El Premio Nobel de la Paz es una de las formas más importantes de reconocimiento internacional para aquellos que han hecho contribuciones significativas por la paz y la reconciliación entre los pueblos. El premio se otorga anualmente desde 1901, cuando fue establecido por el testamento del fundador de la Fundación Nobel, Alfred Nobel, «a la persona o institución que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz». Estas contribuciones pueden incluir la promoción de la paz, la reconciliación, la libertad, la justicia, la democracia, el desarrollo humano y la protección de los derechos humanos.
Los ganadores del Premio Nobel de la Paz han sido personas y organizaciones de todo el mundo. Estos incluyen líderes políticos, activistas, organizaciones de derechos humanos, organizaciones de ayuda humanitaria, organizaciones de desarrollo, organizaciones de defensa de la paz y muchos otros.
El Comité Noruego del Premio Nobel, un comité de cinco miembros nombrado por el Parlamento Noruego, recibe nominaciones de todo el mundo y luego realiza una evaluación exhaustiva de los candidatos antes de tomar una decisión. No se puede comprar un premio Nobel de la Paz, aunque haya quienes piensen lo contrario.
Ciertamente, ha habido laureados cuyos premios han sido cuestionados por la opinión pública mundial, como el de Barack Obama, reconocido “por su trabajo para promover la diplomacia internacional, la cooperación entre naciones y la búsqueda de la paz” apenas ocho meses después de haberse juramentado como presidente. No era mucho lo que podía haber alcanzado en ese tiempo y, sin embargo, se lo dieron. Otro premio cuestionado fue el del colombiano Juan Manuel Santos, reconocido “por su trabajo para poner fin a un conflicto armado de más de 50 años entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”, por no incluir en el acuerdo castigos para los líderes de las FARC y por no abordar otros problemas relacionados con la violencia en Colombia.
Pero, en su mayoría, los recipiendarios se han merecido el galardón. Personas como Jane Addams, Woodrow Wilson, Albert Schweitzer, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Albert Lutuli, Linus Carl Pauling, Martin Luther King, la Madre Teresa, Nelson Mandela, Desmond Tutu, Jimmy Carter, Elie Wiesel, Lech Walesa, Muhammad Yunus, Malala Yousafzai…
Me imagino la sorpresa del Comité Noruego cuando la vicepresidenta de la Liga Tunecina de Derechos Humanos, Najar Zemmouri, postuló como candidato a recibir el premio a Alex Saab, supuestamente porque “intentó mantener la paz social en su país (Venezuela, no Colombia), “arriesgando su vida” (entrecomillado mío) para conseguir medicina y alimentos, y por eso es defensor de la paz en el mundo y no ha hecho más que eso”. De verdad que en el mundo sobran los caraduras.
La prestigiosa revista colombiana Semana refiere en su edición del 7 de febrero de este año, que “Saab está acusado de haber lavado cientos de millones de dólares que obtuvo a través del pago de sobornos a funcionarios venezolanos a cambio de contratos para la construcción de viviendas económicas. Cerca de 350 millones de dólares de esos negocios corruptos fueron sacados de Venezuela y pasaron por Estados Unidos, de acuerdo con las acusaciones. Por estos delitos, Saab podría enfrentar una condena de hasta 20 años de prisión si es declarado culpable”. Y eso fue solo lo que “pasó” por los Estados Unidos.
En fin, quién sabe cuánto nos cuesta a los venezolanos pagar esa campaña. Quienes la pagan, seguramente no han pasado por los hospitales, ni por las escuelas, ni por los barrios donde la gente vuelve a registrar los basureros en busca de comida, ni, ni, ni… Hay que rescatar a toda costa al “embajador”, porque sabe mucho y no quieren que cante… Me alegraré cuando, al menos, no le den el Premio Nobel.
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb