imponiendo una relación vejatoria, el doctor fraude “desconoce” la función de esta reacción fisiológica del organismo humano y piensa este ignorante delincuente y corrupto psicópata, que sin dudas al lograr en sus víctimas esa indeseada respuesta natural de defensa corporal, entonces cree que así obtuvo el abatimiento de las personas y que en realmente les ganó la contienda a sus presas, cuando realmente se gana el odio y la repulsión de los irrespetados ciudadanos y los más variados sentimientos de rechazo y por sus mascaradas obtiene diversidad de opiniones adversas con las que es descrito objetivamente como un psicópata. Y lastimosamente es un pésimo ejemplo para la gente en formación que lo observa, pues deforma la conducta de las mentes débiles que quieran imitarlo, al creer que si él lo hace, entonces está bien copiarlo y humillar e intimidar a otros.

Por otra parte, es menester indicar que el coronel psicópata tiene también sus perros amaestrados, que son las personas con baja autoestima, sin amor propio que le rinden pleitesía y son genuflexos a la corrupción y a la criminalidad que él representa, que son su contrainteligencia, son los mismos monos voladores en otro nivel, en el que socializan con las presas y las víctimas para acercarse a ellas y lograr grados de confianza hasta que suelten mansa e inocentemente las informaciones relevantes que busca el psicópata para en todo tiempo desarticular las averiguaciones internas y los grupos que pueden exponerlo tal cual es, a él y a su banda. Además que para evadirse de sus merecidas sanciones morales y legales, aplican oblicuamente penalidades a gente inocente. Y así este felón narcisista toma acciones en perjuicio de la justicia y la legalidad, para aplastar a los buenos y a los decentes, a los correctos y a los probos y mantener incólume su red criminal, de malhechores, desadaptados y malvivientes disfrazados de gente decente. Pero la verdad es una sola y saldrá a la luz y será del conocimiento de todos, pues lo que es vox populi, será igualmente noticia en los medios y en las redes sociales de manera pública, notoria y comunicacional. Y la policía anticorrupción ha de colocarles los ganchos y hacerlos presos.

Pues bien, los escenarios que prepara, controla y manipula el perro coronel, con sus otros perros u operarios ocultos, que son el contraespionaje que siembra el doctor fraude en oficinas y dependencias y entre compañeros de trabajo para fracturar amistades, para disuadir sobre la percepción de su personalidad corrompida y trastornada, son precisamente aquellas personas enviadas y encomendadas por él , que se muestran simpáticas y hasta cariñosas y solidarias falsamente, con personalidad embaucadora y engañosa, como su mentor, simuladas de gente diáfana e infiltradas en el equipo de los buenos y decentes; constituyen la invasión encubierta cuya acción corrosiva no se advierte sino cuando ya es demasiado tarde y el coronel psicópata y sus gentes han tomado el control y abortado cualquier disidencia. Estas personas falsas han sido preparadas por el traficante de la hipocresía, para mostrarse con selectivo fariseísmo y dan besos de Judas, abrazos cargados de traición, hasta tratan con fingido respeto a quienes le van a dar la zancadilla y llaman hermanos a quienes han planificado vender y entregar a los caprichos sádicos, megalómanos, perversos y delictivos de su amo, de su dueño, del artífice del mal y de la trampa, el experimentado militar que por corrupto nunca más será ascendido. Hasta ahí llegó, vino de la tropa como sargento, se aprovechó de algunas reformas en las leyes, encontró sus rendijas y se homologó, pero sin haber estudiado en la oficialidad, y sin llenar la majestad del uniforme, se da el tupé de llamarse coronel. ¡Vaya infortunio para el cuerpo castrense y que molleja de maldición para esta institución!.

El coronel psicópata está adueñándose de tu libertad de pensar. Hay que cuidarse del que se muestra especialmente parlanchín sin ton ni son, el que de buenas a primeras te empieza a plantear conversación respecto de asuntos que no están en la palestra pero que la provocan para invadir tus pensamientos y opiniones, de aquellos cuyas conductas y procederes son abiertamente a favor del coronel psicópata e inusitadamente se te presentan como nuevos amigos, o de quienes siempre se han mostrado como tus adversarios pero de repente de la noche a la mañana ahora quieren codearse contigo. Alerta, que esas son gentes falsas, enviadas y sembradas por el coronel psicópata y se están burlando de tu condición de persona sana, para llevarle y traerle chismes al enfermo que come y caga en la oficina que ha invadido y que acondicionó para le sirva de cuarto de motel. Porque entre otras morbosidades, te quieren quitar la libertad de pensar y de que tú mismo dimensiones tus particulares opiniones según tu prudente arbitrio, para que pienses como un esclavo o una marioneta del perro psicópata.

El circo del coronel psicópata. Acostumbrado a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, el coronel psicópata te investiga, usa a sus monos voladores y te los pone de marcadores como a los jugadores de fútbol para hacerte gambetas, porque para él siempre serás sospechoso de conspirar en su contra y como él se sabe culpable de crímenes intencionales y orquestados y tiene miedo a que acumulen pruebas en su contra, o por lo menos sospechas razonables de sus actos criminales; entonces siembra infundios en otros. Así instala cámaras estratégicamente en tu oficina o dependencia para grabarte incluso si te tiras un pedo, porque es un voyerista visual y auditivo, y quiere conseguir “algo” que te incrimine de “algo”, para que seas el chivo expiatorio y así desviar la mirada de la opinión pública, divulgando escándalos inventados de otros, apareciendo él como la Madre Teresa de Calcuta. El felón es un perverso experimentado.

Los perros amaestrados. Con este tipo de gente nos podemos equivocar garrafalmente porque suelen y se saben disfrazar de buenas personas, porque son profesionales de la hipocresía, tal cual el coronel psicópata es un traficante de la hipocresía. Estas personas que el doctor fraude introduce en tu habitualidad laboral para irrumpir enfermizamente en tu psiquis, son tan temerarias que osan perturbar tu cotidianidad de vida fingiendo una amistad solo con el propósito de rendirle olas a su jefe el doctor fraude, cuando logren embaucarte y ponerte en el terreno que ellos quieren para demostrarles lealtad al Jefe de la tribu y de la mafias. Estos operadores del mal, estos infiltrados en tu vida de relación para sorprender tu buena fe, esos son los perros peligrosos y traicioneros que se acercan sin ladrar, pero que te atacan y te muerden de pronto, porque desprevenido, confiado e inocente creíste que eran mansos. Te conozco bacalao, aunque vengas “disfrazao”, maldito coronel.

Los parásitos depositan sus huevos. De repente, con atrevimiento te untan vaselina y pretendiendo alterar tu conciencia y tu percepción de la realidad, los monos encubiertos o los perros infiltrados de mansos corderos, siendo amistades fingidas, camuflados de gente buena, pretendiendo imponerte sus pareceres se atreven a sugerirte veladamente o así como un balde agua fría por la calle de en medio directo irrespetando tu persona, como si fuera una inocua inocentada, te dicen que desvíes la mirada y hagas caso omiso de los delitos del coronel psicópata, que pobrecito, que de seguro sufrió de abuso paterno, que no insistas en denunciarlo ni en perseguirlo como la deuda al deudor. ¡Váyase al carajo!. ¡Váyase a la mierda! Quien debe reflexionar y no buscar la aplicación de la justicia verbigracia debe ser el ofendido, el lastimado, el vapuleado, el inocente, el incorrupto, el correcto, el que tiene principios y valores, a quien le han asesinado a su hijo, los padres del muchacho que se suicidó porque lo estaban sodomizando y no soportó más el estrés ni la presión, ni la extorsión ni la corrupción intramuros, su frágil mente ya no resistió más; a quien le han quitado arbitrariamente el trabajo, entre enésimas injusticias que experimentan las presas y las víctimas del coronel psicópata. Pero no le dicen al coronel psicópata que deje de delinquir, de extorsionar, de violar los derechos humanos, de forjar y vender títulos valores estafa, no le dicen que se vaya de la institución y que deje de joder la dignidad de los demás, no le dicen al doctor fraude que ya no cometa agresiones sexuales en contra de inocentes que andan buscando un mejor futuro, que ya deje de entrometerse en la vida privada y en las diligencias de las demás personas , que deje de estropear la vida de la gente empática ordenándoles a otros que los traten con ignominia y sin darles importancia. No le dicen a este perro psicópata que ya no se valga de su circunstancial posición y no perturbe los trámites que otros hacen en las oficinas y dependencias públicas, que se inhiba de mandar a otros a indagar sobre el comportamiento extramuros no lesivo ni impropio de las personas, que en nada tiene que ver con la organización empresarial. Quienes “exhortan” a otros a “quedarse quietos y no seguir haciendo ruidos” que exponen, delatan y descubren al coronel psicópata y a sus monos voladores, como si fuera una sugerencia desinteresada, que ni es sugerencia ni es desinteresada porque son enviados por el canalla y que se trata de un virus de maldad y de complicidad; olvidan que este militar es una mierda que no se queda quieto, que no es curable ni es pacífico, sino que es un maldito criminal con graves trastornos de la personalidad, con variados síndromes maléficos y que no merece ser el jefe de esta institución, porque la ha corrompido a ella y a sus funcionarios.

Pretenden desconocer los perros encubiertos, que por ejemplo el periodismo hace control del ejercicio funcionarial del estado y los ciudadanos todos hacen contraloría social. ¿Pero qué intereses están protegiendo los perros encubiertos, que no le dicen al coronel psicópata que desocupe ya la institución, que basta de tanta insania, sadismo, y maquinaciones satánicas en función del desprestigio y el descrédito desmedido de la empresa a la cual han vuelto un antro y una cueva de rufianes? ¿Dónde, de cual lado están las personas decentes y honestas? ¿Con cuales maquinaciones y urdimbres logran alejar a los buenos de sus amigos decentes para que se incorporen a la banda de criminales que integran los esclavos y súbditos del coronel psicópata? ¿O es que no eran decentes y tampoco eran amigos?

Derroteros incorrectos. El subconsciente del ser humano, por su naturaleza, por su genética, por su formación o por su cultura, lo lleva a acercarse y anhelar aquello que le hace feliz, por la acción de la serotonina, endorfina, dopamina y oxitocina que son las llamadas ‘hormonas de la felicidad’ y en función de ello podemos decir que en esa institución hay mucha gente que las jefaturas circunstanciales las enferman de poder, y sienten que pueden sobajar a su personal y a los usuarios, donde el síndrome de hubris juega caprichosamente en sus desmanes, aparte de que la hibristofilia está desbordada, porque igualmente hay tantas preferencias encubiertas que hombres y mujeres están siendo manipulados por el síndrome de Estocolmo justificando a su agresor. Ante mentes no preparadas psicológicamente por el desconocimiento de estos trastornos de la personalidad y el hallazgo de la presencia de este rufián psicópata y narcisista, que es el rey de la manipulación y el control, además del histrionismo; el doctor fraude se ha posicionado en la ejecución de la maldad y la corrupción y hace con las personas incautas un Alibombo en su cerebro, personalmente y a través de sus tenientes los que le cuidan el frente y le cantan la zona.

«Del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me libraré yo».
Refrán de tradición oral

Crisanto Gregorio León

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