Ana Teresa Parra Sanojo o Teresa de la Parra nació en París el 5 de octubre de 1889 y es considerada una de las figuras más resaltantes en la literatura venezolana.
Su padre, Rafael Parra Hernáiz, era cónsul de Venezuela en Berlín, hombre dedicado a la diplomacia internacional quien siempre estaba de viaje y de allí que Ana Teresa no viera la luz del mundo en su querida Venezuela. Su madre, doña Isabel Sanojo Ezpelosín, era de la alta alcurnia caraqueña.
Al poco tiempo del nacimiento de la niña Teresa, la familia retorna a Venezuela y al morir su padre en 1900, doña Isabel toma la decisión de irse a España. La niña Teresa es internada en el colegio Sagrado Corazón de Godella en 1902. Al culminar sus estudios en 1915 se va a París y luego retorna a Caracas, estos primeros años formativos dejaron una profunda huella en la escritora.
De esos tiempos sus escritos eran breves cuentos o relatos fantasiosos, entre ellos «El diario de una caraqueña por el lejano oriente», publicado en la década de 1920 por la revista «Actualidades» del connotado escritor Rómulo Gallegos.
Teresa de la Parra también incursionó en el mundo del periodismo, pero se inmortalizó en el mundo de la escritura a través de sus novelas. Fueron sus obras más importantes Ifigenia y Memorias de Mamá Blanca, ambas novelas escritas durante su estancia en París en la década de 1920. Su libro Ifigenia de 1924 era el reflejo de la postura de la sociedad hacia las mujeres.
Teresa de la Parra fue distinguida con el primer premio en un concurso literario de Caracas. La escritora enfermó y murió de tuberculosis en Madrid el 23 de abril de 1936, El Impulso publicó la lamentable noticia en su primera página.
En 1947 sus restos fueron repatriados y sepultados en el Cementerio General del Sur de Caracas y en 1989 llevados al Panteón Nacional, lugar en el cual descansa eternamente.
