#OPINIÓN La esperanza de volver #25Mar

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Es más que sabido que, por todas partes del mundo, están presentes legiones de venezolanos que forman la diáspora más grande del planeta Tierra en la hora actual. Somos más de 7.5 millones de mujeres y hombres, incluidos niños y abuelos, que se han visto forzados a emigrar para ponerse a salvo y desde ese doloroso destierro, tratar de ayudar a los familiares que se han quedado dentro del país, esa hermosa Venezuela, que no olvidaremos jamás y a la que, tarde o temprano, aspiramos regresar algún día no muy lejano.

Desde que estamos en el exilio, junto a Antonio Ledezma, he visitado muchas ciudades de Europa y América para sostener encuentros con esos compatriotas que, como nosotros, añoramos nuestra amada tierra. Esa en la que nacimos y nos criamos, en la que han quedado vivencias imborrables que estremecen nuestras memorias para hacernos sentir que tenemos muy pendiente el compromiso de retornar a Venezuela. Y ese es el sentimiento que cada día constatamos en cada uno de esos eventos a los que se aproximan muchísimos venezolanos, tal como ocurrió en Miami, Washington, Panamá, República Dominicana, en La Coruña de Galicia y más recientemente en Marbella. En todos los eventos no faltan las emociones que se transmiten en abrazos, testimonios teñidos de lágrimas que salen de almas alborozadas por los recuerdos que nos invaden en cada uno de esas actividades que realizamos con la intención de hacer sentir la voz de los venezolanos, pedir solidaridad para los presos políticos, civiles y militares, para relatar la verdad de todo lo que realmente sucede en nuestro país y así desmentir la falsa narrativa de que “todo se arregló”.

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En todas partes la nota predominante se hace sentir con la exclamación

¡Quiero volver a Venezuela!  Desde luego que también escuchamos, especialmente a algunos jóvenes, asegurar que han echado raíces en otros suelos extranjeros, pero que no dejarán de estar pendiente del país en que nacieron y que desde lejos, ayudarán a refundar la República y las instituciones que han sido devastadas por la dictadura que nos oprime. 

Lo cierto es que somos millones de venezolanos desterrados, gente trabajadora que se esmera en dejar bien parado nuestro gentilicio. Muchos profesionales con una solvencia académica impecable. Personas trabajadoras que salen adelante asumiendo cualquier trabajo para ganarse la vida, mientras se van instalando en cada una de esas poblaciones  que los acogen con afecto y solidaridad. Venezolanos que están aprendiendo habilidades, asimilando culturas extrañas, familiarizados con hábitos y costumbres que aprovechan para forjarse conocimientos que les servirán en el futuro inmediato.

Mitzy Capriles de Ledezma

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