Si alguna entidad federal tuvo una dirigencia política de altura esa fue Lara, desde sus antiguos conspiradores para derrocar a los Monagas, asesinando al gobernador Riera Aguinagalde, sus jóvenes enfrentados a Gómez, Pérez Jiménez y en la democracia inmolándose. Acción Democrática y Copei se turnaron en el poder regional con respecto, hasta que irrumpieron una rayana ignorancia de resentimientos, que en nombre de la ética pública se enriquecerían, extorsionando y enlodando personas honestas y como la canción «ahora, de aquello nada queda». Los que llamaban ladrón a quién quisieran, terminaron emparrillados, típicos brinca pozos, hasta que el pueblo cómo les gusta llamar al ciudadano y al militante irrespetado en sus derechos se ha cansado. De allí, el desprestigio de las organizaciones políticas. Demócratas de la boca para fuera y autócratas al mejor estilo de Guzmán Blanco, cuando en una fiesta familiar su compadre y vicepresidente de la República, Matías Salazar tuteara a la comadre primera dama, recordándole el «Ilustre Americano» que el liberalismo era, de la puerta de su casa para la calle.
Aquellos partidos de masas son unos cascarones vacíos, como lo señalara el presidente Carlos Andrés Pérez en referencia al suyo, Acción Democrática, en muchos casos por su responsabilidad. Agotados, los que tuvieron doctrina, programas y los de probeta, a quienes la impaciencia los llevó a la improvisación y corrupción por el mismo régimen que se propusieron derrotar. Allí están, negándose sus propias identidades insepultas sin penas ni glorias, a la espera de sus resurrecciones a la que tienen derecho, a los fines del rescate de la democracia pero ¿pueden hacerlo, quienes no practican el constitucional derecho político dentro de los partidos?
Allá los empresarios y clientes políticos. Mientras tanto, han reaccionado los gremios, sindicatos y asociaciones, en defensa del interés colectivo y no el utilitarista que conlleva al lucro, como se ha observado en algunas instituciones. Lo cierto es que, la sociedad larense ha visto con agrado cómo los trabajadores organizados, han asumido la responsabilidad en defensa de elementales derechos que los partidos comprometidos con el régimen en un subliminal no se atreven hacer, prefiriendo negociar la libertad de un violador de Derechos Humanos y la un extranjero diplomado en el patrimonio de la República para su enriquecimiento ilícito. Entonces ¿tiene sentido entregar los principios republicanos a unos partidos, que juegan a otros intereses?
El reto de los militantes de partidos, es retomar la razón de ser de sus existencias y para ello es preciso, despersonalizar el liderazgo, que bastante daño le ha hecho a la República desde su independencia. En las democracias modernas, es colectivo y en un sistema federal descentralizado, cada entidad debe asumir sus responsabilidades en cuanto a sus realidades y necesidades. No estamos en tiempos del centralismo político que impone, no delibera y sobre esas bases, los partidos políticos se fortalecerán, porque son columna de la democracia y mientras tanto, hay que tenderle la mano a las organizaciones laborales del país, que nunca debieron haberse partidarizado.
Jorge Ramos Guerra
