#OPINIÓN Del Guaire al Turbio: LGBT+ #22Mar

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No sé en qué lío me estaré metiendo cuando decido escribir sobre estas iniciales, cuyo significado no domino del todo. Sé que es un movimiento que agrupa las minorías de lo que llaman diversidades sexuales, lo cual no entiendo mucho, porque según mi escasa cultura, sólo hay dos sexos: masculino y femenino, es decir, hombre y mujer, o varón y hembra, según se prefiera llamar. Si uno es minoría frente al otro, no lo sé a nivel mundial. Sé que en algunos países o regiones puede haber más hombres que mujeres o viceversa.

Entiendo que el LGBT+ “es un movimiento social que lucha contra la discriminación y en favor de la normalización y reconocimiento de derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero y transexuales. En los últimos años el movimiento ha incluido también otros colectivos relacionados con la diversidad de orientaciones, identidades, características sexuales y prácticas sexuasles diversas” que sería largo y aburrido enumerar, de ahí que se le haya añadido el signo + para incluir a éstas. (Lo que está entre comillas lo tomé directo de Wikipedia). “Una de las acciones principales de este movimiento son las Marchas del Orgullo, realizadas en la mayoría de los países, a veces como parte de festivales LGBT+, en la que las personas LGBT+ salen a la calle festivamente para mostrar públicamente, el orgullo que sienten de “ser como son””. A veces abusan en descaro al vestir y gestos obscenos.

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Orgullo de ser como se es, no lo encuentro muy lógico, otra cosa es aceptarlo. No estaría orgullosa de ser diabética, asmática o lesbiana. Son anomalías. Lo lógico es ser hombre, mujer y sano. Si se tiene una condición diferente a lo normal, lo debemos tomar como uno de esos caminos inescrutables de la Providencia, que siempre quiere nuestro bien y acaso nos está señalando con esta diversidad, una misión difícil, conflictiva, pero posible para nuestra humanidad. Una escogencia divina para hacer el bien, ayudar a los demás, no para hacer el mal y llevar a la degradación de costumbres y valores.

Claro que es muy comprensible este estallido del LGBT+ después de siglos de incomprensión, persecución y abuso de las personas aquejadas de esta diversidad. Sobran relatos espeluznantes de linchamientos y otras torturas de víctimas inocentes cuya única culpa es ser diferentes. Avergüenzan los chistes peyorativos que siempre han circulado sobre los homosexuales y los apodos que se les aplican. Con eso, hay que acabar. No hacemos chistes sobre diabéticos y asmáticos, no los discriminan para el trabajo.

A su vez, pienso que eso del orgullo gay está equivocado en algunos aspectos, donde más bien muestran un complejo gay, cuando quieren, por ejemplo, igualarse a los heterosexuales. Tendrían que buscar su propia legislación. El matrimonio, tal como lo conciben las leyes civiles y religiosas, no puede ser sino entre hombre y mujer. Su establecimiento obedece a la ley natural para la continuación de la especie y las relaciones entre la pareja normal. No hay continuación de la especie en la pareja de homosexuales. Si hay, entre ésta, la necesidad de establecer garantías en caso de herencia o separación, por ejemplo, para la cual haría falta una legislación especial. Busquen ésta.

Aparentemente es más difícil la adopción de niños para una pareja gay. Se supone que el Estado debe tratar de garantizar que los niños crezcan, se formen, en un hogar normal. Nada tiene de normal un hogar de dos padres o dos madres. Sin embargo, viendo la caótica realidad de nuestros países, donde abunda la paternidad irresponsable, las madres solas criando a sus hijos, los niños abandonados en la calle, pienso que éstos podrían salvarse de su trágico destino de maleantes, bajo el cariñoso cuidado de dos hombres o dos mujeres, así sean homosexuales.

Lo lamentable son las artimañas médicas para tener hijos, tanto de las parejas homosexuales como de las de heterosexuales estériles. Me parece un pecado de lesa humanidad traficar con óvulos fecundados para injertar en vientres de alquiler. Un irrespeto a la dignidad humana que existe ya en esos óvulos y en los fetos desechados como basura. En estos avances de la ciencia la humanidad yerra desgraciadamente. Vamos camino de crear monstruos más que seres humanos. Los científicos inconscientes no se detienen en su afán de novedades, de invadir y conquistar los predios que sólo pertenecen a Dios. El Paraíso, con su árbol del Bien y del Mal, está hoy en los laboratorios. La serpiente acecha.

Creo en el respeto mutuo entre los que pertenecen al LGBT+ y los que no lo somos. En Venezuela, a pesar de todo y no faltar intolerancia, me parece que hemos sido más pasivos. En “mi largo paso por la tierra” me ha tocado frecuentar y trabajar con no pocas personas de esta condición equívoca y me he entendido muy bien con ellas. Su capacidad de trabajo, su entusiasmo por éste y su lealtad conmigo como jefe y como amiga, han sido irreprochables. Sin aprobarlos, he entendido sus amores, porque en el amor siempre hay algo de bueno. A alguno le tendí la mano ante una pérdida.

Ahora, nunca aceptaré como normal lo que para mí es una enfermedad. Si me van a llamar homófoba o qué sé yo por esto, ¡sea! Sin embargo, ellos y yo, nos entendamos o no, somos lo mismo: ¡hijos de Dios!.

Alicia Álamo Bartolomé

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