Es una verdadera paradoja lo que ocurre en Venezuela con el servicio de agua. Este es uno de los pocos países privilegiados que ocupa el décimo puesto en el ranking mundial por sus inmensas reservas de agua, las cuales alcanza por un larguísimo lapso y hasta para suministrar a otros países.
Pero con todo, la mayoría de sus habitantes padece de sed por causa de su desabastecimiento. En Venezuela el agua no llega normalmente a los usuarios. Tenemos uno de los peores servicios del mundo. En algunas partes el vital elemento es suministrado una vez al mes mientras que en otros lo reciben entre dos y una ocasión a la semana. Pero inexplicablemente es cobrado en lo que constituye un abuso.
Progresivamente, el problema se ha tornado crónico como ocurre actualmente en el estado Lara. Así pues en algunas partes de Barquisimeto, donde el vital elemento llegaba tres veces a la semana, ahora ocurre una sola vez y en cantidad mínima.
Se trata de un indicativo del negro panorama que nos espera en cuanto al suministro de agua por tubería. Ahora es uso y costumbre almacenar el vital elemento en pipas, tobos y hoyas. Bañarse con el líquido de la regadera es parte del pasado retornando a etapas superadas de la Venezuela rural cuando se hacía con totumas. Un hecho que niega el derecho humano al agua establecido por la ONU.
A ello agreguemos que estudios técnicos han advertido sobre el colapso del acueducto de la ciudad que ya sobrepasa el medio siglo. La mejor evidencia son las constantes roturas de cloacas con el desbordamiento de sus aguas servidas que ponen en peligro la salud de los ciudadanos. Ahora es común el colapso de las aguas servidas en diversos sectores de la ciudad sin que Hidrolara solucione con prontitud el problema, por ausencia de una gerencia por contingencia.
La falta de agua se ha agravado en los últimos diez años por causas harto conocidas. Referimos, entre otras, la desinversión, falta de mantenimiento de la infraestructura más la corrupción con los dineros públicos destinados a ese sector.
Es el caso de la obra del Sistema Hidráulica de Yacambú-Quibor, cuyos recursos multimillonarios en dólares se los tragó el mal de la corrupción de algunos políticos con ropaje de revolucionarios. Así lo que constituía la esperanza de un pueblo sediento ha pasado a ser una quimera por obra de unos gobernantes ineptos y corruptos. Esa era la solución de raíz del problema pero la perdimos sin que se vislumbre una salida sostenible en el tiempo.
Los larenses hemos sido objeto del engaño por el actual régimen dada la pésima administración del servicio de agua. Perdimos la cuenta de las veces en que se ha ofrecido la solución del problema con los fulanos motores pero la misma nunca llega. Un hecho que desdice de la seriedad, competencia, sensibilidad humana y vocación de servicio de quienes están al frente del aparato gubernamental.
Con o sin motores esta crisis es la resultante del abandono del sistema hidrológico por el lapso de 24 años. Ahora lo que se asoma son paños tibios que no solucionan el problema. Otra vez se registra la ausencia de una eficaz gerencia pública muy propia de los regímenes socialistas como acontece en Cuba donde fallan todos los servicios públicos.
Las perspectivas a la vista de una solución al problema no son nada halagadoras dado la falta de planes programas y proyectos por parte de quienes actualmente detentan el poder central y regional. La constante es la improvisación y marchar del timbo al tambo expresión del perjudicial populismo político.
Ciertamente, en Venezuela tenemos muchísima agua, pero, como dice el periodista Jorge Euclides Ramírez, la misma está mal administrada.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal 11