La semana pasada estuve imposibilitado de escribir. Debo explicar que como consecuencia de una neumonía inesperada estuve varios días hospitalizado. Gracias a Dios y a la buena atención de los cuidados intensivos del Hospital de Clínicas Caracas, ahora estoy en condiciones de regresar progresivamente a las actividades normales.
Por esta vía agradezco la enorme solidaridad recibida de amigos y conocidos, dentro y fuera del país, quienes sin mayor información se hicieron presentes física y espiritualmente. Este factor ha sido importante y útil en el proceso de recuperación que estoy desarrollando.
Lo positivo de todo esto es que el aislamiento de estos días ha sido bueno para reflexionar sobre los aspectos más importantes de nuestra vida en lo personal, familiar, partidista y en relación a la situación nacional. Con más de sesenta años ininterrumpidos de actividad política hoy afirmo que el balance ha sido altamente positivo. En la vida todos tenemos altas y bajas, derrotas y triunfos, pero nada sustituye a la constancia. Ser conscientes de lo que somos y hemos sido, sin ser esclavos del pasado, se convierte en una extraordinaria manera de enfrentar los retos del presente y de lo que vendrá más temprano que tarde. Conste que el atardecer se acerca. Más de dos décadas de esta tiranía justifican el esfuerzo necesario que debe hacerse para ponerle punto final a la tragedia nacional.
El llamado de este mensaje es buscar el entendimiento más amplio posible en el mundo de los amantes de la libertad y de la democracia. Dejar de lado personalismos, ambiciones candidaturales, intereses de los viejos y resquebrajados partidos y de los nuevos que parecieran haber heredado los vicios de los anteriores sin desarrollar virtudes superiores. Sólo así podremos lograr la unidad necesaria alrededor del objetivo común compartido, definir una estrategia clara y con los pies sobre la tierra impulsar el trabajo por hacer.
Pero evitemos las confusiones. En nombre de la unidad opositora no pueden tolerarse conductas reprochables ni errores graves de conducción. Jamás seremos cómplices de esa especie de “viaje hacia ninguna parte” que parecieran haber emprendido algunos. Más del ochenta por ciento de los venezolanos rechazan al régimen actual. Cerca de siete millones están en el exterior generando una migración sin precedentes en el Continente y una de las más inciertas de la historia contemporánea. Venezuela está presente allí, donde esté cualquier venezolano.
Tomando como base para la reflexión palabras de Ed Faulkner “¿Podemos nosotros crear un gobierno nacional pequeño y fuerte, menos intervencionista, que nos proteja de los peligros internos y externos que amenazan nuestra libertades civiles y que promueva el rol de las leyes y estimule el mercado libre para prosperar? La respuesta es SÍ, pero no sucederá a menos que trabajemos para lograrlo”.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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